Capítulo XI

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-Buenas tardes... yo les voy a cantar una canción.

Traía su guitarra en las manos, se puso frente a ambos federales que estaban sentados juntos.

-No te has ido de mi vida, vida mía, pero ya te extraño... Quien diría, nadie lo creía, ya vamos pa un año. Solo pensar en perderte, las milésimas se vuelven horas. Contigo yo me voy a muerte, mucho más cuando estamos a solas.

Horacio dejó caer su cabeza sobre el hombro de Volkov, quien no se apartó ni hizo nada para que se quitara.

-Cuando nos falle la memoria y solo nos queden las fotografías, que se me olvide todo menos que tú eres mío... Cuando los años nos pesen, y las piernas no caminen, los ojos se nos cierren, y la piel ya no se estire.
Cuando lo único que pese sea lo que hicimos en vida, y aunque nada de esto pase... Eres el amor de mi vida... Eres el amor de mi vida.

Me encanta verte desnudita
Eres la pintura más bonita
Tanta belleza quién la explica
En la ducha moja'íta
Si salimos fino exquisita
Y en los parches under no se quita
To' los planes cambiaron
Era perro y me amarraron
El corazón me robaron
Justo y necesario
Me haces sentir millonario

Cuando los años nos pesen, y las piernas no caminen, los ojos se nos cierren, y la piel ya no se estire.
Cuando lo único que pese sea lo que hicimos en vida y aunque nada de esto pase... Eres el amor de mi vida... Eres el amor de mi vida...

-Espero tengan una linda cena, disfrútenla.

-Sí... luego te pago.

-No te preocupes...

Paco se fue y salió del restaurante.

Horacio se le acercó a Volkov, ambos tenían sus copas en las manos. Le dio un beso en la mejilla, haciendo que el ruso cerrara sus ojos unos segundos, sintiendo el calor de sus labios sobre su mejilla. Ambos sonrieron.

-¿Te gustó la... canción?

-Sí, ese tío canta muy bien. Venga, ponte de pie, vamos a brindar-Horacio hace caso y quedan frente a frente con sus copas de champán-Porque sigas cumpliendo más años, Horacio, muchas felicidades.

-Gracias... por cumplirlos y si puede ser juntos mejor.

-Ahí está-Le sonríe al moreno.

Ambos chocaron el cristal y bebieron de sus copas para luego volver a sentarse y disfrutar de la comida que había traído el mesero.

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-Sube-Le extiende la mano al ruso y este la toma.

Esta era otra de las actividades que había planeado Volkov, saltar en paracaídas desde un helicóptero.

-Esa tipa se ha quedado sin trabajo.

-Pues por no atendernos bien le han despedido.

-¿Tú primero o yo?

Ya estaban a una buena altura como para saltar.

-Tú.

-Vale, no te vayas a hacer el loco y no saltar, eh, que te reviento.

-Que no, que no.

Horacio le sonríe para luego saltar. Volkov se asomó un poco para verlo, dio un suspiro y también saltó.

Metros más abajo estaba Horacio, quien ya había abierto el paracaídas.

-¡RUSO, NO VAYAS A ROMPERTE UNA PATA, EH!

-¡NINGÚN BOBO COMO TÚ!

Abrió también el paracaídas.

Horacio aterrizó en tierra y esperó a que el ruso también lo hiciera. Este tardó unos minutos, cuando llegó a tierra, rodó en el suelo para ponerse de pie.

¡Gustabo, me gusta tu hermano! 《Volkacio》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora