𝕭𝖆𝖏𝖔 𝖑𝖆 𝖑𝖑𝖚𝖛𝖎𝖆 𝖉𝖊 𝖔𝖙𝖔ñ𝖔🍂

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Josephine

¿Nervios? Si ¿Miedo? Absolutamente. El vacío en mi estómago no hace más que aumentar, las que pagan factura por toda mi ansiedad efervescente son mis uñas, pobres uñas, ¿Por qué no crecieron en las manos normales de una chica normal, que sabe cómo controlar sus emociones sin comerse a sí misma?

Deja de morderte las uñas detesto que hagas eso ―Alego mi madre alejándome de un manotazo la mano de la boca.

― ¡Auch mamá!

―Auch nada, como me haces salir hoy, mira el clima esta horrible, la neblina casi no me deja ver nada ―señala con ambas manos hacia la carretera, entrecerrando los ojos en un intento por mejorar su visión, mientras los parabrisas van de izquierda a derecha limpiando las pequeñas gotas de lluvia que caen en el cristal del auto ―. ¿Dónde rayos dijiste que vivía tu compañero?

―Aquí cerca, enserio Margaret no era necesario que me trajeras, ni tampoco era necesario que llamaras al colegio para preguntar si realmente tenía que trabajar en un proyecto hoy.

―Oh claro que era necesario, después de cómo te has comportado, no volverás a verme la cara de tonta, una vez pudiste conmigo, dos veces no lo creo ―negó con la cabeza entrecerrando los ojos ―. Me asombra que aun creas que yo nací ayer, cuando tu gateabas yo ya tenía un doctorado niñita, te cargue nueve meses dentro de mi barriga, literalmente te formaste dentro de mí, te conozco como la palma de mi mano. Haz estado actuando raro últimamente ¿Desde cuándo te empezaron a gustar las flores? ―soltó de repente tomándome totalmente desprevenida con esa pregunta que no tiene nada que ver con lo que estamos hablando.

― ¡¿Qué?! ¿Y eso que tiene que ver mamá? ¿Ahora hasta eso te molesta? ¿Te molesta que me gusten las flores? Escúchate suenas como una demente.

―No me molesta, se me hace raro, Nastenka me dijo que tu habías comprado los girasoles que estaban en el jarrón de la cocina, creí que no te gustaban las flores.

―Pues creíste mal, ves no me conoces del todo ―Le eche en cara cruzándome de brazos, haciéndome la ofendida. Rayos mi madre es como un perro sabueso con el olfato más agudo de todo el reino animal, si me sigo mostrando nerviosa tardara descubriéndome.

―No es solo eso, también te comportas diferente estas más distraída de lo usual, te has comenzado a maquillar y vestir diferente, mírate llevas puesto el suéter rosa que te regale en navidad el que dijiste claramente que te causaba repulsión y comezón.

― ¿Y no es eso lo que siempre has querido? Siempre has intentado obligarme a ser más femenina, cuando por fin lo intento, te desagrada.

―Sabes que eso no es lo que me molesta, solo que me preocupa que tu cambio se deba a otra cosa ―puntualizo sin apartar la vista de la carretera, mientras sus manos apretaban con fuerza el volante, sus nudillos se tornaron blancos contrastando con el rojo carmesí brillante de su esmalte de uñas ―. Los muchachos son peligrosos.

―Mamá no porque a ella le haya pasado eso significa que a mí también ―Murmure con delicadeza al ver como las facciones del rostro de mi madre automáticamente se ensombrecieron. Tocar el tema de Jordana siempre la pone mal, para todos en mi familia es muy difícil, pero a mi madre la golpea diferente, tan fuerte, ni siquiera la puedo juzgar por ello.

―Como sea ―se aclaró la garganta, limpiándose con los dedos las lágrimas que empezaban a brotar de sus ojos por los recuerdos sombríos que habían pasado por su mente. Por un instante se miró al espejo y se obligó a ella misma a poner una sonrisa fingida en su rostro, repitiéndose internamente: Mi vida es perfecta. ¿Cómo lo sé? Bueno, talvez ella tiene razón existe un vínculo entre las dos, así como ella lograba descifrarme la mayoría de las veces relativamente bien, yo también a ella. Tu vida es perfecta, me suele repetir, para así evitar que la vulnerabilidad se apodere de mí ―. Ese suéter te queda tan lindo, te pareces tanto a tu hermana, sabes que el rosa es su color favorito, siempre le ha gustado mucho, desde que era niña, es como una muñequita, como una princesa, mi princesita, la más hermosa de todas.

É𝖝𝖙𝖆𝖘𝖎𝖘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora