||Undici||

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|11|Ojos rosados

–No –respondió molesto y directo Luca mirando a su compañero desde el otro lado del estante.

–¡¿Por qué?! –exclamó Miguel mientras seguía "buscando" entre los percheros llenos de vestidos coloridos.

–¿Por qué quieres que invite a Alberto? –contratacó arqueando su ceja en lo que seguía divagando entre las prendas para embarazadas.

–Bueno, a mis chiquillos les agrado Leo...a pesar que nunca dijo una palabra –susurró eso– y están emocionados de volver a jugar con él.

Luca rodeo la mirada con fastidio, le dio la espalda y miro con detalle un hermoso vestido azul Prusia con flores blancas. Lo tomo un lo coloco en su brazo junto con otro amarillo con detalles anaranjados y figuras de mariposas.

–¡Tú sabes cómo son tus sobrinos! No los podemos callarlos al menos que sea con comida.

El menor suspiro y lo miro frustrado.

–¿Cómo es que siendo adoptados se parecen a ti en ser "molestos"? –inquirió haciendo comillas con sus dedos.

Miguel abrió la boca para reclamar, pero fue interrumpido por una tercera voz masculina:

–¡Pueden dejar de discutir y seguir buscando! –los regañó un irritado Camilo que llegaba de la sección de ropa interior femenina– ¡El cumpleaños de mi esposa es en dentro de pasado mañana!

Los otros rodearon la mirada con cansancio. Habían sido llevados a la fuerza a la tienda de ropa una vez que su turno termino. Camilo no tenía ningún regalo para su mujer, a pesar que él organizo toda su fiesta de cumpleaños. Aun así quería darle algo especial y que se sintiera cómoda en su día, pero lo había olvidado por su trabajo; un nuevo proyecto escolar se interpuso que junto con los antojos extravagantes que tenía su esposa en medio de la noche le quitaban horas de sueño y provocaba que dos oscuras ojeras adornaran su rostro. No fue hasta que Miguel lo despertó en la sala de profesores y le presumió el hermoso kit de costura que le compro a su morenita –como le decía de cariño a Mirabel–.

El colombiano suspiro, dejo las prendas sobre un mueble y talló con fuerza su rostro esperando ahuyentaran al sueño que lo consume.

–Además –frustrado hizo un ademan con la mano–, no vendría mal que lo invitaras, vendrán muchos niños por los colegas de ella mientras ellos juegan, nosotros festejamos.

Luca blanqueo los ojos, desde la visita de Alberto a su salón de clases habían pasado ya una semana y media donde ellos le insinuaban su obvia "atracción" y que lo debería invitar a sus salidas o una cita triple, pero por más que les calle y les recuerde que no es gay y Alberto es un hombre casado. No logra librarse de ellos.

Estaban ya a media semana de la primera de Marzo; aunque Alberto y él no se volvieron a reunir por sus trabajos y deberes con la boda de Giulia. Estuvieron mandándose mensajes todo el tiempo y cuando podían hablaban por horas. Los dos eran hombres ocupados, Alberto aparte de su compromiso con ser el padrino de bodas tenía un pendiente con su trabajo como ilustrador mientras que Luca aparte de escribir su investigación, había entrado al inicio de los proyectos complicados con sus alumnos. A pesar de eso sin falta llamaba todas las noches para desearle dulces sueños a Leo –sin importarle que nunca recibiría una respuesta–, según Alberto él ya no se dormía sin sus buenas noches.

–Le preguntare –dijo en un tono apagado–, pero no prometo nada, Alberto está ocupado, además también se acerca el cumpleaños de su hermana.

–¡Invítala! –exclamaron alegre los latinos.

–A veces quisiera entender como socializan los latinos.

Suspiró hartado y prefirió seguir buscando entre otros pasillos para estar lo más alejados de ellos. Entre más ropa de mujer embarazada pudo ver en la sección infantil y bebé algo que hizo que se detuviera al instante; en un maniquí de un niño resaltaba un impermeable azul verdoso con un gorro en forma de rana y la parte inferior azul oscuro, era de la talla de Leo lo supo al instante en que se acercó a la exhibición.

Entre Nosotros || LubertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora