CAPÍTULO 13

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Narrador omnisciente

Luego de una ardua hora en el instituto, Daniela había llegado a su hogar con su mochila colgando sobre uno de sus hombros, rápidamente ingresó en el lugar cerrando la puerta tras de sí. Con la pereza apoderándose de su cuerpo, apoyó la punta de su zapato derecho contra la parte trasera del izquierdo liberando rápidamente sus pies de la presión que le envolvían, con total libertad golpeó los estos zapatos contra la esquina del lugar lanzando a su vez su mochila oscura. Daniela elevó sus brazos intentando liberarse del cansancio, estaba agotada, realmente se hallaba completamente desganada. La castaña cerró sus ojos en el momento que sintió el sueño apoderarse de su cuerpo, tanto tiempo viviendo en aquella casa le dio la facilidad para caminar sin tener la necesidad de ver hacia donde se dirigia.

- Oh, hola Dani - saludó Julián en el momento en que notó a su hermana ingresando en su campo de visión, el chico frunció el ceño al percatarse como la castaña pasaba de él recostándose velozmente sobre el sofá - ¿Estás cansada? - preguntó mientras veía el rostro de la castaña adherido contra el cuero del sofá. - Pingüinelo... calla ya - susurró Daniela con aquel peculiar apodo que, muy pocas veces utilizaba para dirigirse al menor.

Julian hizo un mochín para luego simplemente echarse hacia atrás chocando su espalda contra el respaldo del sofá, se mantuvo un par de segundos en silencio pasando su bonita mirada del cuerpo de su hermana para terminar por dejarla fija en las facciones de la morena. Sí, María José se encontraba en la casa de los Calle mordisqueando la punta de su lápiz mientras hacia la tarea del pequeño castaño. El pequeño no iba negar que ver las facciones de su mayor le había dado un pequeño revoloteó en su estómago, se veía bella desde aquella perspectiva, aunque no pudo con la duda al notar el círculo rojizo en una de las mejillas de la contraria. Confundido el joven se reincorporó apoyando una de sus manos contra su propio muslo mientras se armaba de valor para estirar su otra extremidad rozando con su pulgar la piel lastimada de la mayor.

Maria José se tensó al sentir la yema del castaño pasar por su mejilla, sus músculos se contrajeron a la vez que su mirada se alzaba para posarse por un par de segundos sobre el peculiar brillo del menor. La morena entreabrió sus labios al notar la forma que este la observaba, lo hacía de la misma manera que lo hacía Daniela, confundida, la forma que Maria José rompió el contacto visual soltando un suave carraspeo que hizo volver a la realidad al chico.

Con las mejillas incendiadas ante su acción Julián alejó su mano apoyando ambas palmas sobre sus muslos, siendo incapaz de volver a posar su mirada en el bonito par moreno que la contraria poseía, se sentía avergonzado, intimidado por la forma en que María José lo había observado antes de notar cuales eran sus verdaderas intenciones. Velozmente el castaño se dedicó a ver sus dedos sintiendo aun su pulgar hormiguear a causa de la falta de tacto de la piel de su crush. La oji verde en cambio de vez en cuando observaba al menor por el rabillo de sus ojos para luego enfocar toda su atención en el pacífico rostro de su castaña, María José apretó sus dientes maldiciendo el sueño de Daniela, la única razón haciendo todo aquello era para que la menor por la que estaba fuese testigo de su cambio.

- Lo siento Majo - susurró Julián avergonzado escuchando un 'Da igual' por parte de la mayor - Amm... - murmuró rascando su cuero cabelludo - ¿Debería desperta... - rápidamente el joven guardó silencio al oír un fuerte golpe provenir de la misma habitación. - ¡Daniela! - exclamó perdiendo por completo la formalidad que lo caracteriza, se levantó siendo seguido por María José, ambos jóvenes se acercaron hacia la castaña la cual, al estar adormilada creyó estúpidamente que se hallaba en su cama, teniendo un desastroso final al querer girar para acomodarse.

- ¿Está bien? - preguntó en el instante que quedó frente a su mayor estirando sus dos manos para atrapar el brazo de la castaña.

- Sí, lo estoy, no necesitas preocuparte Julián - contestó Daniela mientras se colocaba de pie - Lo digo en serio, Julián, María José, no es necesario, solo fue... - velozmente cayó en cuenta quien era la otra persona que la sostenía teniendo el impulso de retroceder uno que otro paso hasta desplomarse sobre el sofá - ¿Q~Qué?- cuestionó sin tener una pregunta coherente formulada en sus pensamientos.

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