Capítulo XXV

369 41 9
                                    

Besos...

Besos que le estaban haciendo hervir la sangre.

Besos que odiaba con toda su alma presenciar.

Si no fuera porque Conway estaba siempre alejandolo de los dos tórtolos ya se habría dado de hostias con Volkov.

Pero lamentablemente Conway no llegó a tiempo esa tarde.

Vio llorar a Horacio.

Vio como lágrimas caían por sus mejillas. Las cuales quería quitar pero no podía porque volvían a salir de sus ojos bicolores.

Eso fue suficiente para hacerlo cabrearse lo suficiente para ir hacia el ruso, que había salido detrás del moreno para alcanzarlo; logró conectarle un puñetazo en la mejilla izquierda.

Cuando llegó el mayor de los cuatro ya se había abierto la caja de Pandora.

Horacio entre lágrimas tratando de hacer que Volkov y Gustabo se mantengan a una distancia para que no se hicieran daño el uno al otro.

—¡Horacio, que te apartes!

—Gustabo, cálmate. Amor... por favor...

—¡Gustabo, me estás tocando los cojones desde hace semanas! ¡Horacio, quítate de en medio, a mí no me van a estar dando de hostias sin salir sin un puñetazo en la puta cara!

—¡¿Te jode?! ¡Pues deja a Horacio, hijo puta! ¡Te dije que le dejaras en paz, que ya suficiente daño le has hecho!

—¡¿Qué mierda está pasando aquí?! ¡Volkov, Gustabo, dejen de estar jugando y me explican que cojones hacen!

—¡Ahora no, Conway! ¡Este rubiales me lleva jodiendo desde que nos volvimos a ver y me ha colmado la paciencia hoy! ¡Horacio, quita, no quiero que este te siga manipulando como lo ha hecho siempre!

—¡Ah, ahora yo soy el malo! ¡Yo no lo hice llorar hoy, yo no soy la causa de que ahora esté con esas lágrimas en la cara!

Volkov tomó del brazo a Horacio y lo puso detrás suyo. Sacó su arma de la pistolera y le apuntó al rubio en la frente. Este no se apartó, retando a que se atreviera a hacer algo.

—¡Volkov, no!

—¿Quieres que recreemos esa escena en la montaña... cuando me dejaste en coma? Puedo hacerlo, Gustabo... ¡Sigue tocándome la polla y verás como te meto un tiro entre ceja y ceja, joder!

—¡Ruso, baja el arma!

Esta vez fue Conway quien alzó la voz.

—Volkov... basta... vamos a casa...

—No sabes lo que ha pasado entre Horacio y yo todo este tiempo, no sabes por cuanta mierda hemos pasado... no lo sabes... ¡Así que apártate y deja que Horacio decida que hacer con su vida, si se quiere quedar conmigo, pues que te chupe un puto huevo, pero déjale en paz, no es un crío, ya es un adulto que no necesita ni necesitó de tu cuidado en todo el tiempo en el que te desapareciste del mapa! ¡No lo buscaste y por eso... porque no te encontraba fue que casi lo pierdo en el fondo de un puente! ¡Casi pierdo al amor de mi vida y no sabes como me dolió cuando dejó de maquillarse, cuando la cresta ya no era toda hacia arriba y tenía tonos apagados, cuando se lo pasaba mal porque no sabía de ti!

—Volkov... vamos... si Gordon te ve te va a sancionar.

—¿Sólo te preocupa Volkov? ¿No te preocupa ni un poco que me esté apuntando con un arma?

—Sé que no lo hará... Gustabo... yo te amo, eres mi hermano... Pero no te entrometas más de lo que deberías... No estaba llorando por Volkov, él no me ha hecho daño... No fue lo que creíste. Fue por otra cosa... mi padre no me quiere ni una mierda... no debería llorar por eso pero me dolió que se la pase más con Gambino que conmigo. Y... tú... pareces alguien diferente... El Gustabo que conocí... estaría feliz, me jodería un poco pero... sé que le haría feliz saber que lo logré. Tú... tan solo te molestas con Volkov... como si lo odiaras. Viktor... baja el arma, sé que no le quieres disparar. Vamos a casa... hagamos lo que tú quieras pero baja el arma—Le toma un brazo, para tratar de hacer que lo siguiera hacia afuera.

Volkov gruñe y baja de a poco el arma, pero la mirada inyectada en furia no se despegó del rubio que lo veía de la misma manera.

—Gustabo... luego hablaré contigo.

El moreno le dio una mirada llena de lastima mientras le decía eso. Luego la apartó y se llevó a Volkov con él, jalandolo del brazo. Este fue con él sin rechistar porque no quería que lo siga pasando mal ese día.

—Gustabin... venga, déjalos ya, que son novios, no puedes hacer nada más...

—Ya, no me lo repita, joder...

—Es que te entra por un oído y te sale por el otro. Dé-ja-los ya... que se aman... de verdad que se aman esos dos, Volkov no es el mismo de hace años, el antiguo lo hubiera mandado a tomar por culo... este, ha venido aquí porque te estaba buscando para que Horacio sea feliz. Joder, la madre que te parió, entiendelo, que Volkov ha hecho lo mismo que yo... ha venido a esta puta ciudad por una persona importante para él. Yo vine por ti... Él vino por Horacio... déjalos ya, que vas a hartar a Horacio y no creo que quieras hacerlo enfadar, que he visto que se cabrea y no es muy bonito discutir con él. Lo vas a perder si sigues así... Al principio me parecía divertido, pero cruzaste el límite que puso Volkov... y con el de él, también el de Horacio. Venga, a patrullar...

Se llevó al rubio. Mientras patrullaban, este se quedó en total silencio, no quería hablar, sus ánimos se habían ido a la mierda.

En cuanto a Horacio y Volkov. Estos se encontraban abrazados en la parte trasera del coche del mayor. Estaban en garaje central... no habían logrado llegar más lejos. Horacio tratando de dejar de llorar y Volkov intentando de todas las formas posibles calmarle, pero era inútil... estaba en medio de las personas que más amaba sin saber que hacer para que dejen sus pasados atrás.

Su hermano y su pareja.

¿En qué posición debería estar ahora?

¿Qué era lo que debía hacer?

Bueno... primeramente debía calmarse, respirar y quitar esas lágrimas de sus ojos que escurrían el maquillaje que con tanto esmero se había colocado esa mañana para ir a trabajar.

—Venga... no llores—pasa delicadamente uno de sus dedos por su rostro—Tu bonito maquillaje se escurre... Perdón por esto... yo... de verdad, perdóname, Horacio. Hice esto aún más grave...

La respiración entrecortada de Horacio se oyó cuando estaba tratando de evitar sollozar más.

Con el pasar de los minutos y respirando profundo empezó a calmarse. Ahora solo hipaba un poco.

—Seguro parezco ahora un puto payaso... arruiné mi maquillaje.

—No se nota tanto... te ves precioso...—Le toma ambas mejillas con suavidad y deposita un beso sobre su frente, de esos que le decían que todo estaría bien, que nada le pasaría mientras él estuviera allí—Con o sin maquillaje te ves hermoso, Hache... no lo dudes.

—Gracias...

—Luego... me disculparé con Gustabo...

—No. Él sabe que esto no es culpa tuya. Ya hablaré con él...

—¿Seguro...?

—Mejor... trata de evitarlo, ¿Vale?—se limpia un poco la zona bajo sus ojos—Joder...—ve en su mano el rastro del lápiz de ojos negro que se quitó.

—No te hagas así, te lo estás esparciendo...

Con uno de sus dedos trata de limpiar lo que había ensuciado Horacio anteriormente. Lo logró al hacerlo con mucho cuidado, no haciéndolo a lo bobo.

—Vale, ya está...—deja otro beso sobre su frente.

—Te amo...

—Yo también, Horacio... yo también.

Se fundieron en un abrazo que deseaban no deshacer jamás.

No se querían lejos. No querían alejarse... y ni una discusión tan fuerte haría que lo hicieran.

Cada pequeño detalle que tenía con él era único y especial... cada uno de ellos lo era...

.
.
.

~♡~

¡Gustabo, me gusta tu hermano!

¡Gustabo, me gusta tu hermano! 《Volkacio》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora