Capítulo 07: Posesión

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El beso crea en mi interior un huracán de emociones las cuales desconocía hasta ahora. He bebido demasiado, igual que él supongo y estoy por pensar que mi yo ebria es más razonable que cuando no lo estoy. Ya que sin saber porqué, me apartó contra mi voluntad y digo:

—Bebiste demasiado. Ese es la causa de tu comportamiento y tus ganas hacia mí.

—Bebí solo dos copas Danae y la causa de mi comportamiento no es otra más que me jode saber que te ibas a ir con el piloto. —dice con voz ronca.

Su mandíbula está tensa y sus ojos no se apartan de los míos. Sus palabras son sinceras. Aleksander es de los pocos hombres en los cuales puedes diferenciar una mentira de una verdad.

—¿Celos?

—Sí.

—¿Por qué? —pregunto deleitándome con la vista.

—Dímelo tú, Danae.

Suspiro y mi respuesta no es otra que subirme a horcajadas sobre su regazo. Le di sus cinco segundos de arrepentimiento si no los aprovechó no es mi problema. No estoy dispuesta a privarme de probar tal perfección varonil como la que es.

Mis manos le rodean el cuello y mis dedos acarician la piel suave de su nuca.

Si soy sincera jamás me imagine tenerlo así, digo, ninguno antes se había resistido a mi tanto como él. Y su temple me hizo llegar a pensar que nunca cedería ante mí cortejo poco cortes y más caliente.

—Haces que pierda la cabeza y me desconozca. —confiesa en un susurro. —sus manos toman mi cintura.

Me gusta.

Me acerco despacio y mi lengua apenas roza la piel de sus labios. Un postre como Aleksander Tiziano Boss se debe disfrutar de a poco. Es exquisito.

—Me gusta ser la causante de despertar tus instintos bajos.

Muevo mi cadera hacia su entrepierna en círculos lentos mientras mi boca busca la suya para iniciar un nuevo beso que logra consumirnos a ambos en el deseo por el otro.

Sus manos se mantienen en mi cintura ¡Chico bueno! Las tomó y las deslizo hasta que llegan a mi culo. No necesita indicaciones ya que cuando me clava los dedos en la piel me hace soltar un jadeo sonoro. Masajea con firmeza mientras su lengua invita la mía a una guerra en la que ambos buscamos ser el dominante.

—Eres una muestra viviente de la joya que es una mujer y cuán poderosa es cuando sabe lo que vale.

—No acostumbro a recibir esta clase de comentarios cuando follo.

Aleksander no es como lo imagine, ni mucho menos como el de mis sueños húmedos. Es mejor. La calidez de su piel y el aroma varonil que emana son un elixir el cual en menos de un par de minutos ya me tiene adicta.

Tomo los dos bordes de su camisa tirando de ellos hacia los lados liberando ese pecho jodidamente caliente que presume. Sus abdominales son perfectos y la dureza de sus músculos hace que fantasee con pasar mi lengua por ellos y saborearlo. Los botones salen a volar lejos al igual que la tela que rasgo mientras la quito.

—Te gusta salvaje. —musita.

—¿Hasta ahora lo notas, niño bueno? —contestó clavando mis dientes en la piel de su cuello. Chupo, muerdo, deleitándome en el acto. —¿Cómo te gusta a ti Aleksander?

Mi pregunta parece sorprenderlo. Pero eso no le impide que siga con su intento de quitar mi vestido con delicadeza.

—¿Cómo te gusta? —insisto.

Sus manos no pierden la oportunidad de pasear por mi cuerpo nuevamente  siguiendo el camino de la tela que poco a poco va dejando libre mi piel 

—Tu eliges, yo te sigo, Danae. —me libera del vestido y sonrío cuando nota que hoy no tengo sostén y mis bragas son apenas unas pequeñas tiras de encaje color rojo.

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