𝕻𝖗𝖎𝖒𝖊𝖗 𝖉í𝖆 𝖉𝖊 𝖚𝖓𝖆 𝖓𝖎𝖓𝖋𝖆 𝖎𝖓𝖌𝖔𝖇𝖊𝖗𝖓𝖆𝖇𝖑𝖊

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Josephine

El despertador suena exactamente a las 6 a.m. me incorporo sobre la cama y lo primero que hago es mirar fijamente uno de mis zapatos con la misma intensidad y precisión que un cirujano cerebral mira a su bisturí en una operación, hasta que poco a poco mi cerebro empieza a despertar y mis pensamientos mañearos recurrentes aparecen:

¡Me quiero morir!

¡Odio mi vida!

¿Por qué a mí?

¡Tengo hambre!

¿Por qué los dinosaurios no son nombrados en la biblia? Si Dios vive en el cielo y no en la tierra ¿es un extraterrestre?

¿Y si vivimos en una simulación?

¿Por qué estoy mirando fijamente un zapato?

¡Debo hacer pipí!

Le hago caso al último de mis pensamientos y me dirijo al baño, y hago todo lo referente a mis necesidades fisiológicas y de aseo personal, tuve que bañarme ya que no puedo ir oliendo a zorrillo en mi primer día en mi nuevo instituto de "niños bien"

Cuando por fin estoy lista bajo las escaleras y me dirijo a la cocina donde se encuentran mis padres. Mi padre lee el periódico local, mientras mi mamá termina de retocar su maquillaje, es su primer día de trabajo también, lo cual provoca que mi mamá este un poco más neurótica de lo usual.

―Hay leche y cereal sírvete ―Me ordena mi madre sin apartar la vista de su pequeño espejo de mano, cuando me dirijo hacia la mesa ella cierra su polvo compacto en un estrepitoso estruendo y dirige su mirada severa hacia mis pies.

― ¡Josephine NO iras con converse a la escuela! Te deje unos lindos y elegantes zapatos de charol color negro en tu habitación para que usaras con tu uniforme, vete a cambiar los zapatos ¡Ahora! No hablare dos veces.

― ¡Es muy temprano para que esparzas tu mala vibra Margaret! ―Alegue volteando los ojos.

― ¡Mala vibra es lo que te voy a dar si no te vas a cambiar!, es que no sé qué castigo estoy pagando contigo la verdad ―Niega con la cabeza de manera dramática.

―Mira mamá no me voy a cambiar nada, y si no te gusta no tienes que mirar, tu misma lo dijiste ya no soy una niña, así que estoy lo suficientemente grandecita como para elegir que uso y que no, ya hago demasiado usando este incomodo uniforme, así que no me voy a cambiar nada.

―Stephen dile algo, mira como me habla tu hija ―Le exigió a mi papá, el cual no prestaba mucha importancia a una de nuestras habituales discusiones, el pobre ya se ha acostumbrado.

―Jo pórtate bien ―Dice mi papá sin apartar la vista de su periódico. Mi papá es tan bueno intimidando como yo en los deportes. Tenemos talento nulo.

Una sonrisa burlona se dibuja en mi rostro, lo que hace que el enojo de mi madre aumente.

― ¡Dile algo más! ―Le da un pequeño golpe en el brazo para llamar su atención ―. Haz algo que no vez como se está burlando de mi ―Le exige de nuevo señalándome con las manos.

―Jo no hagas enojar a tu madre.

―Ok ―Le respondo sin prestarles mucha importancia mientras lleno mi cuenco de cereal y leche.

Después de desayunar y de pelear con mi mamá todo el trayecto a la escuela como de costumbre, me dejan en las puertas del gran instituto Balmont (educando lideres) aparece en el letrero de la entrada del gran edificio de época, carros de marca aparcados en el estacionamiento, y muchos estudiantes vestidos con el mismo feo uniforme que yo entran por la entrada principal.

É𝖝𝖙𝖆𝖘𝖎𝖘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora