Egan
Acabé llegando media hora tarde al trabajo. Míriam, mi jefa, me estaba esperando con los brazos cruzados, a su lado estaba Alba poniendo cafés rápidamente, porque había mucha cola y sólo un camarero.
– Que sea la última vez.
Fue lo único que me dijo Miriam, normalmente era seria y fría, pero hoy más todavía. Me tendió el delantar cuando fui a darle una explicación, y al ver que no la quería escuchar, asentí levemente, notando como mis mejillas se sonrojaban. Me daba cierta vergüenza la situación, yo casi nunca llegaba tarde y no estaba acostumbrado a estas situaciones.
Ágilmente me puse el delantal blanco sobre el uniforme azul marino que ya traía puesto desde casa. Sin decir nada más, me puse al lado de Alba, atendiendo a los siguentes en la cola.
Hubo un momento en el que ambos estábamos preparando unos helados, entonces ella levantó la vista, sonriéndome.
– Hola.
Susurró alba. No pude evitar devolverle la sonrisa, como un tonto, durante esos segundos que nuestras miradas coincidieron.
– Hola a ti también.
Volvimos a centrar nuestras miradas en nuestras manos, en lo que estábamos haciendo, hasta que Alba volvió a susurrar.
– No me has contestado a los mensajes.
– He estado ocupado.
Siempre ocurría lo mismo con nosotros.
Había acabado de preparar lo de mis clientes, por lo que me alejé de la nevera de los helados para volver a la barra y seguir trabajando.
Alba no tardó mucho en volver también a la barra, y al acabar de cobrarles a los clientes que teníamos delante, ya la larga cola que había formado mi retraso se había evaporado.
– Voy a encargarme de atender a las mesas.
Cerré la caja tras decir eso y cogí la libreta con el bolígrafo que tenía al lado. Estaba dispuesto a ir a las mesas, hasta que la mano de Alba agarró mi brazo. Me estaba mirando fijamente, de una forma seria.
Su pelo castaño lacio estaba recogido en una coleta, para poder trabajar mejor. Sus labios tenían toques de pintalabios rojo, además, la había visto tantas veces sin maquillaje que sabía perfectamente todo lo que llevaba en ese momento.
Sin embargo, no me fijo en nada de eso, sino que centro mi mirada en sus ojos, que miran a los míos también. Ese color miel que tenía con esta iluminación, porque normalmente eran más oscuros.
– He cortado con Fran. – Sólamente me fijaba en sus ojos, pero noté como se relamía su labio inferior, de una forma sutil, porque estaba nerviosa. – ¿Puedes venir esta noche a mi casa?
Sabía lo que iba a decirme incluso antes de que abriera la boca.
Siempre ocurría lo mismo, llevábamos casi dos años en este bucle, y parecía que no se acababa nunca.
– Claro. – Dije cogiendo su mano con la mano que yo tenía libre, apretándola levemente. – Lo que necesites.
El problema de ese bucle era que yo siempre accedía. Ella sabía muy bien como mirarme, hablar y actuar para que con sólo una mirada y tres palabras, volviera a caer.
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23:22 [COMPLETA]
Romance¿Qué le puede faltar a una persona que tiene todo lo que desea casi al momento? Avery Moore lo tiene claro: Libertad. Carece de la cosa que más necesita y ansía. Ha hecho un pacto con sus padres: Estudiará este año derecho, y el siguiente podrá deja...