13. Hombre de nieve

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La noche fue larga para el orni, a pesar de estar relativamente cómodo, su mente no dejaba de repetir lo que había pasado desde que se había desmayado por el cansancio ¿tan desdichada era su suerte para que la encontrara Kaira? ¿habiendo tantos entes vivientes en Hyrule? cada que pensaba en ella viéndolo a él tan débil se avergonzaba ¿a caso era realmente digno de ser el campeón orni si no era capaz de hacer un movimiento en la lluvia?

La inseguridad carcomía su cabeza mezclado con imágenes de Kaira, sonriendo, dándole infusiones medicinales, verla mover sus labios al hablar, recordar su dulce voz al cantar, sentía que en cualquier momento explotaría por no poder poner en orden sus pensamientos.

A penas pudo dormir por los pensamientos intrusivos, y a penas vio el sol a través de la ventana tomó la decisión de irse antes de que los hermanos despertaran. Con mucho esfuerzo volvió a sentarse, recuperó la respiración como pudo, era vergonzoso que un simple movimiento natural se le hiciese tan difícil. 

Como pudo se puso de cuclillas, sus piernas temblaban levemente, sin embargo no hizo caso a su cuerpo pidiendo descanso de manera urgente; logró ponerse de pie, después de algunos minutos tratando de estirar las piernas.

Se dio cuenta que caminar no era tan difícil como imaginaba, eso le dio un subidón de seguridad, y quiera aceptarlo o no, en gran parte fue gracias a Kaira. 

Antes de marcharse debía buscar su bufanda, la hyliana dijo que se la daría cuando estuviese mejor, pero no quería quedarse ningún segundo más, no aguantaba sentirte tan inútil, y si seguía más tiempo con ella su cabeza iba a terminar por explotar.

Se movilizaba lentamente dentro de la casa, abría cajones con sumo cuidado para no meter ruido y despertar a los hermanos, pero no estaba su bufanda ¡no podía perderla! era símbolo de su valentía, el orgullo de su aldea.

Se le ocurrió la idea de que podría estar en la mesita de noche al lado de la cama, pero era terreno peligroso, ambos seguían durmiendo y era mucho más fácil despertarlos a esa cercanía, aún así se adentró hacia la esquina de la casa, donde estaba ubicada la cama y pegada a ella la mesa de noche.

No pudo evitar ver a Kaira cuando llegó, era una escena realmente adorable, Meyrath estaba pegado a la pared dándole la espalda a su hermana, y ésta tenía un brazo por encima de su cuerpo, acurrucándolo junto a ella, y su otra mano se posaba sobre sus cabellos color castaño, no sabía si sentirse agradecido por ver a Kaira dormir o sentir envidia por su hermano.

Una loca y fugaz idea de tocar su rostro pasó por su mente, pero no era lo correcto, para nada. Abrió el cajón de la mesita de noche y efectivamente allí estaba su bufanda, arrugada, pero al menos estaba.

La tomó y cerró el cajón con más delicadeza que cuando lo abrió. Se quedó un momento estático observando nuevamente a los hermanos, específicamente a Kaira, tenía ganas de despertarla y darle las gracias, pero su orgullo y ganas de escapar eran más grandes.

Colocó la bufanda en su cuello, luego la arreglaría para que no estuviese arrugada, se dio media vuelta y caminó cuidadosamente a la puerta, estaba contento de haber logrado su cometido, recuperar su pertenencia y salir airosamente sin despertar a nadie.

Cuando abrió la puerta, se detuvo en seco y tragó saliva sonoramente.

— ¿ya te vas? — dio media vuelta, era Kaira, todo su plan se había arruinado, aún así no perdió la compostura, seguía siendo el mismo Revali de siempre, con su mirada altiva.

— creo que ya te he molestado mucho, más a tu hermano, lo mejor es que siga con mis cosas — respondió fríamente.

Kaira bostezó y tapó su boca cuando la abrió, luego rascó sus ojos ¿por qué esos actos eran tan tiernos para el orni?

— vuelve a dormir — le respondió ante sus actos.

— ¿estás seguro de que estás bien? si te vas ahora puede que recaigas peor, además debo quitarte el vendaje.

— nos vemos lue... — la mano de la hyliana tomó su ala más cercana, ya que una de ellas estaba en el pomo de la puerta, eso hizo que el plumaje de Revali se esponjara y los burdeos se fueran a todo su rostro.

— antes de que te vayas déjame al menos cambiarte el vendaje, no quiero que se infecte.

Volteó a mirarla, y a pesar de estar con cara somnolienta, estaba dispuesta a limpiar sus heridas y cambiar el vendaje, sin embargo no iba a acceder, ahora estaba completamente consciente y se rehusaba a que tocaran su cuerpo.

— no creo que seas digna de hacer eso — eso no tuvo mucho sentido, pero dentro de la mente de Revali era cierto.

— no es si soy digna o no, no quiero que tus rasguños se infecten — seguía sin soltar la ala ajena, eso ponía más a la defensiva a Revali.

A pesar de estar secretamente disfrutando del tacto ajeno, se soltó con brusquedad, haciendo que Kaira soltara un respingo.

— gracias, pero hay personas capacitadas para eso — dicho eso cerró la puerta con brusquedad, para luego irse directo a la aldea, pensó en volar, pero sus alas seguían adoloridas.

Mientras tanto Kaira se quedó en el mismo lugar en el que Revali la había dejado, en su interior detestaba sus acciones tan infantiles y orgullosas, pero también entendía toda la presión que sentía e intuía que era un orni muy inseguro, y que necesitaba de constante aprobación ajena, sino no se explicaba el por qué tenía esa actitud.

— no sé por qué te esmeras tanto en ayudarlo — volteó sorprendida al escuchar la voz de su hermano — no merece que seas tan amable con él, es un mal agradecido.

La hyliana se acercó a su hermano menor y acarició sus cabellos, como solía hacerlo casi constantemente — creo que todos merecemos ser felices, y si tenemos la oportunidad de hacer a alguien feliz nunca hay que dejarla pasar, aunque luego te  traten mal por ello, te quedarás con todo lo bueno y que tal vez en el futuro tu ayuda sirvió de algo.

— si, pero ese tipo es diferente, no dejaba de tratarte mal, me alegro de que se haya ido.

— la tormenta acabó, hoy podremos hacer muñecos de nieve.

Canción de olvido | Revali x LectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora