Capítulo 48: Lazos

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No puedo ocultar la sonrisa que me causa el ver sus ojos verdes grisáceos. Han sido días demasiado complejos, su cuerpo no se negaba a recibir el tratamiento hasta apenas una semana en la que por fin todo comenzó a mejorar.

—¿Creíste que te dejaría ir así de fácil?

—¿Fácil? —suelta en tono ronco y débil. —Recibí balas por todo el maldito cuerpo.

Sonrío.

—Eso no es nada para ti. —acaricio su mejilla pasando por alto lo mucho que le ha crecido la barba. —¿Cómo te sientes?

—Mejor que ayer. Aunque aun no puedo mover mi brazo.

Asiento.

—Si quieres que la cirugía salga bien debes guardar reposo.

Suspira dándome una mirada fija. Jamás creí que tanta felicidad me logrará abarcar alguna vez como en este momento en que esta de cuenta conmigo.

—Me salvaste. —afirma.

—Quisiera decir que si pero no fui yo. Tenía que el conflicto de intereses me impidiera realizar bien mi trabajo.

—Ahora Stefano esta en riesgo. —murmura incómodo.

—No me importa. —susurro. —Supongo que eso me hace una Arcain, pasar por encima de quien sea por proteger a los míos.

—Un Arcain solo se cuidaría a si mismo.

—Me refiero en lo hija de puta.

Asiente.

—Gracias.

—No agradezcas nada. —tomó la bandeja de comida y le doy pequeños bocados. —Tu me salvaste primero, cuando me quitaste de la mira de nuestros enemigos.

—Nuestros hijos no pueden quedar sin ambos. Y yo no podía… —Lo observo. —No podía perder a la mejor soldado de la FES.

—Yo en cambio te salve porque no me imagino una vida sin ti.

—Ya la tuviste. —comenta recibiendo jugo.

—Una vida lejos de  ti, es diferente a una vida sin ti. —Soy sincera —Puedo sobrevivir sabiendo que no eres mio pero vives tu vida. Pero ni siquiera puedo pensar como vivir sabiendo que no te volveré a ver jamás.

—Danae…

Niego.

—Descansa, en la tarde tendremos videollamada con tus hijos. —termino de darle su comida.

—¿Y si me invitas una cena? —sonríe de lado. —Sé que me veo como la mierda pero prometo ser buena compañía y llevarte flores.

—¿Cómo en una cita? —cuestiono levantándome con la bandeja en la mano.

—Si.

—A las 22:00. —le dedico una sonrisa y niego saliendo de la habitación.

Justo en este momento una de las cargas qué me tenían afligida está bajando. Necesito que el este bien para poder ocuparme del siguiente punto en la lista.

—Jefa —saluda Martina llegando de su entrenamiento matutino. —La mujer esa llegará mañana.

Asiento.

—Comprendo. ¿Dónde está Katie?

—En su dormitorio, busco la manera de abrir el TZ. Deducimos qué lo llamaremos así para despistar al enemigo.

Rio bajo.

—Son muy malos con las claves.

—Se lo invento nuestro…. contacto.

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