||Uno||

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|01|Rumores

Un suspiro pesado salió de sus labios al momento en que la última figura de sus alumnos desapareciera por aquella puerta. Estaba cansado como harto de hablar tanto y no recibir la atención; odiaba tanto enseñarles a los de primer año. Molesto se quitó sus antejos para masajear sus parpados. No fue hasta que escucho una tranquila risa detrás de él que llamo su atención. Rápidamente se colocó de nuevo sus anteojos y miro al responsable.

–Señor Fredricksen...–dijo su nombre sin mucho interés.

Obtuvo como respuesta una radiante y carismática sonrisa por parte del profesor de idiomas, Russell Fredricksen, un hombre pelinegro, alto y fornido, pero con una actitud tan calmada y servicial. Era el único profesor de la facultad de ciencias y astrofísica con la que tenía una buena relación. A pesar que el estadounidense no tenía ni la más puta idea cuando hablaban de sus clases. Él solo era un pobre profesor de idiomas que no tenía idea que era la teoría de cuerdas.

–Espero no molestarte, Paguro –saludó con la misma y radiante sonrisa de siempre.

Él dejo salir suspiró cansado y negó suavemente antes de ponerse a guardar sus materiales en su maleta de cuero. Russell esbozó una silenciosa risa mientras analizaba el vacío lugar.

–¿Día difícil?

–Ni que lo digas –exclamó cansado mientras se masajeaba su nuca–, ¿Cómo te fue a ti? –preguntó mirándolo de reojo.

–Toco la campana y cuando me voltee ya estaba solo –respondió juguetón al mismo tiempo que alzaba sus hombros restándole importancia al comportamiento de sus alumnos–. Ya sabes cómo son los de nuevo ingreso, pronto no tardaran en quedarse solo para rogarte por un proyecto extra que los salve de reprobar.

En eso le dio toda la razón; normalmente había momentos donde los alumnos de primer año venían hasta el final del curso solo para aprender en un día lo que estuvieron viendo por más de cuatro meses. La los siguientes años si se quedaban alumnos para aclarar sus dudas o preguntar sobre los próximos proyectos. Luca sonrió levemente cerro su maletín y se lo colgó en su hombro. Su turno de ese día había acabado. Junto con Russell limpiaron el enorme pizarrón, no negaría que sentía la mirada de su colega cosa que le comenzaba a irritar.

–¿Sucede algo, señor Fredricksen? –lo interrogó molesto con un ligero tic en su ojo izquierdo.

Exhaló y dejó el borrador en el borde del pizarrón.

–He escuchado por allí que cumples años este San Valentín, solo quería comprobarlo –dijo con sinceridad.

En silencio cerró su mirada castaña y dejo con tranquilidad el borrador en su escritorio.

–Juro que matare a Rivera –gruño apretando con fuerza sus puños. No le importo que sus uñas se clavaran en su piel quería golpear al charro.

–No tengo la menor idea de cómo pudo saberlo –confesó nervioso al ver su reacción–, ni siquiera el directivo tenía idea hasta que surgió el rumor en la sala de profesores. Y menos entiendo ¿Por qué no te gusta tu cumpleaños? Llevas trabajando con nosotros por ya casi cinco años y no sabemos casi nada de ti, amigo.

–No me gusta festejarlo. Solo es una pérdida de tiempo –respondió indiferente mientras salía del aula–, aparte que no es lindo cumplir en el día del "amor"–dijo asqueado mientras enfatizaba la última palabras haciendo comillas con sus dedos.

Fredricksen lo siguió, sin antes emparejar la puerta para que entre sin problemas el próximo profesor.

–Tal vez porque eres el más solterón del toda la facultad –comentó al momento de colocarse a su lado–, incluso los de bellas artes se burlan de eso.

Entre Nosotros || LubertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora