||Ventiquattro||

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|24|El motivo de sus padres

–No entiendo, el hombre es rico y guapo ¿Por qué quiere estar con una prostituta? –exclamaba Tyler apuntando hacia la televisión con descontento mientras Mujer Bonita se reproducía.

–Tu cállate –le reclamó molesto Guido quien estaba a su lado abrazando la almohada que utilizaba para dormir en el suelo–. Vivian merece a Edward más que nadie.

El canadiense rodeo la mirada y siguió bebiendo de su copa de vino tinto. Guido volvió acomodarse para seguir viendo la película. Luca por su lado blanqueo los ojos ante la actitud de ambos, al igual que su compañero bebió de su copa y miro de reojo a la cocina donde Ercole preparaba pasta carbonara para cenar. Volvió a mirar su copa y suspiro antes de beber de una todo el líquido de una para luego dejar la copa ahora vacía sobre la mesa de café. Se levantó acomodo su camisa blanca y se acercó calmadamente a la cocina.

–¿Quieres que te ayude?

–Sí, largándote de aquí serviría de mucho –respondió de manera neutra mientras cortaba un par de ingredientes.

Luca rio suavemente, recargo su cuerpo en la mesada del lugar y de su bolsillo saco su cajetilla de cigarrillos y colocar uno en sus labios.

–¿Estas bien? –preguntó en lo que dejaba la caja sobre el microondas y sacaba su encendedor para encender el cigarro.

Ercole lo miro asqueado, odiaba los cigarrillos Andersen que tanto fumaba Alberto. Su aroma parecido a un intento fallido de menta le repudiaba al igual que su bajo niveles de nicotina.

–¿Eso importa? –respondió cortante mientras seguía con su trabajo.

–Bueno –se quitó el cigarro de sus labios e hizo un ademan con el–, tú y yo salimos con los hermanos Marcovaldo; así que sería bueno hacer las paces por ellos.

Él lo miro como si estuviera loco, dejo de picar la cebolla y con seriedad cruzo sus brazos contra su pecho.

–¿Qué es lo que jodidamente quieres, Paguro? Yo no estoy para escuchar tus cursilerías.

Luca sonrió mostrando sus dientes.

–Veo que me descubriste, Visconti –le dio una corta calada a su cigarro antes de expulsar hacia el techo el humo y mirarlo con seriedad y molestia–, lo que realmente quiero saber es: ¿Por qué maldita sea no haces nada para recuperar a Giulietta?

Visconti no contesto, solo chasqueo su lengua y giro su mirada a otro lado irritado.

–Es acaso que ya no amas a Giuli...

Ni siquiera logro terminar su frase cuando de repente la punta del cuchillo paro muy cerca de su rostro. Paguro no parecía sorprendido ni siquiera asustado al tener el arma blanca rozando la llama del cigarrillo de sus labios. Tantos años sufriendo amenazas y acoso por sus compañeros por ser un nerd amante de la astronomía cobraron frutos. Levanto su mirada hacia él con indiferencia y arqueando su ceja. Este momento los recuerdos de un adolecente Ercole amenazándolo a él y Alberto con un arpón llegaron a su mente. Las viejas costumbres nunca cambian, pensó antes de quitarse el cigarrillo de la boca y dejar caer las cenizas en una de las copas sucias que había a su lado.

–No te atrevas a insinuar mierdas, ragazzino –lo amenazó molesto antes de clavar con fuerza el cuchillo contra la tabla de cortar. Acto que no paso desapercibido por el menor.

Cuando se enoja; tiene la misma seriedad y frialdad que el señor Massimo, pensó. Ahora con más razón entendía porque a Giulia le gustaba.

–Te quiero recordar que tú tampoco hiciste nada para recuperarla al momento que terminaron –aclaró irritado mientras se daba la vuelta para apagar la estufa que cocía la pasta.

Entre Nosotros || LubertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora