ALEKSANDER.
Estambul, Turquía.
Brylee es de las chicas que es feliz cuando estamos solos. Sea en un restaurante o en un cine, su felicidad como siempre lo ha dicho es estar conmigo.
¿La mía? Caminar de su mano y verla sonreír.
—¿Te divertiste?
—Demasiado. Desde chica quise conocer ese restaurante y la comida italiana, gracias amor mío por traerme.
—Gracias a ti por la compañía. —le rodeo la cintura abrazándola para unir mis labios a los suyos en un beso tierno. —Quédate conmigo esta noche. Puedes decirle a tus padres que dormirás con mi hermana.
—Mejor huyamos. Llévame contigo de vuelta a Dusmurk y así no tendría que dar explicaciones.
—Amor, llevarte a un país desconocido huyendo no es correcto. Ya te dije vivo en un pequeño departamento que rento con dos de mis compañeros, estoy de tiempo completo en Misiones y más, no es justo dejarte sola.
—Me dejas sola aquí. —se aparta molesta. —¿Crees que soy feliz con mi familia? Mi padre no hace más que humillar y maltratar, mientras que mi mamá solo dice que debemos soportar la vida que nos tocó.
Siento como me arde el cuerpo entero consumiéndose en una ira total. Quisiera hacer más por ella pero huir de la manera que ella lo pide no es propio de un caballero. Quiero hacer las cosas bien, tener solvencia económica y no llevarla a aventurar con el riesgo de que algo salga mal.
—Danika me dijo que se inscribieron juntas a una clase especial en la U de Estambul. Puedes mudarte a uno de los dormitorios yo lo pagaré, pero recuerda que Atalia también está en tu casa y debes cuidarla.
—Está bien. Por ahora me conformo con eso. —suspira y vuelve a mis brazos dándome una sonrisa. —No me equivoque cuando te elegí Alek, siempre supe que tu me sacarías de tanto dolor y tanto drama.
Caminamos abrazados él uno del otro. Quisiera decir que puedo hacer más por ella, pero mi padre fue claro cuando me hizo jurarle que me mantendría alejado de su padre luego de que le golpee hace unos años.
A veces por sencillas que parezcan las cosas resultan ser más complejas de lo que se espera y el más mínimo tropezón o error puede hacer que perdamos todo por lo que hemos luchado.
—¿Te gusta la FES?
—Bastante.
—Llevas dos largos años allá, según Danika estás ascendiendo rápidamente.
—Si amor, ya soy Halcón. Aspiro llegar a ser Halcón Rojo, el líder de la División más importante de toda la FES.
—¿Y qué hay del novio de Danika?
—Cassian Arcain el Halcón Azul. Un cargo el cual no es de mi agrado. —digo entregando el ramo de flores que acabo de comprarle. —El Halcón Azul, esta encargado de supervisar toda la FES, ambas centrales en Darmir. La del sur, donde estoy yo, y la del norte. Pero no va a misiones ni tiene una División propia.
—¿Osea que quieres ser Halcón Rojo y quedarte ahí sin seguir subiendo?
—En un futuro podría llegar a ser Halcón Blanco Mayor o incluso General. —le dedico una sonrisa.
—Ser la esposa de un general suena bien.
—Esposa y madre de nuestros hijos.
Niega.
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Dérive
RomansaHe pasado mi vida entera dedicada a una sola cosa: la FES (Fuerzas Especiales Secretas) congraciandome como la mejor Halcón de mi central y llevando en alto mi uniforme con más medallas que cualquier otra mujer en la historia. Siempre me he caracter...