17. Ella usó mi cabeza

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Las calles en la ciudadela eran cada vez más tristes, más inerte, el pasto más afligido y las casas lloran por la melancolía.

Caminaba sola un día de candente sol, extrañaba el Hyrule de antes, lleno de vida, pero sabía que su amado Hyrule no volvería a ser lo mismo hasta que Ganon fuese derrotado.

Veía el castillo, cada vez que lo veía juraba ver un nuevo soldado custiodarlo, eso le confirmaba que el reloj del mundo estaba por dar las doce.

— esto es una maldita broma... — estaba lo suficientemente cerca del castillo como para ver quién caminaba por su alrededor, y lo suficientemente lejos como para que los guardias no la echaran.

Vio al testarudo orni, el cual la trató pésimo un tiempo atrás, desde aquel entonces no volvió a pisar al aldea orni, no por la indeseada presencia de Revali, sino por lo peligroso que era el viaje para ella, su caballo y su familia.

Se quedó estática observandolo, pensaba que si no movía ningún músculo éste no notaría su presencia. Lo vio salir de una entrada que ella nunca había visto, estaba pegada al suelo, asumió que era una puerta habilitada para trabajadores o soldados del castillo.

Sabía que él era importante, pero le impresionaba poner esa imagen mental en la realidad, y para su suerte o desdicha, se estaba acercando a la ciudadela ¿a qué venía?

Entró en pánico, no tenía ganas de hablar con él, menos seguir discutiendo, pero tenía egoístas deseos de que él la viera, aunque fuese de lejos, quería que los ojos del orni la viesen.

No por su cómoda vestimenta que era un pantalón café oscuro y una camiseta negra pegada a su cuerpo, sino porque quería ver su reacción.

Kaira sabía que algo le molestaba al orni sobre su presencia, quería saber qué era, si era su forma de ser, de vestir, o simplemente su existencia, y ¿por qué le molestaba tanto? ¿por qué se sonrojaba cuando la veía? ¿por qué ponía muros cuando se acercaba?

¿era odio? ¿rechazo? o quizás...

— ¡no, imposible! — el amor fue lo último que pensó, un orni como él no debería importarle algo tan superficial, aunque muchas de sus acciones eran de alguien enamorado, sus palabras despectivas la hacían dudar.

Además eran de una raza distinta, el amor era lo que menos debía haber.

Pero sintió enojo cuando su estómago cosquilleó ante la idea de que el orni tuviese sentimientos de amor por ella ¿por qué le entusiasmaba?

Había pasado mucho tiempo sobrepensando, ni sabía como Revali había llegado tan rápido a la ciudadela, era relativamente pequeña pero estaba alejada del castillo.

Se escondió tras una casa, miraba de reojo al orni, lo vio perdido, miraba cada casa con mucho detalle.

— ¿estará perdido? ¿debería ayudarlo?

Quería ayudarlo, pero no quería tenderle una mano después de que él la había tratado tan mal.

¿por qué no volaba?

Tal vez — ¿quiere verme? — esa idea también la lleno de entusiasmo y su corazón volvió a acelerarse.

Pensó en seguir caminando como antes, y si Revali le hablaba iba a responderle, sino iba a ignorarle, quería que él la mirase, quería ver su reacción al verla, simplemente añoraba la sensación de adrenalina que sentía al ver la esmeralda de sus orbes.

Salió de su escondite y caminó, miraba a todos lados menos al frente, de dónde venía el orni, se toparían frente a frente, su plan estaba funcionando.

Llegó el momento en el que se toparon, el rostro de Revali era un poema, mezcla de confusión, sorpresa y nervios se reflejaban en todos sus ragos faciales, vio a Kaira muy tranquila como siempre y eso terminó por descolocarlo.

Rápidamente recuperó la compostura, vio que ella esbozó una dulce sonrisa y movió su diestra como un saludo.

— hola ¿qué haces acá? — preguntó seco.

— pues, vivo acá ¿lo olvidaste? — siguió sonriendo.

— sí... — en realidad no lo había olvidado, simplemente quería conversar con ella.

