Capítulo XIX

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—¡¿Pero qué cojones?!—Junto a Volkov veían el espectáculo que se había montado.

—¡Gilipollas!—perseguía a Gustabo con la porra en la mano—¡Ven acá que te reviento, tanto que ni yo te voy a reconocer!

—¡Pero, Conway, déjeme en paz, por favor!

—Veo que solo nosotros maduramos, Horacio...

—Sí... pero esto es buenísimo—Saca su móvil y se pone a grabar.

—Me lo pasas luego, eh...

—Vale, vale...

—¡Hagamos esto más justo!—saca la porra también y se da la vuelta para hacerle frente a su padre—¡¿Ahora qué, viejo?! ¡Te hiciste pa trás!

—¿Crees que te tengo miedo, hijo de la gran perra? Pues te equivocas, Gustabin.

Empuña mejor la porra mientras ambos daban círculos sin dejar de mirarse. El primer golpe lo dio Gustabo, pero Conway lo esquiva, haciéndose para atrás. Gustabo intentó tres veces y las tres veces lo falló.

—¿Qué? ¿No puedes con alguien mayor?

—Cállese—Esta vez Conway le atinó en el rostro, pero Gustabo no se quedó con las ganas y también le dio uno.

Así estuvieron peleando por algunos minutos.

—Uve...

—¿Sí?

—¿Quieres pelear conmigo de nuevo?

—No, porque no quiero hacerte daño.

—¿Pero qué diceees? Si yo te reventé.

—Sí, sí... como digas. Ven, dejemos a esos dos y vamos a patrullar juntos, ¿vale?

—Vale. Pero te reventé...

—Horacio...

—Ya, ya...

—Mira, estos dos tórtolos se van. Y bien pegados eh...

—¿Komoo?

Vieron a los dos ex federales, quienes estaban saliendo de comisaría abrazados. Horacio tomaba la cintura de Volkov y este el hombro del contrario.

—¿Te hierve o qué, Gustabin?

—Cállese...

—¡Ah, ahí está, JAJAJAJAJAJA! Sí que te arde verlos.

—Conway, en serio, ahora no.

—Vale, vale, veo que sí te ardiste—humedeció un poco su dedo con la punta de su lengua y la puso en la frente de Gustabo—Tssss...—Hizo como si quemara.

Gustabo lo apartó, quitando su mano de enfrente, el mayor se fue alejando, riéndose.

—Venga, apresúrate, que debemos patrullar. Espero no quemes el coche.

Sólo porque es su padre y porque está mayor, no lo taseó.

Dio un suspiro, ya no necesitaba fingir que le molestaba la relación extraña que tenían esos dos. Tenía entendido que antes se llevaban muy mal por malentendidos y que Volkov era prácticamente una persona de hielo.

Pero ahora eso de ser un iceberg parecía ser solo un recuerdo, porque era atento con todos los cadetes, con ellos y mucho más con Horacio cerca, quien parecía la causa de todos esos cambios.

Deseaba tener la perseverancia de su "hermano" para estar enamorado de una persona por tanto tiempo y a pesar de no recibir el mismo amor al principio, logró cambiar la manera fría en la que trataba a todos, en hacerlo más expresivo... alguien más humano...

¡Gustabo, me gusta tu hermano! 《Volkacio》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora