—¿Horacio?
El mencionado miraba el amanecer desde el tejado del hotel, sentado ahí, abrazando sus rodillas.
—¿Cómo llegó hasta ahí arriba...?
Se preguntó a sí mismo.
Se había dado cuenta de que no estaba al sentir el otro lado de la cama totalmente frío. Por obvios motivos se preocupó bastante y salió a buscarlo, hasta que lo encontró en donde estaba ahora mismo. En el techo, solo y con la mirada fija a la próxima salida del sol.
Respiró profundo y luego de algunos segundos dejó salir el aire de sus pulmones.
Fue hasta las escaleras, las cuales subió lentamente. Al llegar hasta el balcón del segundo piso, se acercó a la pared y dio un par de golpes en ella para despertar al vecino que vivía allí.
No pasó mucho para ver la puerta abrirse con un señor con cara de amargado detrás.
—¿Qué quieres? ¿Eres tú el gilipollas que estaba en el tejado?
—No... el que está en el techo no es ningún gilipollas. Es tu hijo...
—No me digas que quiere lanzarse...
—No, no... escucha, viejo, voy a subir a hablar con él... pero si me dice que me vaya...—Le costaba decirlo, hacía pausas largas—tú...
—Al grano.
—Eh, ¿Qué haces afuera...?—Se oyó la voz de un hombre viniendo de dentro.
—Ahora voy...
Al girarse de nuevo, vio la cara que había puesto el ruso al oír la voz de quien estaba dentro. Había reconocido de quien se trataba.
—No te rayes, imbécil, no es lo que piensas. Se le perdió la llave de su habitación... está durmiendo en el suelo.
Sacudió su cabeza y volvió a mirar a Andrés.
—Voy a ignorar eso. Vale... sólo quiero que trates de hablar con él si no logro bajarlo, no quiero que se lastime. Detesto tener que... confiarte a Horacio pero, ha estado muy desanimado que ya no me escucha...
—¿Eso de tus dos amigos es verdad? Que putada...
—Sí. Pero por favor... no le digas nada hiriente, trátalo como haces con el Cejas, con Carlo... no como Horacio... porque siempre que lo haces es como si tan sólo lo odiaras por no ser como tú.
Eso fue una puñalada para el mayor, pero no se inmutó ni un poco.
—Vale... avísame si no quiere dejar de jugar al gorila.
Volvió a entrar a su habitación y cerró la puerta detrás de él.
—¿Era el ruso?—Estaba acostado en unas mantas gruesas que estaban acomodadas en el suelo.
—Sí...
—¿Qué quería?
—Que le ayude con Horacio.
—A.
—Nada de "A". Que ahora creo que piensa que follo contigo y sólo por tu culpa. Consigue otra habitación o algo...
—¿Y qué tiene...? ¿No te gustaría?
—No seas imbécil, Carlo. Le soy fiel a mi mujer y únicamente a ella.
—Ya, no te calientes, que es por joderte. Estás muy mayor, no me vas a durar.
El mayor tan solo rodó los ojos y pasó al lavabo para lavar su cara y sus dientes.
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¡Gustabo, me gusta tu hermano! 《Volkacio》
Fanfiction-¡Atrás ata as! -Joder... -Que no te voy a dejar a Horacio, hijoputa. -Que celoso eres, Gustabin. -Cállese, viejo, que esto no es para andar de risas. Horacio no va a estar con este inspector del nabo. -¿Diskulpe? -Dije que no. Viktor Volkov había...