11. Luz y narcisos

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Las grandes gotas de agua se impregnaban en la ventana, recorrían todo el tejado hasta llegar al suelo y se hacían uno con la nieve, Kaira y Meyrath disfrutaban de una tarta de manzana y té de variadas infusiones que relajaban hasta la punta de sus cabellos.

Meyrath le reclamaba a su hermana las ganas que tenía de salir a jugar en la lluvia, pero ésta le recalcaba lo peligroso que podía ser, tanto por los posibles monstruos como el futuro resfriado que agarraría y que no eran tiempos para despilfarrar rupias en eso.

De vez en cuando se escuchaban truenos y se veía una fugaz luz inundar los vidríales de la pequeña casa, a pesar de ser las 7 de la tarde la luz era casi inexistente e incluso el ambiente era un poco lúgubre.

- me alegro de que Durazno esté sano y salvo - agregó Meyrath luego de darle un sorbo a la taza de té que tenía en sus manos - sí... y esto da para largo, creo que no podremos hacer muñecos de nieve por ahora.

Kaira tenía la mirada pegada en la chimenea, se percató que cada vez se hacía menos notoria las llamas de fuego y el naranja intenso del mismo, pensó en que debería buscar más, pero el clima no era el mejor aliado para salir.

Recordó que quedaban algunas tablas cortadas a un costado de la casa, no iba a demorarse más de diez segundos en salir y entrar.

Se levantó de la silla del pequeño comedor, su hermano le miró con interrogante - ¿dónde vas?

- buscaré más leña, me alegro de haber cortado un poco de madera en la tarde, no tardo nada - le regaló una sonrisa a Meyrath antes de ponerse una chaqueta negra parecida a una gabardina para cubrir sus ropajes del agua.

Pasó el marco de la puerta y cerró esta con cuidado, miró a su alrededor y respiró con exageración, sentía el dulce aroma de madera mojada, a bosque húmedo, y la inundó de paz. Las gotas eran cada vez más agresivas, caían rápidamente al punto que llegaban a lastimar la piel.

Sus sentidos se dispararon cuando sintió pasos, pensó que podrían ser monstruos, y no llevaba su guitarra para defenderse, pensó seriamente en volver sin más, pero debía sacar madera si no quería que su hermano y ella se congelaran durante la noche.

El ruido venía de un camino formado por los mismos árboles, era parecido a un arco de robles frondosos, el paisaje oscuro y lluvioso daba vibras de un filme terrorífico.

- si no me deshago de ese monstruo, puede atacar a Meyraht - pensó. Estaba armándose de valor para ir, no sin antes coger una leña delgada pero larga para simular un objeto punzante que podía lastimar, Kaira nunca fue partidaria de la violencia, pero por su familia y seres queridos era capaz de todo.

Se acercaba al ruido cada vez más, sus pisadas eran sigilosas, o eso trataba de simular, por dentro estaba muerta de miedo, su corazón latía a mil por hora y el nudo de su estómago era difícil de desenredar.

Estaba llegando a un lugar llano, de lejos divisaba una casa parecida a las características casas de la aldea orni, por un momento pensó lo peor, esperaba toparse con un o una orni lastimada o ya fallecida.

Apretó aún más fuerte el trozo de madera que tenía en sus manos, miró a todos lados por si aquel ente maligno estaba cerca y dispuesto a atacar, pero soltó un gran suspiro al ver a un orni de tonalidades azuladas totalmente empapado, estaba agachado, su cuerpo temblaba, no llevaba ningún abrigo o algo para protegerse de la tormenta.

Lentamente bajó la madera de sus manos y a pasos apresurados pero suaves se acercó al orni, tuvo que bajar la mirada para ver detalladamente su espalda, vio algunas heridas por la parte de los hombros, llevaba solo una bufanda al cuello.

- ¿será...?

Se le vino a la mente una especie de flashback de aquel orni que la salvó de los monstruos, que la acorraló contra la pared de la cabaña para que ninguno de ellos la viese, corrió a socorrerla sin temor y reconoció esa bufanda como el símbolo de los campeones de Hyrule.

Canción de olvido | Revali x LectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora