CAPÍTULO 7

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Narrador omnisciente

Luego de lo sucedió con Matu, Daniela no consiguió obtener ningún tipo de contacto con la menor durante los primeros días, la castaña debía admitir que extrañaba la cálida personalidad de la menor, echaba de menos la simpatía de Matu de su buen optimismo para ciertas cosas, de su bonita sonrisa que jamás abandonaba su rostro, aun cuando recibía las peores noticias de la vida. Matu en sí, era el ser más bueno y puro que alguna vez la castaña pudo conocer, y ahora por su estúpida culpa la había lastimado, la hirió y rompió por amar a una mujer que simplemente no le podía corresponder sus sentimientos. Dejó que sus lastimados sentimientos atacaran a la pequeña pelinegra deseando de aquella forma poder amortiguar su corazón destrozado, aquel frágil órgano latente estaba lo suficientemente desesperado por un poco de atención que, ni siquiera le habia importado rechazar aquella tentadora oferta que la joven Matu había osado en proponer. Lo arruino, lo arruino todo por culpa de Maria José Garzón.

Daniela suspiró apoyando su codo sobre la fría mesa de metal, sus oscuros ojos viajaron por el comedor del instituto deteniéndose en las bellas facciones de María José su corazón se estrujó a la vez que se le formaba aquel característico nudo en la garganta, ahí estaba Majo, envolviendo sus delicados brazos sobre el cuello del joven Villalobos, rápidamente los celos y el dolor envolvieron los pensamientos de Daniela quien, de forma cruel y masoquista mantuvo su triste mirada en aquella pareja. La castaña quiso llorar, deseó estar en su habitacion para envolver sus piernas contra su pecho y sollozar en silencio, liberar toda la agonía que solo Maria José había sido capaz de causarle.

Luego de un par minutos Daniela solto un suspiró de derrota a la vez que agachaba su mirada posando sus apagados ojos en el platillo de comida, de repente se le había quitado el hambre, así que con rapidez, la muchacha se colocó de pie tomando aquel recipiente entre sus manos. Daniela no tenía amigos, la joven siempre se encontraba sola o en compañía de Matu, tristemente para ella Maria José prefería estar con su grupito o con su novio que pasar tiempo con ella, aquello muy en el fondo le dolía a la castaña, Maria José solía decirle que eran amigas, que eran mejores amigas, pero entonces, ¿Por qué no se atrevía a hablarle? ¿Por qué solo podían relacionarse afuera, alejada de las miradas juzgadoras?

La castaña bufó comenzando a caminar hacia el tacho de la basura, para su mala suerte un fuerte golpe en el hombro le provocó soltar la bandeja seguida de tropezar con sus propios pies, si no fuese porque se encontraba cerca de la pared y mantenía buenos reflejos lo más seguro es que su bonito rostro hubiese impacto sin piedad contra el frío suelo. La castaña gruñó sintiendo la furia fluyendo por sus venas, con la mandíbula tensada y los puños cerrados la joven se giró escuchando las fuertes carcajadas retumbando en aquellas cuatro paredes, Daniela se hallaba tan furiosa que, ni siquiera había permitido a su corazón estrujarse al notar la carcajada de María José, simplemente flexionó sus rodillas tomando el balón con una de sus manos para luego levantarse comenzando a caminar en dirección del causante de su molestia.

Daniela notó como la sonrisa se borraba en los labios de Maria José, quien, al notar a la persona que había sido víctima de su novio, no pudo evitar sentir sus pulsaciones acelerarse, parecía una niña recién conociendo la emoción de sus hormonas podían ejercer contra su voluntad, sentía que, nuevamente había vuelto a sus catorce años. La oji verde realmente se sentía sofocada por aquella persona que se acercaba con pasos firmes hacia su dirección. Maria José tragó saliva al notar como Daniela caminaba alrededor de la mesa para plantar con firmeza el balón contra el abdomen de Villalobos escuchando un fuerte jadeo desptendido de los labios de aquel chico.

- A la próxima, si tu cerebro de mono te obstruye las neuronas golpeate contra la mesa - hablo Daniela notando como el silencion rápidamente reinaba en el lugar, volviendo el ambiente lo suficientemente incomodo para María José qué observaba todo al lado de su novio Sebastian - ... pero a mi dejame en paz - finalizo sus palabras siendo capaz de escuchar el murmullo de los demás estudiantes que presenciaban aquella escena.

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