𝕷𝖆 𝖕𝖗𝖎𝖓𝖈𝖊𝖘𝖆 𝖉𝖊 𝕭𝖆𝖑𝖒𝖔𝖓𝖙

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Jo tuvo que dejar en mi auto las flores que le regale ya que no queríamos llamar la atención y hacer que los murmureos en los pasillos comenzaran a costa nuestra, a ningún idiota de Balmont le tiene que importar si salimos o no, es mejor mantenerlo en privado, porque la gente siempre jode todo lo bueno.

―Como les decía jóvenes sin la historia no existiría el presente que conocemos, cada acontecimiento importante del pasado ha influido fuertemente en nuestra realidad actual ―Explica la Ester mientras el ruido de la tiza sobre la pizarra resuena en todo el salón, mientras escribe la siguiente actividad.

Libero un pequeño bostezo al igual que todos, la mayoría de las clases que tomo son aburridas, pero ninguna comparable a esta, sin embargo, aunque sea ridículamente aburrida, esta se ha convertido en mi clase favorita ya que es la única que comparto con Jo, y con ella hasta el infierno sería un lugar acogedor.

La miro y no puedo evitar pensar: ¿Por qué me gusta tanto? Talvez porque es malditamente hermosa, y lo peor de todo es que ni siquiera se esfuerza para serlo, sin hablar lo ridículamente inteligente que es o lo increíblemente divertida que puede llegar a ser, tiene algo que me atrae tanto, algo con lo que no puedo luchar y para ser sincero conmigo mismo ni siquiera quiero hacerlo.

Ella escribe muy concentrada sus apuntes, mientras se recoge un mechón de cabello rubio detrás de la oreja, creo que es la única que le pone atención a la Ester, a pesar de que sé que no es su profesora favorita, es la única que le brinda una pisca de verdadero respeto al prestar atención durante toda su clase. Que bien podría utilizarse como tratamiento contra el insomnio.

Jo desvía por un momento la vista de su cuaderno y me mira mientras me sonríe llevándose el lápiz a los labios tentadoramente, al verla no puedo evitar sonreír como un crio emocionado.

―De tarea me harán una investigación extensa de como la segunda guerra mundial impacto tanto en el ámbito económico y social a nivel mundial ―ordena la Ester estampando su pesado libro de texto contra su escritorio.

Vaya lo que faltaba, no le basta con torturarnos una hora al día, que ahora también se mete con nuestras horas libres.

Todos hacen un gesto de queja, que es inmediatamente cayado por la Ester.

―Y para asegurarme de que todos me entreguen el trabajo les informo que equivale al 80% de su calificación de este parcial, así que si no quieren suspender mi materia más vale que empiecen a trabajar jóvenes que lo quiero para el jueves.

La mayoría trata de negociar con la Ester, pero todos los intentos fallan, porque permanece es su postura estoica, creo que una roca tiene más sentimientos que ella. No creo que rogar por más tiempo sea la solución, así que decido levantar la mano y proponer algo que probablemente pueda convertir esto en algo más llevadero.

― ¿Si, Fiennes? ―Me otorga la palabra.

―Es una investigación extensa como lo ha dicho, y el tiempo que nos da es algo escaso, así que ¿No cree que deberíamos hacerlo en duplas? Siempre dice que lo que llevo a todos esos hombres a ganar la guerra fue la unión, dos cabezas piensan más que una, cuatro manos escriben más que dos.

―Entiendo, entiendo el punto Fiennes. Lo que me sorprende es que cite algo que he dicho en clase, realmente me sorprende que haya puesto algo de atención, porque cada vez que miro hacia su asiento usted está muy ocupado viendo hacia la ventana o casi durmiéndose ―Replica cruzándose de brazos.

Todos en el salón de ríen incluyendo Jo, aunque ella de una manera más sutil tapándose la boca.

―Claro que le pongo atención ―Miento ―. Entonces... ¿podemos hacerlo en duplas? ―Le Vuelvo a preguntar.

É𝖝𝖙𝖆𝖘𝖎𝖘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora