Mi madre acariciaba mi pelo, sus dedos se enredaban en mis mechones.
¿Era una déjà vu?
No, esto había ocurrido antes. Yo era pequeña y lloraba, mi madre vino a mi habitación y se quedó toda la noche conmigo. Fue la primera noche que pasé en Nueva York, después de haber pasado toda mi corta vida en París.
Echaba de menos mi antigua vida; ahora también.
- Todo va a estar bien.
Era cierto, todo iba a estar bien. Siempre lo acababa estando. Por muy caótico que parecía estar mi vida, acababa encontrando el orden. Esta vez no iba a ser diferente.
Mi hermana quería haber venido conmigo, pero no pudo. Llamó a mi madre y ésta cogió el primer vuelo que pudo.
Agradecía que no me dejaran sola.
Sin embargo, mi madre se iba a ir ya esta noche. Había pasado aquí cinco días y no podía seguir saltándose sus compromisos.
Me daba rabia, justo cuando había conseguido esa aprobación todo tenía que torcerse.
Mi madre lo había llamado "mi error", sin embargo, lo que más odiaba de esta situación es que yo no lo veía como un error. Sí, me había equivocado, me habían engañado, pero volvería a hacerlo.
Estos meses había sido muy esclarecedores, había descubierto muchas cosas sobre mi misma y sobre la gente que me rodeaba. Había conocido a Carla, Mario y Manu.
Madrid era más bonita si pensaba en ellos.
Al irse mi madre, tuve dos opciones:
1. Volverme a tumbar en la cama y no salir de ahí.
2. Ponerme de una vez con mis obligaciones.
La primera opción era la cómoda, pero no la adecuada.
Antes de elegir, en el paseo de la puerta a mi cuarto, recordé las palabras que Alessia tanto me había dicho:
"No destroces tu vida por otra persona".
Ella me había llamado para ver como estaba y me había repetido aquella frase. No quería que cayera en un agujero, pero se hacía difícil.
Finalmente, hice mi cama y abrí la persiana.
No podía caer en la comodidad, no podía asentarme y conformarme con la tristeza.
Tenía que hacer algo, tenía sueños que cumplir y exámenes que hacer. No iba a apagarme.
Así fue, tomando clases online de la academia, me centré en la física como si no hubiera nada más.
De vez en cuando salía a pasear, evitando al principio ciertas calles. Esas calles en las que habíamos estado hacía apenas dos meses.
Una parte de mi esperaba encontrárselo sentado en el césped de Los Campos Elíseos. Miraba y me quedaba detenida, como si fuera a aparecer de la nada.
Poco a poco, fui dejado de mirar. Al principio me obligaba, pero luego no lo necesitaba.
Acabé dejando de buscarlo en las esquinas.
De mirar el móvil esperando algo de él.
Y, con algo más de tiempo, de pensar en él.
Siempre se colaban pensamientos intrusivos, pero disminuía la frecuencia conforme los días avanzaban.
No me acuerdo exáctamente de que día era, pero al ir a pagar con la tarjeta de crédito, vino a mi cabeza. Dependía económicamente de Gabriel.
Llevábamos sin hablar desde el día de cumpleaños, pero yo pagaba mis cosas con su dinero. El piso era de mi madre, no de él, pero esa tarjeta de crédito era suya, tenía su dinero.
Íba a ser el último día que la usara.
Tuve que pensarlo mucho, además de ponerme a hacer cuentas. Recibía cierto dinero de redes socaiales y algunas marcas. No me iba a hacer falta ponerme a trabajar de camarera o algo parecido, de ahí podía sacar dinero suficiente.
Llevaba sin conectarme a las redes sociales mucho tiempo, solo tendría que volver y sería algo difícil al principio.
- ¿Estás segura?
Fue lo que me preguntó mi madre cuando se lo comenté por teléfono.
- Sí. No necesito nada de él, puedo apañármelas con menos dinero.
Era cierto, no tendría las mismas condiciones que hacía un tiempo, pero podría ganar mi propio dinero.
- De todas formas, yo seguiré pagando el piso y el año que viene la universidad. No puedes decirme que no.
Su tono era serio, y tenía razón. Yo no iba a ahorrar lo suficiente como para pagar todos los meses agua, luz y, en septiembre, matrícula.
- Bueno. Mañana llamaré al banco.
Tenía que aclarar esto con ellos. Cancelar mi tarjeta y cuenta actual, abriendo una nueva en la que recibiría mi dinero.
Eso era fácil, no era problema. Al día siguiente descubrí que era incluso más sencillo de lo que había pensado. En menos de media hora estaba todo solucionado.
Con respecto a volver a las redes sociales, se me hizo algo más pesado.
Mi última publicación fue una que subí en mi cumpleaños, al día siguiente de estar en el karaoke.
Salíamos todos sentados en los sofás del pub, con la mesa llena de bebidas semi-vacías. Estaba sentada entre ellos, en medio, y soplaba una vela que habían puesto sobre una cerveza a modo de broma.
Todos miraban a la cámara, pero él me miraba a mi.
Volvió a mi. Punzante.
Negué antes de quitarla de mi vista, volviendo a mi perfil.
Lo único que modifiqué eran mis historias destacadas, quitando la suya. También las fotos que teníamos los dos juntos a solas, las archivé. El resto eran recuerdos, no iba a borrar las fotos en grupo.
Revisé mi galería, en este tiempo había sacado muchas fotos.
Una foto de París, un corazón marrón.
Todo había cambiado en este tiempo pero acababa de volver a mi esencia.
El 3 de mayo recibí una llamada.
Era Jose Luis, el dueño del local en el que iba a tocar. Me llamaba para ver si iba a tocar y qué necesitaba. Me iba a pagar.
Se me había acabado olvidando completamente, mi suerte fue que había estado practicando en mi piso porque era algo que me gustaba.
Tenía 8 días para seleccionar las canciones y prácticar mil veces. No era imposible.
Acabé aceptando: Iba a tocar.
Volvía a Madrid.
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¡Hola! Es un capítulo cortito, pero tampoco no quería enrollarme mucho.
¿Qué os ha parecido? Sugerencias, opiniones... ¡Os leo! 👀
Ya mismo tendréis a Avery en Madrid. Quedan menos de 5 caps.
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23:22 [COMPLETA]
Romance¿Qué le puede faltar a una persona que tiene todo lo que desea casi al momento? Avery Moore lo tiene claro: Libertad. Carece de la cosa que más necesita y ansía. Ha hecho un pacto con sus padres: Estudiará este año derecho, y el siguiente podrá deja...