COMPAÑEROS (Larry Stylinson)

84: Entre nosotros, Harry +18

Los suspiros que escapaban de los lindos labios hipnotizadores de Louis, le llamaban a hacer algo más que acariciar con sus manos la suave piel cálida de su enamorado. Él quería todo y darlo todo por igual y al parecer el leoncito que estaba entre sus piernas pensaba lo mismo.

—Amor —escucho lo desesperado que su compañero estaba y no pufo pensar en otra cosa más que en poseer —. Dame todo de ti.

Y así se lo confirmaba.

Louis arañaba sus hombros y acercaba mucho más su trasero a su erección para tratar de penetrarse y tomarlo de un solo.

Lo sabía, quería ser dominado por su lobo interno y por sus grandes sentimientos que desbordaban al punto de un colapso con cada beso ofrecido y caricia dada en su caliente piel blanca.

¡Dioses!

Pensar que el mundo con Louis era tan perfecto era como caminar en un mar de nubes blancas sosteniendole de hacerse daño y eso era tan hermoso para su triturado corazón, pero decidió que esos lazos rompiéndose no harían que el momento tan especial que estaba viviendo se fuera al trasto.

—Mmm —suspiró al separarse del beso demoledor que compartía con su hermoso novio y quedó embelezado por el delgado hilo de saliva que aún les conectaba. Acercándose de nuevo sólo para lamerlo con su rosada lengua de los labios de Louis —.  Te quiero —declaró fuerte y claro, para que su leoncito estuviera al tanto de la magnitud de los sentimientos que vivían dentro de él provocados por ese coqueto hombrecito que se había ganado por completo su corazón —. Te amo —confesó, dándole un pequeño besito en la frente a la par que alineaba dos de sus dedos para prepararlo y entonces los fue metiendo suave, fijándose en la reacción de Louis, quien había fruncido su entrecejo al principio incómodo y luego por un poco de placer —. Siempre has tenido todo de mí, te lo di desde el primer día que nos conocimos.

Louis jadeaba en su oído y eso no hacía más que encender la llama del deseo en su interior que quemaba todo a su paso hasta llegar a su consciencia y  se abría paso hasta dejarle tan excitado que preparó en tiempo récord a su amado y se alineó contra la suave entrada, sumergiendose poco a poco hasta que sus bolas tocaron las nalgas creando un sucio sonido que calentó todo su cuerpo.

—¡Sí! —gimieron al unísono al sentirse completos con sus cuerpos tan unidos que sentían nadie más los iba a separar y que estarían siempre juntos.

—Te adoro, Haz —susurró con una voz tan angelical y sensual Louis en la sensible piel de su cuello haciendo que la cordura fuera desapareciendo de apoco mientras empezaba a mover sus caderas en círculos sobre su dura extensión —. ¡Ah! Quiero más.

No podía hacer esperar a su dulce hombrecito, que había cambiado drásticamente los movimientos sobre su miembro, por que ahora saltaba rigurosamente  y gemia tan alto que no le quedó de otra que acercarse y besar sus hermosos labios rojos y mover su cadera al mismo tiempo para coincidir con él.

Y dioses, hacer eso se sentía muy bien y su amado le ponía aún más caliente gimiendo y tomando de él sus gemidos, que pensaba en lo mucho que quería vivir dentro de él y no salir nunca.

Su lobo interno le rasgo en la consciencia pidiéndole hacer suyo al leoncito y  tenerlo sólo para él, para atesorarlo y amarlo como sólo él se lo merecía, porque había comprendido que su amor siempre sería para Louis Tomlinson y de nadie más.

Cuando ambos estuvieron de acuerdo en sus sentimientos por ese delicado y fuerte alfita entre sus brazos y optó por cambiar de posiciones, dejando a Louis acostado en la cama y con él entre sus firmes piernas sexys, las que se deleitó acariciando hasta llegar al tesoro con el que su amado también lo hacía delirar de placer puro y descarado y tocó de arriba hacia abajo, primero despacio y luego hasta que su mano en el precioso falo caliente fue sólo un borrón.