||Tredici||

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|13|Como una familia

Un enorme y sonoro bostezo salió de sus secos labios al mismo tiempo que estiraba sus brazos al aire, escuchando como su espalda tronaba ante la incomodidad que sufrió todas esas horas. Toda la casa se encontraba en un calmado silencio que lo único que se podía escuchar era la lluvia de afuera. Giro su vista hacia el reloj de manecillas de la pared; las dos cuarenta y cinco de la madrugada. Observo todas las cosas de su trabajo: las ilustraciones a medio acabar acompañadas con el borrador del libro que ilustraba junto con sus materiales de dibujo y pintura. Las dejaría allí ya mañana las recogería –o lo más probable volvería a retomar su trabajo–. Su imaginación ya no daba para más, necesitaba dormir.

Sobó con pesadez su cuello adolorido y encamino a pasos lentos hacia su habitación. Apago la luz de la sala y entre medio de la oscuridad abrió la puerta, sorprendiéndose al instante al ver con la luz de la calle que se escabullía por la ventana a Luca dormido a un costado de la cama matrimonial, con su mano izquierda sosteniendo la espalda de Mina; quien dormía profundamente en su pecho mientras que Leo dormía acurrucado a su derecha usando su brazo como almohada. Esbozo una leve risa mientras se recargaba en el umbral de la puerta para mirarlos un poco más.

–¿Ya terminaste?– escuchó la soñolienta voz de Luca mientras tallaba con su ojo con pesadez.

Negó.

–¿Te desperté?

–El ruido de la puerta lo hizo –rio débilmente, miro a sus costados dándose cuenta que estaba acorralado–. ¿Ahora como salgo?

Alberto volvió a reír suavemente para no despertar a sus hijos, se acercó para cargar con cuidado a su bebé y llevarla a su cuna. Por suerte Mina se acomodó al instante entre sus sabanas. Sonrió levemente al ver su respiración tan tranquila. La cobijo al igual que quito sus delgados cabellos castaños dorados de su frente con delicadeza. El problema era Leo que se aferraba a la camisa de Luca que pareciera que no lo podrán soltar ni con la ayuda de una palanca.

–Ayuda –susurro divertido al ver que entre más quería alejarlo el niño se volvía aferrar dormido.

–Si quieres duerme en la cama, en tu casa tu dormiste el sofá.

–De acuerdo –respondió juguetón acomodándose en la cama y abrazando al niño bajo la mirada seria de Alberto–. ¿Qué? No me voy a negarme ni a decir que mejor tú porque es tu hijo –ironizó–. Tuve un horrible dolor de espalda por dormir en el sillón la otra vez.

El contrario blanqueo la mirada para después fijarse en el espacio sobrante de la cama, lo dudaba y eso lo noto Luca; quien sonrió con burla.

–Hemos dormido juntos por años en una abandonada torre o en la vieja plataforma del árbol de olivo, te asusta que durmamos en una cama juntos –exclamó divertido.

–¿Tienes en cuenta que casi nos besamos hace unas horas?

–Alberto, casi nos hemos besado toda nuestra infancia –dijo como si no le importara aunque por dentro lo torturaban los recuerdos de esa tarde–, créeme me dejaste en claro que eres casado. Anda duerme –cansado se acomodó en su lugar–, no te violare...o al no en frente de tus hijos –bromeo lo último en medio de un bostezo. El sueño le ganaba.

Sonrió por unos cortos momentos en lo que tomaba asiento en la orilla de la cama para quitarse sus zapatos y cambiar de camisa, miro reojo a Luca que intentaba mantenerse despierto.

–¿Por qué haces todo esto? –murmuró lo suficientemente en alto para que lo escuchara.

–Quisiera saberlo también –respondió cansado mientras acariciaba con la punta de sus dedos la mejilla de Leo–, te lo dije en mi departamento, simplemente siento todo familiar cuando estoy cerca de Leo y Mina.

Entre Nosotros || LubertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora