28. Eso que tú me das

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La semana siguiente llegó en un abrir y cerrar de ojos, tanto Revali como Kaira no pudieron verse hasta el día de la celebración del cumpleaños de la princesa.

Tal como decían los rumores, se haría una fiesta privada donde estarían los internos del castillo y los campeones de la bestias divinas, sin embargo contaría con una pequeña orquesta y banquete para los y las invitadas.

Cuando Revali recibió la invitación, había un pequeño espacio en blanco donde debía poner quién sería su invitado o invitada, dónde residía y si ya había acudido al castillo, para la suerte de todos Kaira era conocida de la princesa por lo que su acceso no sería tan difícil, además de que ya había pisado el interior del castillo con anterioridad.

Escribió los datos correspondientes y envió la carta de vuelta al castillo de Hyrule, de alguna manera estaba emocionado por aquel día, después de largas semanas podría ver a su amada, y aunque no tuviesen permitido de alguna manera ser melosos entre ellos, el hecho de verla ya era suficiente.

Aquella pequeña celebración comenzaría a la 3 de la tarde, para que los y la invitadas no tuviesen que devolverse durante la noche a sus hogares.

El rey seguía pensando que era una idea precipitada, pero, aunque tuviese que cumplir con sus mandatos como rey, no dejaría de lado el único momento donde Zelda podría despejarse por unos momentos de todo lo malo del mundo.

Revali no iba a vestir con una etiqueta especial, usaría la bufanda de campeón creada por la princesa, su prenda pegada al pecho en conjunto con unas hombreras que marcaban aún más su marcada figura.

Por el lado de Kaira, estaba al borde del colapso en contraste con Revali que se puso casi lo mismo de siempre. No sabía si ponerse un vestido corto, largo, hacerse un peinado especial o dejarse el cabello suelto, ya había ido al castillo antes, pero esta vez sería diferente, no iba como una bufona o música, iba como la acompañante de un campeón, del campeón más orgulloso y superficial.

De su armario sacó tres prendas, una era su camisa blanca con pantalones negros y zapatos, el otro era un vestido corto de color crema con botines negros y el último era un vestido largo color negro.

Sintió golpes en su puerta, al no haber escuchado quién era no le quedó de otra que dejar pasar a la persona que golpeaba, al ver a su madre le sonrió nerviosa, sus padres sabían que iba al castillo, pero no que sería una especie de fiesta privada y que sería acompañante de su amado.

Ellos sabían que Kaira estaba experimentando las efervescentes emociones del amor, ya que Meyrath les contó un poco la historia aquel día que fue desesperada a pedirle a Revali que la perdonara, pero su hermano nunca dijo que aquel muchacho era un orni, menos el campeón que piloteaba a Vah Medoh, Kaira sabía que tenía que decirles, pero no sabía cómo hacerlo ni en que momento.

— hola Kairita ¿puedo pasar?

— claro mamá, entra — su madre entró tímidamente y cerró la puerta tras de ella, en una de sus manos llevaba una bolsa de color negro, la dejó sobre el espacio libre de la cama de su hija y se acercó a ella.

Vio que tenía esas tres prendas a los pies de la cama, le causó un poco de gracia verla tan nerviosa y dudosa de algo que ya había hecho antes.

— mi niña ¿por qué tan ansiosa? no es primera vez que vas al castillo, y lo último que te preocupaba era la ropa.

— pues... es distinto — se quedó un par de segundos pensando en cuál historia sería la más convincente para que su mamá no dudara de lo que realmente estaba pasando — mañana es el cumpleaños 17 de la princesa, pero se lo celebrarán hoy de manera privada ya que mañana debe realizar mandatos reales, y bueno, va a cumplir 17, cada vez le queda menos para ser una adulta y bueno, quería estar vestida para una ocasión tan especial.

Sonrió internamente de manera triunfante al ver a su madre convencida con la historia.

— ya veo... Meyrath me dijo algo parecido hace unos días, y por eso decidí traerte esto.

— enano chismoso —

La madre se sentó sobre la cama y abrió la bolsa que había traído, sacó de ella un traje de dos piezas, la superior era una especie de blusa sin mangas pegada al cuerpo, en la zona del pecho formaba un corazón, solo cubría sus partes privadas superiores y su estómago, era de espalda abierta y de un color celeste pastel, y la parte inferior era una falda de color blanco que llegaba un poco más arriba de los tobillos, permitía reflejar el calzado de la persona en cuestión.

Kaira quedó maravillada al ver el traje, era sumamente precioso a su vista.

— usé esto cuando tuve una cita con tu padre, lo confeccionó tu abuela a mi medida, pero te conozco como la palma de mi mano y sé que te quedará a ti también, pruebatelo a ver qué tal.

La muchacha se acercó al traje extendido sobre lo poco que quedaba de cama, tomó la parte superior, le intimidó que expusiera mucha piel, estaba acostumbrada a sus vestidos que solo ponían al descubierto sus hombros y tenían mangas de farol que tapa parte del inicio de sus brazos.

— no crees que es un poco... ¿fuera de lugar? — su madre negó con la cabeza — creo que es perfecto para esta ocasión, además será de día ¿no? se supone que volverás antes del anochecer así que no pasarás frío.

Lo inspeccionó nuevamente, al ver sus medidas presentía que iba a quedarle justo, y así fue. Rápidamente se desvistió, quedando solo en ropa interior para ponerse la parte superior e inferior del traje de su madre.

Una vez puestas las prendas se acercó a su madre un poco tímida — ¿qué tal me veo?

Los ojos de la madre se abrieron y brillaban como el firmamento nocturno, por un segundo pensó que le quedaba horrible, pero al ver a su madre sonreír quitó esos pensamientos de su mente — Kairita te ves bellísima... — la susodicha dio una vuelta en su mismo eje para que su madre viese en 360 grados el traje sobre su cuerpo.

— ¿te sientes cómoda?

— sí, solo me apreta un poco en las caderas... pero no llega al punto de molestar, espero que no se rompa al sentarme.

La madre rio por lo bajo — no pasará linda, me alegra de que te haya gustado y te sientas cómoda, ya tienes el traje listo — se levantó de la cama para acercarse a su hija y abrazarla.

— mi única niña, mi niña mayor, pásalo muy bien... lamento que todos tengamos que vivir al límite pensando que mañana podría acabar el mundo, así que disfruta cada segundo que nos queda de vida, el tiempo es tan efímero y la vida tan injusta, que de nosotros depende cómo la vivamos, elige siempre ser feliz ¿sí?

Kaira asintió, besó la mejilla de su madre y le dio las gracias por sus palabras de aliento y por el vestido, le prometió que lo cuidaría de cualquier mancha de bebida o comida.

Cuando la madre se retiró de la habitación, Kaira se fue en dirección a su pequeño espejo que estaba al lado del armario, vio su rostro y sus hombros al descubierto, miró sus pechos y vio que solo los tapaba aquel trozo de tela, sus clavículas, su cuello, su espalda y sus brazos estaban al descubierto, se sentía desnuda, pero no le desagradaba, solo era cosa de costumbre.

Se puso unos zapatos de plataforma (no tan altos) de color gris que hacía juego con la tonalidad de colores del traje. Sus nervios volvieron a su cuerpo al pensar que vería a Revali, desde que declararon su amor por el otro cada salida con él conllevaba sentir un manojo de nervios. Además, pensaba en el rey, la princesa, qué dirían si la ven con Revali, o qué diría éste al verle en un traje rupturista que nunca le había visto usar.

Canción de olvido | Revali x LectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora