La promesa de un luego

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Hero

Hablar con Josephine era fácil, más fácil de lo que nunca lograría imaginar, fácil como respirar, divertido y excitante como lograr anotar un gol de media cancha. No estaba muy seguro de lo que me ocurría al estar al lado de ella, me sentía raro y no en el mal sentido, me sentía raro en el sentido más positivo posible, como si quisiera captar su atención, quería que me notara, no estaba muy seguro que si este sentimiento era provocado porque ella era relativamente nueva en Balmont, o porque me resultaba un misterio sin resolver, o talvez por su forma única de comportarse, su cabello alborotado o por como su rostro captaba toda la luz del sol aquella tarde en la terraza.

Aquella tarde la vi transformarse de hielo a luz del sol, no sentirse ignorado por ella se sentía tan bien. Todo de cerca suele inclinarse a convertirse en feo, como si se acabara la magia después de mirar detenidamente, en Jo eso no aplicaba, ella era mucho más bonita de cerca, la piel debajo de su cuello, y de sus manos era de un tono ligero de rosa pálido satinado, al igual que sus mejillas, que cambiaban a un rosáceo más intenso cada vez que se reía, sus ojos azules y pálidos que evocaban al cristal bajo la luna en aquellas noches frías de invierno en Londres: claros, brillantes. Adornados con pestañas largas que revoloteaban como mariposas en primavera, su cabello al igual que ella era salvaje, no es rizado, ni lizo, solo sé que me resulta fascinante la manera en como no se contiene o permanece en un sitio estático, en como a ella ni siquiera le importa si esta peinado o no, talvez sea eso lo que me llamo la atención en Jo, la manera salvaje e indiferente con la que ella se comporta.

Al día siguiente en clase de Historia, la esperaba ansioso en la última fila del salón, algo me decía que no me debía ilusionar mucho, ni siquiera en aspirar a su amistad, que en lo que concernía a ella era difícil de conseguir, del escaso tiempo en que llevaba en conocerla había notado que con frecuencia Jo cambiaba de parecer, ayer me había tratado como un nuevo amigo íntimo al cual trataba de conocer más a fondo, sin embargo, el hoy era incierto ¿Qué tal si hoy a cambiado de parecer? ¿Qué tal si hoy ha vuelto a odiarme? ¿oh solo decide ignorarme?

Mis dudas desaparecieron cuando al entrar al salón, lo primero que hizo es fijar sus ojos en mí, y regalarme una amplia sonrisa, como si se alegrara de verme, ni siquiera puede contener mi alegría y le sonreí tan bien.

―Hola ―Dijo sentándose en la silla a lado mío.

―Hola ―respondí.

― ¿Aún no ha empezado la tortura? ―Pregunto refiriéndose a la clase.

―No, aun no ―Me reí ―. Te vi de camino a la escuela.

Siendo honesto, desde que se mudó siempre la miraba de camino a la escuela.

― ¿Y eso que?

― ¿Por qué siempre vienes en bicicleta? De Lozenets al instituto es una distancia considerable.

―Porque a la gente le importa una mierda el planeta, yo no pienso convertirme en uno de ellos ¿Sabes cuánto contamina un auto particular? Es increíble como a la gente ni siquiera es consciente de que quemar combustible fósil provocara que el planeta se caliente, eso provocara el deshielo de los polos, que el nivel del mar aumente, extinción masiva de especies y desastres naturales ―Explico muy comprometida con el tema ―. ¿Piensas que estoy loca verdad? Claro que lo piensas, todo el mundo lo piensa, pues ahora lo sabes soy una intensa.

― ¿Si pienso que eres una intensa? Bueno, creo que no utilizaría la palabra intensa, la remplazaría por la palabra apasionada, y eso es genial, creo que es genial que te preocupes por cosas que a los demás no les importa, que le espera al hombre sin la pasión...

―La muerte lenta de su espíritu ―complemento Jo.

Nos reímos a la vez.

Y a eso era lo que me refería, la simple y orgánica conexión que me unía a lo que ella significaba.

É𝖝𝖙𝖆𝖘𝖎𝖘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora