Capítulo II

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—Ok...

Volkov vio como Horacio se acercaba a la motocicleta que ya había sido arreglada. Ya le había hecho pagar el arreglo, pero luego de meterle como 500 porrazos porque se enojó aumentó el monto.

Leyó rápido los movimientos del moreno, quien había subido a la motocicleta y él tuvo que saltar y agarrarse de él, pues la encendió y arrancó al instante dejando al mecánico atrás gritando un montón de insultos, pues aún le debían el aumento por los rayones.

—Hache...

—Que ya no tengo empleo, ¿De dónde saco pasta yo ahora?

—¡Si me ibas a dejar a mí para pagar!

—Ya, pero igual me preocupa.

—Madre mía del amor hermoso... ¡Y ten cuidado, que nos vas a matar con la puta motocicleta!

—Que no, que no. Confíe en mí, comisario Bombón.

—Que mires al frente por tus santos cojones.

—Hey, como me conoces, ¿Eh?

—Pues claro, si hemos vivido juntos y trabajado juntos por mucho tiempo, sé cuando vas a agarrar el coche y fugarte. Que me la has hecho ya antes.

—Pues porque lo merecías, eres bobo a veces.

—Tú también te portas como bobo, Horacio, por ejemplo aho-RAAA.

—¡Fuaaaaah, ¿Viste cómo lo esquive?! Es que soy el puto mejor.

Había esquivado a un coche que venía en dirección contraria, pues se habían metido en contra ruta... o bueno, Horacio lo había hecho...

El ruso se aferró a él con fuerza, en cualquier momento chocarían con ese conductor al volante.

—Déjame conducir, por favor, nos vamos a morir.

—Shh, calla... ¡Chupenla!—Le gritó a un grupo de motociclistas que estaban estacionados a un lado de una gasolinera.

—¡¿Komo?!

Vio hacia atrás y el cuarteto los habían empezado a seguir.

—¡¡Horacio!!

—¡¿Qué?!

—¡No me jodas, que tenemos compañía!

—¿No fueron tus amigos?

—¡Pues ahora no lo son, cabrón!

—¡Pues sujetate, rusito, porque voy desatao'!

Este hizo caso, si decía eso es porque tarde o temprano terminaría en el hospital con un suero conectado a su vena y otros aparatos más.

.
.
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—¿Tas bien?

—Sólo... déjame descansar unos minutos, ¿Vale?

—Vale... pero... ¿puedes soltarme?

—Si lo hago me voy a morir. Nos vamos a chocar.

—Ya no estamos en la motocicleta, bobo...

—Estar contigo al lado es peligro inminente, Horacio...

—Pues déjame.

—Si lo hago te mueres... y no quiero que te mueras.

—Es que eres tonto...

Estaban en una banca de un parque no muy lejos de comisaría. Decidió acariciarle el cabello al más alto, quien no lo soltaba... quizás porque se había quedado pegado a él.

¡Gustabo, me gusta tu hermano! 《Volkacio》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora