Capítulo VI

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Frutas, frutas y más frutas.

Ese loco estaba por allí robando con un traje de uva.

Lo tenía harto.

Ya no podía más, estaba hasta el nabo de él y toda su familia. Ese trato se iba a romper en cualquier momento.

Ustedes dirán, ¿Qué trato? Pues yo no lo sé, pero Volkov y Carlo sí.

Pero bueno, en cualquier momento lo agarraría y lo interrogaría, no tenía pensado hacer que alguien pregunte algo que él mismo podría hacer.

En fin, esperaría la oportunidad, y cuando esta llegara, actuar como debía.

Era de noche, estaba acostado en la cama del hotel. Abrazando una almohada pensando en todo lo que había pasado en esos días.

Aunque alguien se le vino a la mente.

Ese hombre de cabello rojo que empezaba a extrañar cada vez más. No le había escrito, tampoco le había llamado, no le había visto por la ciudad ni de casualidad.

Aunque como si hubiera atraído algo, su móvil empezó a vibrar, estaba sobre la mesita de noche, al lado de la cama.

No iba a contestar, pero algo le decía que debía hacerlo.

—¿привет?

—¿Hola...?

—¿Hache?

—Pues sí, ¿Quién más? ¿O acaso estabas esperando a que alguien más llamara?

—Por supuesto que no... sólo me tomaste por sorpresa. ¿Qué sucede, dónde has estado?

—Pues en el hotel que me mencionaste.

—¿Ah, que sí te hospedaste aquí?

—Eh, sí... oye, Uve... una pregunta.

—¿Sí...?

—¿Me puedes decir el número de tu habitación?

—Eh, sí, pero...

—No preguntes...

—Ok, ok, no pregunto. En la planta baja, la 17.

—¿Me esperas con la puerta abierta?

Sus mejillas enrojecen—Eh... vale.

—No pienses nada raro, pero... bueno, extraño un poco dormir contigo.

—Yo... también...

Esa respuesta fue más que todo automática. A lo que Horacio al escuchar eso rió levemente, poniendo nervioso al inspector.

—Bueno, lo que trato de decir es... eh... que sí, puedes venir.

Se golpeaba la frente mentalmente.

—Je je... ya voy saliendo.

—Vale, hasta ahora.

Horacio colgó y al instante Viktor salió de la cama para abrir la puerta y planeaba volver corriendo también, pero tropezó con algo que había dejado en el suelo cuando regresaba a la cama.

—¡Hostia!—Se volteó en el suelo para quedar sentado, había golpeado una de sus rodillas uno de sus brazos con los tres escalones que habían para ir a la sala y cocina.

Escuchó que la puerta se abrió y al ver hacia ella vio como entraba el moreno que estaba esperando.

—¿Uve...?—Mira hacia delante luego de volver a cerrar la puerta, notando que Volkov estaba ahí, con una pequeña expresión de dolor—¿Que pasó? ¿Estás bien?—Se acerca al ruso y se arrodilla junto a él.

¡Gustabo, me gusta tu hermano! 《Volkacio》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora