Capítulo XX

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Estoy harto de ser tú...

Tu padre sí te quería... y mucho, Gustabo...

Eso es lo que hace que mi plan... sea casi perfecto

Lamento haberte matado...

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—¡Gus!

—Buenas... ¿Qué pasa?—Le sonríe al moreno, quien había llegado hasta su lado.

—¿Quieres patrullar hoy conmigo?

—¿Y eso? ¿Y el ruso? ¿Ya lo dejaste?

—No, no, ja ja... pasa que quería pasar tiempo contigo. Volkov va a patrullar en Mery porque le dije que estaba viejo para eso, se enojó y me quiere... pues mostrar que sí puede... y quiero que vengas en el patrulla conmigo.

—Iría pero... el viejo... hablo de Conway.

—Ahora veremos... quizás quiera acompañar a Gordon, he visto que... bueno... se lleva con él... y bastante.

—O hablamos ahora con Gordon y le decimos que lo asigne con él.

—Vale, lo vi hace rato por comisaría, espero no haya programado todo ya. Ven, ven... debe estar en su despacho.

—Voy.

Ambos caminaron hacia el despacho del comisario, quien estaba saliendo justo de allí. Al verlos, les sonrió y saludó.

—Buenos días. ¿Qué tal?

—Buenas... Una cosita, comisario. ¿Ya tiene las asignaciones o todavía?

—No, todavía, ¿Pero por qué?

—Bueno, pasa que aquí Horacio me invitó a patrullar con él en patrulla y Volkov va a ir en Mery... ¿Podría asignar a Conway con usted? Es para que no se quede solo y tal.

—¿Han retado a Volkov o por qué quiere ir en Mery?

—Algo así... le dije que estaba viejo para eso y dijo que me cerraría toda la boca hoy. Y realmente quiero ver como va caer de boca...

—Vale... veré si Conway quiere conmigo o con alguien más.

Ambos agentes se miraron y sonrieron de forma cómplice.

—Muchas gracias, Gordon.

—No se preocupen. Vale, ya les he asignado el trinomio.

—Vale, vale, perfecto. ¿Vamos, Gustabo?

—Sí, sí. Que tenga buen servicio...

—Buen servicio, Gordon.

—A ustedes también... Ah, Horacio... Suerte con Volkov, veo que se la pasan bien y lo he visto con mejor pinta que antes.

—Gracias, y sí, trato de cuidarlo porque si dependiera todo de él estaría en una tumba. Bueno, hasta luego.

—Venga...

Ambos siguieron caminando y fueron a equiparse a los vestuarios. Allí se encontraron a Volkov, quien estaba cambiando su camisa cuando ellos entraron. Había dejado ver el tatuaje de su espalda, cosa que Gustabo no dejó pasar.

—Alaaa, bonito tatuaje, Volkov.

—Oh, hola, buenas... gracias—se giró un poco mientras abrochaba la camisa blanca del trabajo—Horacio lo eligió.

—Sí, sí... lo compartimos.

Se quitó la camisa rosa con detalles blancos, dejando ver el tatuaje de la virgen en su pecho, al darse la vuelta, mostró la misma mariposa en su espalda.

¡Gustabo, me gusta tu hermano! 《Volkacio》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora