Capítulo XXII

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Luego de ese día tan agobiante, volvió al hotel donde se hospedaban. Cansado y estresado.

Horacio no se había puesto de servicio en todo el día, así que supuso que estaba dentro viendo televisión o durmiendo.

Tomó la llave de su bolsillo y abrió la puerta. Entró y dejó la llave de su coche y de la habitación en el recibidor del pasillo. Siguió caminando y llegó hasta adentro, donde estaba Horacio acostado, quien al notar su presencia se sentó en la cama.

—Hola... volviste.

—Hola...—Se acerca a Horacio y se sienta a su lado y en el momento menos pensado abrazó al moreno, quien no entendía lo repentino de su actuar, pero solo correspondió rodeando el cuerpo del ruso.

—¿Pasó algo?

—Mmh...

Fue lo único que recibió como respuesta.

—¿Sólo necesitas un abrazo?

El mayor asiente con la cabeza mientras se pegaba al pecho del moreno.

—Vale...

Empezó a acariciar su cabello gris, si él no quería hablar estaba bien, no le iba a presionar. Pero le parecía tierno que buscara en él un lugar seguro entre sus brazos y su pecho.

Dio un suspiro cerrando los ojos, sintiendo la cercanía de Volkov como un regalo. Algo especial que sólo él podía darle.

Luego le preguntaría qué era lo que había pasado con Gustabo, pues sí, ya sabía que habían tenido un altercado, pero el motivo no era algo de su conocimiento por ahora. Pero mientras tanto, le daría sus mimos merecidos por su arduo trabajo.

Conway no iba a decirle nada si no fuera porque él no podía ayudar a calmarlos y apaciguar las aguas.

—¿Estás mejor?

Preguntó, pasados ya varios minutos que no contabilizó.

—Sí...

—¿Quieres hablar? Sabes que puedes confiar en mí... como... yo lo hago contigo.

—Horacio...

—¿Sí?

—Quiero... hacer saber lo que siento... pero no puedo... Soy un cobarde... no puedo siquiera decir: "hey, quiero estar toda mi vida contigo..." no me salen las palabras y siento que me ahogo, me falta el aire y... Al final no digo nada... Soy un gilipollas... y no sé como es que me quieres si soy así, como es que sigues conmigo...

—Escucha, Viktor... yo estoy contigo porque me gusta tu compañía, me gusta la manera en que nos llevamos... el cachondeo... y lo mucho que has cambiado... porque sé que te preocupas por mí, por mi bienestar... y porque yo te...

Ambos se cortaban cuando trataban de decir lo que sentían directamente.

Pero Volkov en un acto de valentía levantó su cabeza, apartandola del pecho del menor, quien lo veía, esperando un algo.

Se miraron a los ojos, verde y miel con azul grisáceo...

El más alto puso su mano sobre la de Horacio, la cual estaba apoyada al colchón. Acortaba de a poco la distancia, sin apresurarse... sin desesperar...

Sus ojos se posaron sobre los carnosos labios del moreno, quien hacía lo mismo con los del ruso.

Escasos centímetros los separaban, sus alientos chocaban y se volvían una sola respiración. Esa sería la definitiva... la champions.

¿Ganamos la Champions? ¡¿La gano?!

Joder...

Soltó uno de esos suspiros que se lograban oír claramente, de esos que enloquecían al moreno, quien esperaba paciente a que ya no existiera distancia entre sus labios.

¡Gustabo, me gusta tu hermano! 《Volkacio》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora