Capítulo 18

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- ¿Esa no es Avery?

Al escuchar eso entre el bullicio de la gente, me vi obligada a dejar las bolsas que cargaba en el suelo y girarme para ver si alguien me estaba llamando.

La voz me sonaba familiar, pero no llegaba a reconocerla.

Miré alrededor mía, pero había mucha gente entrando y saliendo del supermercado, así que hasta que no me fijé mejor no los pude ver.

Egan estaba a metros de mi, con la misma expresión que yo, intentando ver a quien señalaba su hermana. Parece que finalmente me vio, justo cuando yo también lo miraba, y su hermana tiró de él para acercarse a mi.

Mientras que yo iba con varias bolsas cargada, ellos iban sin nada; irían a entrar ahora a comprar. Menos mal que me habían visto en la zona techada, porque estaba lloviendo mucho como para pararme en mitad de la calle, y no llevaba paraguas.

Sonreí ampliamente cuando estaban ya enfrente mía y, dejando las bolsas solas en el suelo, alcé mis brazos y abracé a mi supuesto novio, el cual me correspondió al abrazo rápidamente.

- Felicidades, mosquito.

Dije con un tono alegre pero en un tono bajo, puesto que mi boca estaba al lado de su oreja.

- Gracias, gracias.

Contestó mientras me separaba ya de él, para volver al lado de mis bolsas. No se me iba a olvidar, hoy era su cumpleaños, y esta tarde nos había invitado a su casa.

Aunque yo llevaba unos años en los que mi cumpleaños era un desastre, siempre me había gustado celebrarlos, sobre todo los de los demás. Me daba mucha alegría en los cumpleaños, y eso seguro que se notaba en mi rostro.

Me había olvidado de que su hermana también estaba, así que también la saludé.

- Hola, Adriana. - Ella me devolvió el saludo con un movimiento de mano, y yo alternaba mi vista entre los dos. - ¿Y qué hacéis aquí?

Sabía el sitio en el que estábamos, obviamente habían venido a comprar, pero por la ubicación que me mandó ayer Egan, vivía en otra zona más lejana de la ciudad. Yo, sin embargo, vivía a dos calles de este súper.

La hermana de Egan iba a contestar, pero él acabó soltando una frase de sopetón.

- ¿Y tú? Pareces un vagabundo.

Miré a mi propia ropa. Iba en chándal y mi pelo estaba recogido en un moño, pero la mitad de él no quedaba recogido y caía por los laterales de mi rostro.

Lo cierto es que no iba a arreglarme para andar unos metros e ir a comprar.

Fruncí el ceño ante su comentario y le espondí con todo el sarcasmo posible.

- Es que no tenía pensado encontrarme con "su majestad", el rey de los imbéciles.

Obviamente, no me ofendía que me dijera que parecía un vagabundo, pero tampoco me iba a quear callada.

Ante mi comentario, sonrió de medio lado, pero antes de que pudiera decir algo su hermana contestó a mi pregunta.

- El pesado este, que me obliga a venir aquí por no se que chocolate que quiere para su cumpleaños.

- No soy un pesado.

- Claro que sí, también me has obligado a hacerte espaguetis por ser "tu día especial".

- Es que son los mejores.

Yo los miraba divertida, esa pequeña discusión entre ambos. Cuando Adriana se dio cuenta de que seguía ahí delante, me miró entusiasmada.

23:22 [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora