Canción de olvido | Revali x Lectora

38. La despedida

Los dos nos quemaremos en el infierno, mi ángel, preparé nuestra despedida a la tierra, mi ángel, y quiero irme contigo, quiero morir en tus brazos, que el mar se lleve nuestros cuerpos y la sal lave nuestros corazones, aún te amaré.

— Kaira, vinieron ellos... — temeroso apuntó a la ventana donde se veían tres siluetas que reconoció de inmediato — déjalos pasar — respondió con frialdad.

Acató y abrió la puerta, era Impa acompañada de los sheikas que le salvaron la vida aquel catastrófico día que todos anhelaban olvidar.

Impa le preguntó al menor de cabellos castaños si podían entrar, éste, temeroso y aún algo confundido les dio el acceso de entrar aunque la casa no fuese de ellos. Ambos estaban pasando por un momento muy difícil, el trauma que se apoderó de sus cuerpos después de vivir aquella pesadilla hace un par de días seguía latente, Meyrath de vez en cuando tenía episodios de ansiedad, recordaba todo lo ocurrido y terminaba derramando lágrimas sin parar, Kaira debía acudir en su auxilio y practicar ejercicios de respiración para que no se ahogara con su inestable forma de respirar.

Mientras que Kaira solo se quedaba estática, como si se tratase de una estatua, a penas comía, no se comunicaba con nadie excepto con Meyrath cuando necesitaba de su ayuda, se sentía fatal, solo pensaba en sus padres y el amor de su vida, quería verlos, que golpearan la puerta de aquella casa y entraran para abrazarla, pero cada día perdía más la esperanza, no derramó ninguna lágrima a pesar de todo, eran tantas las emociones y pensamientos que la inundaba que no podía hacer otra cosa.

Fueron acogidos por una pareja joven de sheikas, los cuales trataron de ayudar a los hermanos dentro de lo que podían, pero solo Meyrath accedía a conversar con ellos.

— ¿están solos? — preguntó Impa cerrando la puerta tras de sí, creyó que moriría de pena al ver a los hermanos con prominentes ojeras, ojos melancólicos que pedían ayuda a gritos y lo apagadas que estaban sus almas, pero no debía perder la compostura — sí, Tobi y Zofía fueron a comprar.

— quisiera hablar algo con ustedes — una gran tormena de tristeza se posó en su cabeza, suspiró pesado mientras pensaba en cómo les diría las novedades que traía respecto a sus padres y el campeón Revali.

— ¿sabes algo de nuestros padres? — Meyrath seguía de pie, Kaira estaba sentada en un largo sofá que estaba cerca de la puerta de entrada, por lo que aunque no fuese partícipe de la conversación podía escuchar todo con claridad.

— sí, y sobre el campeón orni Revali, sé que para ustedes es relevante — no quiso nombrar a Kaira directamente, se supone que ella no sabía nada de lo que tenían ellos dos, y seguía sin saberlo con claridad, pero simplemente no quería ser tan invasiva.

El nombre Revali resonó en su mente como una gran campana de una iglesia, de manera inconciente levantó su cabeza que estaba pegada al suelo para mirar por primera ves a Impa, ésta y todos los que estaban presentes se impresionaron al notar que la existencia del orni fue lo único capaz de sacar a Kaira de su propio mundo.

No dijo nada, pero su mirada pedía suplicante una buena noticia, Impa trató de sonreírle antes de tirar la bomba sobre su vida.

— con permiso... — se alejó de los sheikas que la acompañaban y tomó asiento en el mismo sofá que Kaira — ¿puedo sentarme acá? — ya estaba sentada, pero aún así prefirió preguntar por si sus acciones eran incómodas para Kaira, ella no respondió, volvió a mirar el suelo, muerta en vida.