||Due||

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|02|Siete años

Admiraba en completa calma el danzarín hilo de humo de su cigarrillo marca Andersen; sus favoritos y los únicos que toleraba desde su adolescencia. Su característico aroma y la franja azul metálica de la colilla lo hipnotizaban. Y nada era mejor que disfrutarlo junto con la puesta del sol. Sentado en la orilla de la ventana, recargando su espalda contra la pared de su habitación se encontraba en completa paz después de un largo y tedioso sábado calificando trabajos mediocres de sus alumnos.

Dio una larga calada y siguió mirando desde el séptimo piso de su edificio como los últimos rayos de lo que quedaba del día desaparecían al fondo de la avenida; llenando de colores cálidos a los niños que jugaban en la calle bajo la vigilancia de los adultos sentados o hablando desde la banqueta. Todos ligeramente abrigados para la fría noche que se aproximaba. Las luces de los faroles uno a uno comenzaban a encenderse.

Suspiro, dejando que el humo mortal saliera de sus labios; aun podía escuchar desde la sala aquel partido de baloncesto que su compañero de piso aclamaba a gritos o maldecía en inglés –incluso a veces en vietnamita– cada vez que había una falta o perdía su equipo. Con el radillo de su ojo noto como la pantalla de la tapa de su teléfono brillaba de nuevo. Gruño, no necesitaba tomarlo como para saber de quienes se trataban, todo lo que quedo de la semana, hizo lo posible para ignorar a todos para que no le festejaran o le dieran un miserable pastel. Evitando principalmente aquel par de latinos que no se daban por vencidos. Incluso tuvieron el descaro de interrumpir una de sus clases para felicitarlo junto con los directivos, por suerte y milagro pudo huir sin hacer un escándalo. Creyó que al fin pudo librarse, siendo que mañana era al fin San Valentín y como los asquerosamente románticos que eran el mexicano y el colombiano estarían ocupados con sus respectivas parejas.

Pero al parecer se equivocó...

Soltó un suspiro de alivio al ver como de nuevo la pantalla se apagaba, cansado observo lo poco que quedaba del cigarrillo de sus dedos. No obstante su concentración fue interrumpida al escuchar como la puerta de su habitación se abría y cerraba levemente.

Hey, amigo –escucho la voz desinteresada de Tyler. Su compañero de piso.

No levanto su mirada del pequeño objeto, simplemente respondió con un pequeño ruidito para hacerle saber que lo escuchaba. Escucho su suspiro fastidiado.

–Los idiotas de tus amigos están aquí, dicen que salgas de una maldita vez.

El cigarrillo cayo de sus manos al suelo, rápidamente tosió con fuerza haciendo que de su nariz y boca saliera el humo. En su mente maldecía con toda su alma aquel par. Furioso bajo del borde de la ventana, tomo devuelta la colilla de su cigarro para apagarlo correctamente en el cenicero de su escritorio. Cerró su mirada harto y comenzó a contar bajo la mirada del canadiense de raíces negras y vietnamitas. Al abrirlos devuelta peino hacia atrás su cabellera y miro al hombre con su típica camiseta de un equipo de baloncesto que desconocía y con sus manos ocultas en los bolsillos de su pantalón de mezclilla.

–¿Por qué los dejaste entrar?

–Dijeron que festejarían tu cumpleaños –respondió indiferente, alzando sus hombros.

Luca gruño. Paso de largo de su compañero para ir directamente hacia la sala de su departamento, mas enojado que nunca miro al par sonrientes –como siempre–, con una vestimenta demasiado formal. Camilo estaba sentado elegantemente en el sillón café de la sala mientras que Miguel estaba parado con una confianza en su rostro que solo lo irritaba a un más.

–No, no y no a cualquier estupidez que tengan en su maldita mente; es un NO –aclaró furioso apuntando con el dedo al par.

Ambos latinos compartieron miradas, Camilo asintió y Miguel suspiro.

Entre Nosotros || LubertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora