CAPITULO 46

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Narrador omnisciente

El hombre entraba a la habitación donde se encontraba la hermosa morena que lo había hechizado, se quedó observando la silueta de esta que era alumbrada por la luz que entraba por la ventana. El solo se recostó en el marco para verla mejor, sabía que no era buena idea acercarse ya que lo que tenia de hermosa no se igualaba a lo que era de peligrosa. Una asesina nata, eso es lo que era. Pero él había visto más que eso, en sus ojos guardaba mucho dolor y soledad al igual que él.

La primera vez que vio su foto lo supo ella era la compañera que el necesitaba, porque ella era como él, tan despiadada como rota. La investigo a fondo, sabía que el lobo la quería para él y como no si era todo lo que se requería en esta vida de mafia. Cuando la intercepto en esa casa de comidas termino de convencerse que era ella, su seguridad lo retaba a tomarla para él, pero primero tenía que probarla y por eso le pidió que matara al Lobo Ruso, él tenía claro que era el padre de su hijo y necesitaba saber si ella tenía sentimientos por él.

No perdía detalle de su figura apenas llego el mismo le cambio la ropa colocándole ese camisón que ahora lo estaba llevando a excitarse salvajemente. Él sabía que ella intuía que él estaba allí, simple sentido de sobrevivencia y solo esperaba que él se acercara para molerlo a golpes o por lo menos lo intentaría ya que estaba viva de milagro. Además, se le habían administrado algunas drogas que la mantendrían en un estado desganado por su propia seguridad.

Cuando la trajeron en ese estado el enloqueció se ocupó personalmente de ejecutar a los hombres que la dejaron así.

Zafiro

-No sé por qué estoy aquí pero realmente no me interesa mucho lo que sí quiero saber es ¿Dónde está Ana? - Ella lo había sentido llegar hace más de veinte minutos y no estaba de humor para seguir esperando que se acercara o hablara- La paciencia no era lo suyo, no en ese preciso momento-

- Deberías estar en la cama - Zafiro apretó lo dientes y se tragó un insulto-

-Déjate de juegos y contéstame -

-Muerta- Me tense - Intento escapar y fue eliminada- Suspire para tranquilizarme-

- ¿Intento escapar sola? - Interrogue-

-Si – Hablo con firmeza-

- Eres un buen mentiroso, pero crees que no conozco la gente que me rodea - Me voltee para mirarlo por primera vez - Ana jamás hubiera intentado escapar sin llevarse a Martín con ella, por que a diferencia de ti yo me rodeo solo de gente confiable y en especial leales-

-No voy a negarte que lo intento- Su voz tan ronca me recordaba a el lobo -

- ¿Dijiste que mi hijo está a salvo verdad? ¿Cómo sé que no mientes? - Me sostuve a la pared el dolor volvía con más intensidad, cerré los ojos y aprete los labios para no gemir. Estaba tan concentrada en ella que no lo sentí moverse hacia mí y cuando lo note ya me tenía sujeta de las caderas - Suélteme - Mi voz salió suave como un gemido y me maldecí por ello-

-Te advertí que no deberías pararte aun - No puede evitar pegarme a su cuerpo para no caer, todo parecía darme vueltas-

- ¿Y a ti que, sabes que te matare verdad? - Levante mi cara de su hombro intentando recomponerme -

-Se que lo intentaras, pero yo no te dejare - Estampo su boca con la mía, yo intentaba empujarlo, pero mi fuerza no era suficiente. Sentí su mano subir por mi muslo y me removí bruscamente causando un gemido por el dolor en mis costillas - No te lastimes más, es inútil-

-Eres un hijo de puta ...- Su boca volvió a la mía, pero esta vez fue más salvaje, mientras su mano ya estaba apretándome el trasero. Podía sentir su miembro duro contra mi intimidad, deje todo el dolor de lado y saque fuerzas no se dé dónde para empujarlo lejos de mí. Lo logre, pero grite al sentir como mis rodillas golpeaban el suelo, el dolor era insoportable y se esparcía por toda mi espalda-

- Lo lamento me deje llevar- Me tomo de las piernas y me levanto del suelo dejándome en la cama retorciéndome aun por el dolor- Te daré algo para el dolor, la morfina te hará sentir mejor - No me opuse, no podía-

El alivio fue casi instantáneo cuando el líquido corío por mis venas, el dolor bajo rápidamente de intensidad. Para mi buena suerte esta vez no me sedo, pero lamentablemente se quedó sentado a mi lado sin dejar de sobar el brazo en donde me había inyectado el medicamento. El saco su celular y puso un video frente a mí, podía ver a mi niño corriendo hacia mi casa en donde Stefan lo recibía con los brazos abiertos en la entrada de esta.

- ¿Querías pruebas de que tu hijo estaba en tu casa a salvo? - Suspire aliviada - Mis hombres lo grabaron cuando lo liberaron antes de seguirte-

-Así que estaban esperando que saliera para dejarlo, eres hábil ¿Qué te parece si nos dejamos de juegos y me dices que es lo que quieres de una vez? -

- ¿Todavía no lo ves? -

-Lo sospecho pero me gustaría escucharlo de tu boca, porque realmente no comprendo que pasa con los mafiosos que en vez de tratar de conquistar a una mujer prefieren secuestrarlas - Sonreí con burla y él sonrió igual - A menos que necesites una asesina experimentada en tus filas y eso realmente lo dudo-

-Necesito una compañera y tú eres perfecta- Paso su mano por mi rostro - Me hechizaste -

-Ten cuidado guapo no te olvides como termino el ultimo que embrujé -

- Yo soy más... - Una fuerte detonación se escuchó por el lugar-

-Bueno campeón creo que aquí nos despedimos -

Se encamino sorprendido hacia la puerta con su arma en mano, pero no tuvo tiempo de racionar ya que cuando abrió la puerta dos cañones le apuntaban a la cabeza, Diana y Stefan con ropa táctica sonreían como los cabrones que son.

-Diabla ¿Cómo te encuentras? - Fue Stefan quien pregunto sin retirar la mirada del italiano -

-No estoy en mis mejores condiciones, pero me alegro de que hayan llegado - El Don caminaba hacia atrás sorprendido por una figura detrás de mis amigos, mi lobo se hacía pasa en dirección a el -

Fue inevitable morderme el labio cuando se hizo paso al interior de la habitación, vestía completamente de negro ¡tan sexy! grite en mi interior. Solo pude ver el puñetazo que le propino y solo cerré los ojos para descansar con la seguridad que ahora sentía. 

MI DIABLADonde viven las historias. Descúbrelo ahora