Canción de olvido | Revali x Lectora

19. Noche en la ciudad

Revali había perdido la noción del tiempo, estaba completamente concentrado en la muchacha que tenía en sus brazos, tal como era en sus más profundas fantasías, pero evitando el detalle de que ella estaba llorando desconsoladamente.

¿por qué había explotado de la nada? le sorprendía verla así, siempre demostraba ser positiva ante todo y lo poco que le importaba Ganon, no sabía con certeza qué fue lo que desencadenó su amarga pena, pero eso no importaba mucho en aquel momento, sino más bien calmarla un poco.

Sus sollozos eran silenciosos, las plumas de su pecho estaban llenas de las cataratas saladas, y aunque en cualquier otro contexto eso hubiese sido sumamente asqueroso para él, era peor ver a Kaira frágil y desorientada.

Lo único que sabía es que era de noche, el sol se había escondido hacia mucho tiempo, Kaira no dejaba de llorar y aferrarse al cuerpo ajeno, de a poco Revali tomó confianza en él mismo y en sus instintos y acarició con más cariño los cabellos y la espalda de la hyliana, no interfirió en su llanto, no dijo nada, pensaba que lo más correcto era dejarla ser, que liberara aquellas emociones que estaban encerradas.

No le cabía en la cabeza cómo el dolor ajeno era tan importante para ella, su mayor sueño era ver a los demás felices, como si fuese una diosa o una líder, velaba por el bienestar de los demás, inclusive el suyo, a pesar de haberla tratado con frialdad todo este tiempo, ella seguía buscando su felicidad; se parecía mucho a su amiga Liv, que adivinaba lo que le pasaba con tal solo mirarle, pero a diferencia de ella nunca la vio llorando por su propio sufrimiento.

También pensaba en qué iba a hacer, recordó que Kaira tenía familia y debía volver a su casa, podría ofrecerse a dejarla en su casa, pero asumió que había venido a caballo y no iba a dejarlo en la posada ¿qué podía hacer? le daba terror dejarla ir sola tan tarde. Tendría que acompañarla hasta su hogar y luego devolverse, pero era casi seguro que recibiría una regañada por parte de su hermano menor y no tenía muchas ganas de discutir, menos teniendo a Kaira tan sensbile.

Todas las posibilidades que planeaba tenían un pero.

Mientras imaginaba la mejor opción para que Kaira volviese sana y salva a casa, ella disminuyó su llanto, cada vez era menos constante y fuerte, sus lágrimas cesaban con lentitud. 

Al igual que le orni, había perdido la noción del tiempo en su totalidad, durante las horas en las que su tristeza estaba en su cúspide olvidó todo, la hora, sus responsabilidades, solo eran sus lágrimas escapando desesperadas, inclusive había olvidado a quién estaba abrazando.

Lo primero que pensó fue en que Revali no la echó a patadas, si a penas soportaba su presencia peor sería para él el contacto físico, pero ahí estaba, enredando sus hebras oscuras entre sus dedos y tocando su delicadeza su espalda, sus plumas eran tan finas que de vez en cuando le causaban cosquillas.

Se sentía plena y feliz en sus brazos, creía que nada malo podía pasarlo si estaba rodeada por esas grandes alas, pero seguía dudando qué era lo que realmente pensaba aquel orni sobre ella ¿por qué la odiaba, pero también la buscaba? ¿por qué la trataba mal y luego buscaba sus brazos?

Haber descargado sus más oscuros sentimientos la dejó completamente agotada, como si hubiese batallado contra una tropa de monstruos o caminado desde su casa hasta el poblado orni, su cabeza dolía como el demonio y su nariz taponada impedía que su respiración tuviese un buen ritmo, a penas abría los ojos por el ardor que sentía en ellos, realmente llorar era una molestia, pero muy liberador.

— oye, ya es tarde... debes volver a casa — Revali acercó su cabeza hacia la ajena para susurrar, peor no hubo respuesta, recién se había percatado que no estaba llorando.