2. Flores secas

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— creo que está todo listo... — el lápiz echaba humo de lo rápido que Kaira escribía, pero la emoción y adrenalina del momento eran más grandes que el pobre lápiz o su dolor en la mano. Había finalizado su reciente obra, una canción lenta, con toques melancólicos, influenciado por el ambiente de la humanidad en general.

La mente maestra de Kaira hizo chispa, se sintió realizada, aliviada y orgullosa de su nueva creación.

— ¡Meyrath! — gritó espontáneamente, mientras levantaba su guitarra — ¡quée! — se escuchó a lo lejos.

Kaira estaba en su cuarto, tenía planeado salir a la calle a cantar un rato y a la vez estrenar la nueva canción, Meyrath, su hermano y fiel amigo, se encontraba en la cocina bebiendo un vaso de leche.

La hyliana bajó rápidamente la escala con guitarra en mano — ¿me quieres acompañar hoy? — a penas escuchó esas palabras hizo un puchero inconcientemente — ay Kaira sabes que me da vergüenza, después todos me preguntan cosas sobre ti y no, gracias, paso esta vez

— ¡vamos Meyrath! acabo de terminar la canción nueva, además puedes irte a otro lado si no quieres estar cerca — suplicó, volvió intencionalmente su voz más dulce para lograr convencer a su hermano menor, éste se quedó unos segundos en silencio, vio los brillantes ojos de su hermana, llenos de ilusión, en ese momento no pudo negarse.

— ¡está bien! iré, pero estaré lejos — la hyliana corrió a abrazar a su hermano, la guitarra en mano no iba a ser un impedimento para agradecerle — eres el mejor — éste solo correspondió el abrazo y susurró, pero con una sonrisa en los labios.

...

Las nubes suaves y el sol radiante eran índices de que el día sería acogedor, la sensación térmica era agradable.

Con una alforja atada a la cintura y su carcaj en la espalda, el orni emprendió vuelo hacia el castillo, estaba tranquilo y confiado respecto al tiempo debido a su rapidez al volar, nadie era competencia para Revali.

Disfrutó de las vistas, veía de reojo el color de los árboles, algunos hylianos jugando, otros haciendo de su vida cotidiana, en el camino se topó a otros ornis que al igual que él, estaban volando pero a menor velocidad. Siguió reflexionando sobre la extraña frase que le dijo Tyto el día anterior, se podría decir que estaba tomando conciencia sobre las consecuencias negativas de sobre esforzarse, quería ser más fuerte y ágil, pero tampoco quería terminar herido o fracturado.

Estaba llegando al castillo, y sus pensamientos reflexivos se evaporaron cuando entró por sus oídos algo dulce, suave y melodioso, lentamente disminuyó la velocidad para decifrar qué era ese sonido.

— flores secas oxidando tu amor, flores secas olvidando el dolor —

Descubrió que era una canción, lenta, suave y con símbolos melancólicos.

— viví la masacre sin saber por qué —

Definitivamente era pegadiza, a pesar de no escuchar claramente algún instrumento, imaginó el tipo de ritmo que poseía la canción.

Por unos segundos su corazón latió con fuerza, su pulso se aceleró, eso lo espantó ¿estaba a punto de tener un ataque cardíaco?

— en un martes de horror... —

Trató de visualizar quién era él o la intérprete, por su voz podía deducir que era una mujer, pero quería confirmarlo.

Llegó al lugar exacto, el lugar de dónde provenía esa melodía, como aún estaba en las alturas, solo vio cabezas, logró divisar una cabellera azabache, rodeada de muchos hylianos, zoras e incluso ornis.

— vaya, desconocía esto  — asumió que era una persona que cantaba a cambio de rupias, antes de ser campeón conoció a muchos hylianos que hacían lo mismo, pero desde el primer aviso de Ganon, desaparecieron repentinamente.

Deseaba bajar y ver quién era y escuchar mejor la canción, pero no iba a desconcentrarse de su objetivo.

...

Los aplausos y ovaciones no tardaron en aparecer cuando Kaira hizo el último rajeo en su guitarra, fue una canción distinta, con matices de incertidumbre pero sin perder el ritmo más movido. Algunas personas le dieron rupias, en total recolectó 30 rupias, era neutral, ha tenido días peores y días mejores respecto a las rupias, pero nunca se quejó, siempre fue agradecida del apoyo de los demás.

— ¿solo 30? — dijo Meyrath al contar las rupias que su hermana le había entregado, ésta rodó los ojos — sí, y es mucho comparado con aquella vez que solo me dieron cuatro — el chico de cabellos castaños guardó las rupias en la mochila que llevaba tras su espalda — lo digo porque esta canción nueva fue realmente buena... hasta se me quedó pegada, mi mente no para de cantarla — el semblante serio y molesto de Kaira cambió, a uno más dulce y una gran sonrisa — ay, gracias Meyrath... — llevó su mano a la barbilla, lo cual llamó la atención del hyliano y le preguntó en qué estaba pensando.

— no pasa nada... solo que ya no sé que podemos hacer... extraño nuestra vida de antes ¿recuerdas las veces te colabas al castillo? o cuando te invitaron a una fiesta exclusiva porque ya estaban aburridos de que te entrometieras tanto — Meyrath rio algo avergonzado — era más pequeño, y envidiaba un poco el hecho de que solo te invitaran a ti al castillo.

— era por trabajo enano, y ganaba muchísimo — sonrió de manera pícara — ¡si! me acordé que cuando te daban muuchas rupias me comprabas ropa o dulces, la bendición de las diosas también me llegaba — ambos se echaron a reír.

Una sonrisa melancólica se dibujó en el rostro de Kaira, sintió que las diosas la habían desamparado, no tenía problemas monetarios, pero desde que fue anunciada la intermitente venida del cataclismo todo cambió, el reino se volvió aburrido, monótono, y con justa razón, pero no podía evitar sentir esos deseos egoístas de querer volver a lo de antes, salir más seguido a las calles, ir al castillo, alegrarle la vida a los demás con sus canciones. Sus días eran tediosos, si no estaba componiendo o tocando algo, se paseaba por los lugares cercanos a su hogar o ayudaba a sus padres con el trabajo, pero ya no era lo mismo.

— mejor volvamos, Kaira — interrumpió los pensamientos de la hyliana, dándole un sobresalto — no hay nada más que hacer.

Kaira asintió y ambos se fueron a su hogar, con un gusto extraño en la boca y el corazón apretado.

...

— viví la masacre sin saber por qué... — no se dio cuenta que estaba tarareando la canción de esa misteriosa voz hasta que Daruk le interrumpió — ¡oye! ¿qué estás cantando? — extrañamente esa canción traspasó el cerebri de Daruk y las pocas frases que cantaba Revali en voz baja se incrustaron en su mente, necesitaba saber dónde había escuchado esa canción para completarla.

El orni se sobresaltó de la sorpresa y la vergüenza que le dio ser escuchado, disimuló una tos y tragó saliva con dificultad — por ahí — se limitó a responder.

Daruk hizo unos pequeños berrinches — ay, es que es muy buena, y quiero escucharla entera.

— ¿cómo sabes que es buena si no la haz escuchado completa? — cuestionó Revali como una estrategia para despistarlo de la pregunta inicial; el goron hizo un movimiento con sus hombros, tratando de decir no verbalmente "ni idea". El emplumado rodó los ojos y siguió con lo suyo.

— algún día descubriré quién canta eso y dónde lo escuchaste — susurró el goron.

...

La canción se llama "Flores secas" por la banda chilena Los Tres, todos los derechos de la música a ellos.

Canción de olvido | Revali x LectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora