Capítulo 39: Posesiones

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Primera parte.

—¿Quién eres? —pregunto sin separarme de mi hombre. 

—Beatriz Espíndola —se presenta la mujer de ojos oscuros y melena azabache. —Soy la nueva relacionista pública de Aleksander. 

—¿Aleksander? —cuestionó molesta. —No sabía que tenían tanta confianza, en realidad no sé absolutamente nada de ti. 

—Pero yo sí. —habla en tono ronco el hombre que me sujeta de la cintura. —Beatriz es hija de tal vez la única amiga de mi madre, estuvimos un par de años juntos hasta que me uní a la FES. 

—¿Y quién te pidió que la contrataras, mi suegra? 

—No. Hace unas semanas nos encontramos y luego de un café le ofrecí el empleo. 

—Ya. 

—¿Está todo bien? —pregunta Aleksander con atención en mi. 

—Si, solo quiero ir a nuestra casa con nuestro hijo. 

—Felicidades, Ciara. Tienes un hijo hermoso se parece mucho a Aleksander. 

Su comentario me irrita obligándome a morder mi lengua para callar las barbaridades que quiero gritarle. Respiro hondo e inhalo con fuerza para dedicarle una mirada fría. 

 de un abrigo. 09

De pie me es más fácil detallarla y llenarme de temor. Es una mujer muy alta y esbelta

—Que descanse Beatriz. 

Pasan más de 10 minutos antes de que entienda la indirecta. Se levanta con demasiado elegancia para tomar su bolso el cual está colgando en el perchero al lado, su melena es tan oscura como sus ojos los cuales son preciosos debo admitir. Las facciones en suñp rostro son las de un ángel, un puto ángel envuelto con demonio sensual. 

Le gusta Aleksander no tengo dudas, esa mirada es típica de una mujer hermosa y empoderada al sentirse atraída por un hombre. Busca un par de carpetas que se lleva contra el pecho y para despedirse dedica la sonrisa más hermosa que he visto ¡Maldita!

—Nos vemos mañana, Alek. 

—Le pediré a mi chófer que te lleve. —contesta él antes de que sus ojos vayan a mi. —La acompañaré hasta el elevador, amor. 

Me levanto de su regazo y le doy una mirada seria a la mujer. 

—Yo la acompaño. —le doy una señal que capta de inmediato y camina hacia la puerta. 

Una vez salimos por el pasillo la secretaría de Aleksander nos observa en silencio. Beatriz es más alta que yo y mucho más delgada, su melena le llega casi a los muslos es lacio y perfectamente bien cuidado. 

Presiono el botón que marca el número 1 en la pantallas y le doy una mirada fija. Ella no es como Brylee, no es un lobo con piel de oveja y lo compruebo cuando me sostiene la mirada de manera desafiante. 

—Un poco tarde para querer recuperarlo

—¿Cómo? —cruzo mis brazos sobre mis pechos. 

—Aleksander es diferente en un 60% a los demás hombres pero el otro 40% es igual. Y ellos se cansan de estar tras de una mujer que no hace más que rechazarlo.

—¿Cual es tu punto, desconocida? 

—Él me interesa y no me haré a un lado solo porque tu quieres recuperarlo. 

—Te equivocas, no quiero recuperarlo. 

—¿No? —enarca una ceja. 

—No necesito recuperar algo que jamás he perdido. 

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