— lo supuse, seguro no era una información importante para ti ¿tú qué haces acá?

— tuve una reunión con el rey y la princesa, nada nuevo — Kaira aguantó la risa, sabía que se estaba haciendo el interesante.

— wow, interesante — respondió con ironía — por casualidad ¿vas a volver a ver a la princesa?
— si Ganon no viene antes, sí ¿por qué?
— quería saber si podías enviarle un saludo... de mi parte — realmente extrañaba a la princesa, a pesar de verla pocas veces lograron entablar una bella y fugaz amistad.
— no tengo problema, pero ¿por qué no vas tú?
— no es tan fácil entrar si no recibes una invitación o vas acompañada de alguien de la realeza, y dudo que me inviten.

El orni asintió con la cabeza — ¿te parece si un día vamos... juntos? — decir esa última palabra se me hizo muy difícil, casi se atraganta con su propia saliva por los nervios.

Su comportamiento era muy distinto al de la última vez, estaba siendo genuinamente amable y respetuoso ¿qué le hizo cambiar? pensó Kaira.

Ella no sabía que Revali estaba haciendo grandes intentos de dejar su orgullo y sus responsabilidades de lado, había decidido dejarse guiar por su corazón y darse el permiso de sentir sus emociones y fluir con sus sentimientos, al menos por un tiempo para coleccionar nuevas experiencias antes de Ganon, tal como le aconsejó Teba aquella noche.

— ¡¿d-de verdad?! no es broma ¿cierto? — su genuina amabilidad le sorprendía.

— sí o no, responde antes de que me arrepienta.

— ¡claro que sí! pero ¿no estaré interrumpiendo?

— mi próxima quedada con la princesa es dentro de Vah Medoh, al yo ser el piloto yo veo quién entra y sale, además no solemos hablar cosas tan privadas, solo investigamos más de sus funcionalidades.

— ¡¡wooow!! ¡¿estaré en una bestia divina?! — su rostro lleno de euforia y su felicidad candente le recordó a una niña pequeña, le causó mucha ternura y no pudo evitar sonreír.

— no hagas tanto escándalo, vas a molestar a los demás — acalló sus pequeños gritos — se supone que nos veremos en tres días más en el pueblo orni cuando el sol esté en su punto, si no llegas puntual no podrás subir — dijo lo último un poco amenazante.
— no llegaré tarde, ten eso seguro.
— más te vale.

Hubo un silencio incómodo, querían hablarse de muchas cosas pero el miedo era su gran impedimento. Compartían miradas nerviosas.

Revali vio de cabeza a los pies a Kaira, a pesar de sus vestimentas simples, la camiseta de cuello alto hacía marcar su figura, sintió su cara arder al pensar en ello y percatarse de su linda figura, solo la había visto con grandes abrigos por la temperatura de su pueblo.

Nuevamente se perdió en la miel de sus ojos, incluso apostaría a que sus mejillas estaban teñidas de un rosa pastel.

— ¿ahora te vas a casa?
— pensaba dar una vuelta por acá, pero está todo cerrado al parecer.
— sí, creo que todos saben que se avecina lo inevitable, antes todo esto estaba lleno de vida, risas, alegrías, y ahora todo es... miedo.

Fue testigo de cómo su semblante emocionado cambió drasticamente a estar afligido, sus ojos melancólicos y su sonrisa desaparecida amargó su corazón.

En ese momento supo su nuevo objetivo, lucharía para ver esa sonrisa y no dejarla desaparecer.

— no durará mucho, cuando eliminemos a Ganon esa alegre ciudadela volverá, es una promesa.

Miró a Revali esperanzada, por un segundo lo vio como su salvador, aquel que la sacaría del hoyo de la depresión y el trauma de vivir una catástrofe de esa calibre.

Le regaló una sonrisa sincera, no era tan amplia, pero estaba cargada de emociones, melancolía y paz.

Finalmente ambos se sonrieron, aquel día sellaron su pacto de volver a verse, y rescatarse mutuamente de sus propios demonios.

Canción de olvido | Revali x LectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora