CAPÍTULO 39

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Narrador Omnisciente

Daniela había sido verdaderamente dura en sus palabras, la forma desafiante y su quijada firmemente marcada lograron intimidar a Julián, quien, asintió con su cabeza acatando todas las ordenes que su hermana mayor le había dado; la castaña había sido lo suficientemente clara explicando que nadie iba a tocar a su madre y María José en aquella casa, que las puertas no se volverían abrir sin antes asegurarse de que la persona del otro lado no fuese alguien peligroso, la castaña hubiese preferido poner una demanda pero la forma en que la morena y su progenitora le habían observado luego de comentar "esa mala idea" no le dejaron más remedio que desechar aquella posibilidad.

La castaña se encontraba en el comedor del instituto observando con verdadera molestia como María José conversaba con Sebastian y otro par de chicos mientras que esperaban en la fila de alimentos, sinceramente, a la castaña no le molestaba que la peli negra socializara, es que consideraba una verdadera estupidez el siquiera sentir algún tipo de malestar por aquello, lo que le enfurecía era el hecho de que la morena hablara con su ex de forma tan animada, como si la forma en que hubiese actuado meses atrás no importara en lo más mínimo. Daniela apretó su quijada apoyando su espalda contra el respaldo de la silla, ella le había pedido que se alejara de él, ¿Por qué no lo hizo?, la castaña apretó sus puños sintiendo verdadera impotencia de notar como a María José no le importaba en lo más mínimo como se sentía ella, mientras que María José Garzón estuviese bien, para Mina debía serle suficiente.

La castaña giró su rostro en el instante que sintió un calor ajeno rodeando su brazo derecho, entre sorprendida y asustada giró su rostro llevándose la grata sorpresa de ver a la pequeña Matu apoyada en su hombro con sus bonitos ojos fijos en sus facciones. Daniela entreabrió los labios completamente sorprendida de notar lo mucho que la había extraño, se cuestionó el por qué su pequeña se había alejado de ella, algo estúpido de pensar si era sincera, nadie más que ella había alejado a la menor por capricho de la oji verde.

La castaña por instinto rodeó con su brazo los hombros de Matu apegando el torso de la muchacha contra el suyo, rápidamente llevó su mano libre hacia la mejilla de la mas baja estrujando con su dedo pulgar e indice la suave piel de forma cariñosa, la sonrisa deslumbrante de la castaña no pasó por alto de aquella peculiar conejita de hormonas revolucionada que miraba en un completo silencio desde una de las esquinas de la habitación sintiendo los celos burbujeando en el interior de sus venas. Sebastian confundido llevó sus manos hacia el abdomen de la morena logrando que la joven diera un pequeño brinco completamente conmocionada de sentir unas manos ajenas tocando su plano vientre, María José completamente preocupada giró su rostro sintiendo verdadero pavor de ver la oscura mirada de Daniela fija en sus facciones, la morena no era estúpida, sabia a ciencia cierta que la castaña había visto todo.

La peli negra dio un paso hacia atrás negando con su cabeza en el instante que notó el rostro confundido del peli negro, la muchacha alzó sus dos manos intentando explicarle al joven Sebastian que lo que menos que tenía que hacer en aquellos instante era el tocarle, porque no quería ver la tercera guerra mundial en aquel comedor causado por los celos justificados de su amada. María José sin esperar una respuesta por parte del mayor prefirió dejar su comida de lado saliendo de la cola para dirigirse hacia la zona donde estaba Daniela y Matu. La castaña se alejó un poco de la menor manteniendo su ceño fruncido y los ojos fijos en la vacía mesa, estaba celosa, pero sabía perfectamente que, en aquel lugar, una pelea no podía causar.

- ¿Daniela podemos hablar a solas? - preguntó María José en el instante que quedó frente a la mesa donde se hallaban la castaña y la otra no tan agradable compañía-como ella solía llamarle-.

La castaña alzó su quijada sintiendo su corazón bombeando con fuerza en el instante que sus ojos hicieron contactos con los de la mayor, se veía preciosa- o eso solía pensar la castaña- la muchacha entreabrió sus labios sintiéndose estúpida por estar babeando ante el atractivo rostro de la morena, ¿Siempre sería así? se cuestionó completamente sonrojada en el instante que escuchó la risa avergonzada de María José. El apretón de Matu logró traer nuevamente a la castaña hacia la realidad sintiéndose verdaderamente confundida por no entender que había sucedido en aquel pequeño lapso de tiempo en que perdió la razón.

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