Repasé una última vez el folio que tenía delante, completamente escrito con bolígrafo azul. Los números y las palabras se mezclaban, formando un hermoso conjunto.
Estaba contenta con el resultado, por lo que sonreí al verlo.
Me levanté de mi asiento para ir hacia la mesa del profesor, donde dejé los folios que acababa de escribir sobre otros que ya había.
Examen hecho.
Me despedí con un "adiós" insonoro del profesor, no quería molestar al resto de mis compañeros.
Sabía que algunas cosas no las tenía bien, pero eso no me desanimaba. Era viernes y, aunque me quedaban dos horas de clase, tenía un descanso algo largo. Me daba tiempo de ir a ver a Egan en su descanso de al medio día.
Cogí mi mochila y salí del aula, no iba a tardar en llegar mucho porque el edificio de sus prácticas estaba al lado, pero iba a paso rápido porque estaba algo impaciente.
Estas semanas, entre sus prácticas y mis estudios, no nos veníamos más que en los descansos que teníamos a veces y el fin de semana.
Nada más entrar en el edificio, se acercó Laura a mi. Ya me conocía de todas las veces que había venido, ella sabía en todo momento donde estaba todo el mundo. Tras saludarnos, me hizo la misma pregunta de siempre.
- ¿Vienes por Egan?
Yo asentí, y ella me guió hacia la planta adecuada, acompañándome incluso en el ascensor.
- Ya ha terminado la reunión de esta mañana, está en la sala de archivos B.
- De acuerdo.
Le contesté, siguiéndola hasta aquella sala de archivos en la que nunca había entrado. Primero fue Laura, y escuché como le decía "Avery está aquí", y de su voz escuché un "oh, está bien, dile que entre".
Normalmente cuando estaba con alguien de su trabajo, me esperaba en el pasillo, no está bien visto meter a amigos y familiares en el trabajo. Supuse que estaba solo.
Laura se despidió de mi y yo hice lo que acababa de escuchar.
Me sorprendió aquella sala. Me imaginaba una sala de archivos como un cobertizo oscuro y mugriento. Esto era todo lo contrario, la claridad y limpieza reinaba en cada rincón de la blanca habitación. Había casilleros numerados de una forma que no entendía.
Mi novio estaba cerrando uno de esos casilleros, con un archivo entre sus manos. Me miró mientras se erguía y se ponía de pie de nuevo. Parecía que le costaba hacerlo, como si hubiera estado inclinado mucho tiempo.
Me sentí algo extraña en esa sala, no era mi zona de confort. No solo era ya el lugar que no conocía, sino el hecho de que parecía cansado. Menos mal que fue Egan quien se acercó a mi, dejando un beso sobre mis labios.
- Ya he acabado, ¿Vamos a la cafetería?
- Sabes mi respuesta.
Le contesté con una sonrisa, viendo como se animaba. Me alegré infinitamente de ver que esa actitud cansada y casi derrotada de hacía unos segundos se iba.
- ¿Qué tal tu examen?
Me preguntó cuando íbamos ya hacia la cafetería, tras dejar ese archivo sobre su mesa de trabajo.
Durante el rato que tardamos en ir a la cafetería, le estuve contando sobre como me había salido bien y estaba contenta. Yo sabía que no era suficientemente brillante como para entrar donde quería, pero que había mejorado exponencialmente con respecto a hacía unas semanas.
Él parecía alegrarse por mi resultado, o por verme tan contenta; yo creo que por ambas.
Yo me pedí un té con una tostada, Egan un café con una palmera de chocolate. Evidentemente iba a darme un trozo. Mi especialidad era robarle comida y la suya reirse al ver que siempre prefería lo suyo a lo mio.
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23:22 [COMPLETA]
Romance¿Qué le puede faltar a una persona que tiene todo lo que desea casi al momento? Avery Moore lo tiene claro: Libertad. Carece de la cosa que más necesita y ansía. Ha hecho un pacto con sus padres: Estudiará este año derecho, y el siguiente podrá deja...