||Quattordici||

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|14|Tension

–Recuérdame, ¿por qué tenemos que ir? –preguntó entre dientes Ercole mirando de reojo a su prometía en el asiento del copiloto.

Giulia tan hermosa como siempre, sin rastro de maquillaje y su larga como esponjosa cabellera suelta mientras que relucía su vestido sencillo color amarillo canario. En sus manos tenía una gran caja con muchos utensilios de repostería que tenían para la cumpleañera –siendo más una sugerencia de Luca que tomaron los cuatro muy enserio–. Ella lo miro con una sonrisa radiante.

–Porque Leo es nuestro sobrino y esta emocionado de ver a sus nuevos amiguitos al igual que a Luca, además Alberto necesita descansar y que mejor que una fiesta latina en medio del campo.

–Además que nadie te invito. Solo temes que otros hombres miren a mi hermana –añadió Alberto desde los asientos en su rostro portaba una sonrisa burlona dedicada para su cuñado que lo miraba molesto desde el retrovisor.

Scorfano y Guido rieron al ver como el mayor les mostraba el dedo medio.

–¡Hey, hay niños aquí! –exclamó Guido apuntado con la mirada a su sobrino.

Leo estaba en su propio mundo sentado en su asiento para niños, con su mirada enfocada en los enormes campos verdes por donde pasaban y le hacía recordar a su pueblo; Portorosso. Como siempre se encontraba ajeno a la conversación de los adultos. Mientras que su hermanita estaba dormida en los brazos de su padre.

–Además, Alberto tiene razón no te gusta que otros hombres miren a Giulia. Deja de ser inseguro.

Giulia sonrió burlona al ver como su prometido apretaba el agarre del volante con fuerza, si no fuera que sus sobrinos estaban allí ya hubiera parado el auto de forma brusca para pelear con ambos.

–No soy inseguro –aclaró entre dientes–, yo sé que merezco una gran mujer como Marcovaldo, solo me desagrada como hay malditos idiotas que miran su trasero con descaro, aun teniendo un hermoso anillo que adorna su mano.

Su pareja rio levemente, Ercole tenía el ego demasiado alto. A pesar de eso se acercó a él para besar su mejilla y sonreírle. Si su yo de trece años la viera vomitaría y la regañaría al igual que el Ercole adolescente, a ambos les costó aceptar sus sentimientos hacia el otro. Pero no se arrepentían de nada, a veces incluso las viejas costumbres salían a la luz.

–Adoro cuando tú los ahuyentas, maldito pez gato.

Ambos sonrieron al escuchar las expresiones de asco de los otros dos. De por sí ya los tenían demasiado traumados. Giulia volvió a recostarse en su asiento y miro por la ventana de su lado, notando como las nubes grises inundaban todo aquel campo. Agradecía que la invitación les aconsejaba traer lo apropiado para las lluvias de esa semana. Cerró sus ojos y volvió a sonreír pacíficamente.

–Estoy feliz que nuestra amistad con Luca vuelva, a pesar de todo lo ocurrido...volveremos a ser los renegados como fue en un inicio.

Alberto sonrío también concordando en sus palabras, él más que nadie estaba feliz de volver a tener a su viejo amigo a su lado. Aunque seguía pensando en sus ojos ante la cercanía que tuvieron bajo el paraguas aquella tarde, ¿Cómo se sentiría besar a Luca? Sabía que estaba mal pensar en aquello teniendo en cuenta que prácticamente seguía siendo un hombre casado. Pero las insinuaciones, sonrisas y risas que surgían estando a su lado volvían despertar a su adolescente interior. ¿Cómo se sentiría acostarse con Luca? Eran adultos prácticamente, tener sentimientos eróticos por alguien que acelera tu corazón era normal, ¿no?

El leve movimiento que dio el auto al estacionarse entre la gran variedad de vehículos estacionados en medio de la nada lo saco de su tormento. Habían llegado. Entre todos bajaron, Ercole coloco seguro a su auto mientras que él acomodaba a su hija en brazos al igual que la pañalera que cargaba siempre, Guido bajo con Leo en brazos y Giulia abrazaba el regalo contra su pecho. Los cuatro italianos quedaron asombrados por la fiesta que había en el lugar, donde una enorme carpa blanca cubría varias de las mesas llenas de gente animada, algunos bailaban emocionados con los mariachis que trajeron, los niños corrían con emoción entre los grandes campos correteándose entre ellos, varios hombres estaban con las sillas fuera de carpa bebiendo mientras algunos de los meseros atendían a cada uno de los invitados. El olor a comida latina hizo sus estómagos gruñir, la música era animada con una letra movida a pesar que no le entendía y el ambiente era tan familiar que se sentían como unos intrusos. ¿Esto era una fiesta de cumpleaños para una mujer embarazada?

Entre Nosotros || LubertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora