Capítulo 53: Redención

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—Papi me gusta que cuentes historias para que me ayudes a dormir… —susurra nuestra pequeña hija mientras cierra los ojos abrazada al torso de su padre. 

—Te amo, siempre estaré para lo que necesites. —besa su frente y la cubre con la manta. 

No puedo evitar verlos recargada desde el marco de la puerta. Ver esta versión de Aleksander es un privilegio, solo su familia sabe como es verdad el cambio de lo laboral y su núcleo familiar es demasiado y eso hace que sienta que somos aún más especiales de lo que ya nos hace sentir. 

Pasan unos minutos y sube la mirada para encontrar mis ojos. Le dedico una sonrisa y el me devuelve un guiño coqueto. Con cuidado se levanta y toma las muletas para poder caminar hacia donde yo estoy. 

—¿Nuestro campeón? —pregunta. 

—Profundo. Jugo todo el día conmigo en la piscina. 

—Anika también duerme como una princesa. Ahora quiero mimos. 

—No podemos… 

—¿Por qué mi esposa es tan lujuriosa? Hay más maneras de mimarme. Por ejemplo ir a la cama y abrazarnos hasta dormir. 

Lo beso y luego de darle un beso en la frente a mi hija vamos hasta nuestro dormitorio. Dejo las muletas a un lado y sonrió cuando se acomoda en el borde de la cama esperándome. No necesita hablar cuando me mira así hace que me sienta la mujer más amada del mundo. 

Comienzo a soltar uno a uno los botones de su camisa para luego quitarla despacio. Aún está demasiado herido, apenas y puede mover el brazo derecho. Tiene un enorme yeso en su pierna y ni hablar de los raspones por todo su cuerpo. 

—Antes de dormir debo cambiar las vendas y revisar las heridas. —aviso dejando el botiquín a uno de sus lados. —No te muevas mi amor. 

Sonríe y deja su mano en mi cintura. 

—Estoy vuelto mierda, lleno de dolor pero jamás me he sentido tan en paz y feliz como ahora. 

—Te conformas con poco. —contesta bajo mientras comienzo a cambiar sus vendajes. 

—¿Qué dijiste? —sube su mano por mi cuerpo hasta que acaricia mi mejilla. —Danae, no todos tienen el privilegio de tener a alguien que haga que el mundo frene su velocidad y que saque sonrisas genuinas solo con su presencia. 

—¿Eso hago? 

—Eres igual de importante para mi que la sangre que hay en mis venas. —suspira. —Creo que lo que causas en mi no se explica con un simple te amo, ni siquiera creo que exista una palabra que pueda abarcar mis sentimientos. 

Llevo mi mano a su pecho y la dejó allí por minutos. Su pecho sube y baja con fuerza, sus ojos se clavan en los míos de una manera irreal. 

—¿Quieres que te revele un secreto? —Asiente. —Tu me trajiste de vuelta al mundo, eres la realidad que necesitaba vivir. A diferencia de muchos qué quieren vivir en fantasía yo soy feliz de vivir en la realidad, tu me hiciste real. 

—Desde que eres mi esposa estas más cursi. —me besa. 

—Efectos de los hombres Tiziano. Ahora quédate quieto que necesito terminar con esto, amor. 

Hace una semana viajamos a la isla, desde entonces los días enteros han sido felicidad junto a nuestros hijos. En el fondo estoy ansiosa porque traerlo aquí lo tomara como una traición cuando le diga la verdad en un par de días, pero no estoy dispuesta a perderlo, ni privar a nuestros hijos de él. 

Mi plan es claro, siempre fui yo contra Arcain, en el fondo siempre supe que yo sería la única capaz de acabarlo aunque deba morir con él. 

Aleksander, Anika y Dante van a vivir en libertad, no les heredare mis cadenas. Ellos serán felices y esta mierda de mafias y muerte morirán conmigo. 

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