||Quarantaquattro||

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|44| ¿Aun me amas?

Bajo el cielo nublado y la brisa fría de inicios de otoño, todo el lugar estaba inmerso en una paz melancólica. No volvieron a tocar el tema, ella lo acompaño a recoger a sus sobrinos. Todo ese tiempo la tensión como la preocupación que sentía al ver que Luca se mantenía tranquilo ante la idea que su novio podría estarlo engañando. Lo único que mostraba Paguro era calma mientras que su mirada se mostraba sin vida, con un vacío donde no existía el brillo que Alberto le provocaba.

Luca solo miraba a sus hijos; estaba perdido en la imagen de Leo y Mina pisoteando entre risas los charcos que había en el parque. La escena era adorable, Mina apenas sabia caminar y cada vez que parecía que se caía, ahí estaba su hermano mayor para atraparla. Los dos utilizaban impecables como botas, Leo de tonos verdosos y azules en forma de rana y Mina de tonos morados y lilas con estampados de flores. La sonrisa de su rostro estaba rota, pero aun así les sonreía a sus hijos –como si nada hubiera pasado–. No lloraría en frente de ellos, no se desplomaría en frente de su mejor amiga y cuñada. Solo mostraba una paz tan falsa.

–¿Cómo lo supiste? –preguntó en un tono devastado y sin atreverse a mirarla.

Ella se sorprendió por la pregunta que tardo unos segundos en reaccionar, suspiro antes dejar la mirada a su vientre y acariciarlo delicadamente para mantener la calma.

–Guido vino de visita la semana pasada, lo escuche hablando con Alberto sobre una cita romántica con alguien de su terapia –lo miro de reojo, Luca solo mantenía su mirada en sus hijo; notó como su mano posada en la superficie del banco temblaba levemente–. Le pregunte, le exigí a Guido a que se refería con eso...no quiso decir nada, hasta que Ercole llegó y lo amenazó, pero solo se limitó a decir que le prometió a Alberto no decir nada.

Mordió levemente su labio inferior tratando de procesar todo lo que escuchaba. Su pecho le dolía y un ligero dolor de cabeza comenzaba a subir.

–Resulta que Alberto estaba preparando toda una cita romántica para esta tarde, mientras buscaba la manera de decírtelo.

–¿Es un hombre o mujer? –interrogó en un tono vacío.

–No lo sé, intente hablar con Alberto, pero él me dijo que no era nada...no le creí, su voz sonaba tan falsa.

–Él ha estado actuando raro estos días –musitó agachando la mirada.

–Luca...

–Suena tonto –dijo con ironía, levanto su mirada hacia ella mostrando sus ojos cristalinos–, él decía que no me merecía, ahora yo siento que no lo merezco.

Giulietta iba abrazarlo, pero Luca no se dejó, estaba roto. Se levantó de su asiento y tomo la mochila de Leo y sujeto la carriola de Mina.

–Giulia, te pido que no vayas a decir nada, per favore –le pidió decaído y mirándola de reojo. Que esta conversación se quede entre nosotros.

–¿Qué?

–Escucha, por más que me duela, no quiero perder a mis hijos –giró su vista hacia los niños y suspiró–. Si él es feliz, yo también lo soy.

–¡Luca te estas escuchando! –exclamó mirando a su amigo como si estuviera loco.

–No lo entiendes Giulia, tu puedes tener un matrimonio perfecto una vida que yo envidio. Amo Alberto como a Leo y Mina. Dije que lo apoyaría en lo que sea para que mejore, y si otra persona ayuda a que mejore...–bajo la mirada y respiro hondo para después mirarla con seriedad– lo seguiré apoyando, mientras siga viendo a mis hijos y sé que él al fin se siente libre de todos sus tormentos.

Entre Nosotros || LubertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora