CAPÍTULO 29

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Narrador Omnisciente

Los rayos del sol rápidamente comenzaron a colarse a través de las persianas de la habitación, Daniela gruñó sintiendo un peso sobre su brazo de derecho, intentó vanamente el dejarlo pasar pero de repente no solo la sobre carga en su extremidades comenzaba inquietarla, sino que esta vez se trataba de algo más, se trataba de una caliente respiración para ser más específico.

El cuerpo de la joven se tensó por completo en el momento que sintió una húmeda presión adhiriéndose contra la piel de su cuello, su espalda se estremeció ante el frío tacto de unos dedos ajenos, sintiendo a su vez como su abdomen se contraía a causa de las caricias de aquellas provocadoras yemas. Daniela no fue capaz de soportarlo, rápidamente tuvo el instinto de abrir sus párpados mientras se reincorporaba sobre la cama, su desnudo pecho subía y bajaba de forma entrecortada mientras que sus ojos se mantenían posados en la sonrisa burlona de María José.

- ¿Q~Qué haces? Me has asustado - admitió la castaña llevando una de sus manos hacia el centro de su pecho.

María José rio entre dientes a la vez que se sentaba al lado de la castaña, su mirada se mantuvo posada en las facciones ajenas teniendo aun el deseo de dejarse coger por aquella bonita castaña. La oji verde no lo entendía, debía admitir que no comprendía que le estaba sucediendo a sus hormonas, desde lo sucedido horas atrás no había sido capas de detener aquellas ganas por volver a sentir el cuerpo de Daniela, queriendo que esta tocara cada recóndito espacio de su cuerpo hasta que sus dedos y olor quedasen impregnado en su ser.

Daniela entreabrió sus labios en el momento que observó como la peli negra osaba en subirse a horcajadas sobre sus muslos, teniendo la preocupación de no posar su peso sobre aquel muslo aun resentido por la paliza que recibió semanas atrás. La castaña se quedó sin aliento en el instante que sus ojos se posaron en la desnudez de la morena. Rápidamente tragó saliva estirando sus dos manos para atrapar las sábanas de la cama, la castaña no podía concentrarse, no cuando tenía la suave intimidad de la peli negra adherida contra la zona baja de su abdomen.

- María José... - intentó la castaña alejarla de su cuerpo, sintiendo como la mencionada se presionaba con mayor vehemencia contra su torso.

- Te necesito - admitió la oji verde escondiendo su rostro en el cuello ajeno - Vamos Daniela... hagámoslo de nuevo - susurró entreabriendo sus labios para encajar sus dientes en la piel de la muchacha.

La castaña jadeó subiendo sus palmas hasta tocar la espalda desnuda de la muchacha, sus ojos se cerraron con fuerza en el instante que sintió como la castaña comenzaba a mecerse sobre su cuerpo rozando su intimidad contra su abdomen y miembro. La castaña se había agotado, literalmente sentía que en cualquier instante caería rendida sobre la almohada, pero aunque intentase alejar a la peli negra una parte de ella no quería hacerlo.

- Daniela - murmuró María José estampando sus labios contra el cuello y clavícula de la mencionando pasando sus manos por el abdomen de la joven mientras que, sus cortas uñas se dedicaban a rasguñar por cada zona que tocaba.

Daniela en aquel momento perdió por completo la razón, con fuerza la muchacha encajó sus dedos sobre la cintura de la peli negra tirando de la joven hasta presionar los senos ajenos contra sus clavículas. María José rio apoyando sus palmas contra la quijada de la castaña obligando a que la muchacha la observara.

- No sabía que eras insaciable - se mofó la castaña siendo rápidamente callada por los labios ajenos.

A pesar que era por la mañana, que sus bocas se habían mantenido selladas por un par de horas prolongadas y que tal vez su sabor no era el más exquisito, a Daniela y María José, les dio por total igual aquello, comenzando velozmente una batalla por quien mantendría el control de aquel fogoso beso. María José jadeo enterrando sus dedos en el sedoso cabello ajeno obligando a la castaña el profundizar el beso. Daniela bajó sus palmas encajando sus uñas sobre las nalgas de la joven sintiendo como la peli negra soltaba su labio inferior para jadear contra su boca.

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