𝓥𝓲𝓼𝓲𝓽𝓪 𝓲𝓷𝓮𝓼𝓹𝓮𝓻𝓪𝓭𝓪

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Segunda visita

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Ya he sobrevivido a mi primera noche en la cárcel, me duele el cuello y la espalda, pero por lo menos estoy vivo, por la mañana mi madre ha regresado, esta vez acompañada de Elena la cual no paro de llorar al verme tras las rejas. Me trajeron comida y unas sábanas, mi madre me dijo que el abogado que contrato estaba haciendo todo lo posible para que me liberen por medio del pago de una fianza, ya que aún soy menor de edad y mi detención incumplía con varias normas de derecho, según lo que el mismo abogado me explico el delito por el que me acusan en muy grave; es un delito federal, pero no todo está perdido, mi detención no ha sido de forma legal, lo que le permitía formular mi defensa, estaba trabajando para que saliera bajo fianza, mi madre no le permitió que me dijera la cantidad de dicha fianza, pero intuyo que es una gran cantidad de dinero. Que no sé de dónde sacaremos, porque mis ahorros no serán suficientes.

Despues que se fueron me senté de nuevo en la cama de concreto, no es como si se pudieran hacer muchas cosas más en este lugar, ni siquiera puedo comer algo de lo que me trajeron, e perdido las esperanzas y con ella mi apetito. Estar encerrado, con tus pensamientos convulsionándose dentro de tu cabeza se siente como el mismísimo infierno, se puede tratar de huir de cualquier cosa física, pero no se puede huir de los propios juicios internos.

Escuche un golpe en la reja que me despertó de golpe.

―Tienes visitas ―Me aviso el oficial. Pensé que era mi madre otra vez, pero estaba equivocado.

El sonido de unas zapatillas de tacón resonó por el sucio pasillo, acercándose, produciendo un sonido fuerte, proveniente de una pisada fuerte propio de alguien que camina con seguridad. La vida realmente se está esforzando en sorprenderme.

―Usted ―murmure realmente asombrado.

La madre de Jo alzo la barbilla de forma retadora, frunció la frente mirandome con severidad. Jo siempre me decía que su madre es una mujer fría, puedo notar que me decía la verdad, su sola presencia es aplastante, abrumadora. Dio un par de pasos hasta quedar frente mío, se acomodó el abrigo y comenzó hablar con tono autoritario.

―Yo no sé qué pecado estere pagando, porque mis hijas siempre tienen cierta inclinación hacia los delincuentes ―Suspiro negando con la cabeza.

― ¿Usted sabe lo que existe entre su hija y yo? ―Pregunte preocupado.

―Si no lo supiera no estaría aquí niño tonto.

― ¿Quién se lo ha dicho?

―Mi hija lleva desde ayer llorando afuera de este horrible lugar para que la dejen pasar a verte, pero como es menor de edad aun, no la pueden dejar pasar sin mi autorización. No se ha puesto a llorar de esa manera porque solo seas su amigo, esta desconsolada y eso es porque esta encaprichada contigo.

Pronuncio la palabra encaprichada con tanto desdén.

―Yo de verdad quiero a Jo, y ella me quiere a mi señora.

― ¿Querer? No me hagas reír niño, ustedes que van a saber de querer. Tu madre es una mujer encantadora, pero algo malo debió de hacer, mírate ―Me miro de arriba hacia abajo, juzgándome ―. Eres un desperdicio, una vergüenza para tu familia, terminaste siendo un presidiario, mi hija es simplemente demasiado buena como para que alguien como tu la corrompa.

Sus palabras me golpearon de diferente manera, se me hizo un nudo en la garganta, me arde el rostro de vergüenza, rabia y dolor. Trague saliva guardando silencio.

―Sé que no soy su persona favorita en el mundo, no planeo ser su amiga, soy su madre y es mi responsabilidad cuidar de ella, alejándola de cualquier peligro, y tú eres un peligro para ella, ya perdí una hija una vez, no permitiré que la historia se vuelva a repetir.

―Yo Jamás le haría daño.

―Si de verdad la quieres aléjate de ella, voy a dar la autorización para que pase a verte y le dirás que no la quieres ver más, que ya no la quieres, si es necesario que le rompas el corazón para que te olvide lo harás.

Sentí mi corazón comprimirse, como si esta señora atravesara mi pecho con una de sus manos y me exprimiera el alma, si tan solo supiera lo que Jo significa para mí, mis sentimientos hacia ella son demasiado fuertes y reales, no es algo que pueda controlar, o apagar con facilidad, pedirme que me aleje de Jo es como pedirle al sol que deje de brillar o al océano que deje su inmensidad.

―Como me puede pedir eso, como puede ser tan cruel.

―Si de verdad la amas déjala libre de tus garras, ella tiene un futuro brillante, es inteligente como ninguna, bellísima y educada, mi esposo y yo hemos trabajado por años para que vaya a una de las mejores universidades del mundo, pronto se graduara tenemos todo planeado, ella tiene una vida que construir, ¿Tu que tienes? No tienes nada, ni siquiera inteligencia porque terminaste aquí, arruinaste tu futuro, tu vida, no tienes nada que ofrecerle, eres solo un estorbo en su vida.

Estaba a punto de llorar, sin embargo, junte toda la fuerza que habita dentro de mí y levante la cabeza con dignidad.

― ¿Y si no lo hago que hará? ―La rete.

― ¿Disculpa?

―Puedo decirle que ya no la quiero, pero recuerde que ella me ama también, por más que usted lo intente no es fácil borrar algo tan fuerte.

―Eres tan egoísta, deja de fingir que realmente te importa, los tipos como tu solo buscan chicas como mi hija para meterse en sus bragas y después botarlas como vil envoltura de golosina.

―E estado a punto de meterme en sus bragas ―Solté. Lo que provoco que su cara se transformara en pura furia.

―Eres un sínico ―Enervo.

―Si yo la quisiera solo para eso, desde hace tiempo hubiera cumplido con mi cometido, pero no es así señora, yo realmente quiero a Jo, la respeto, haría cualquier cosa por ella.

― ¿Cualquier cosa como salir de su camino? Entiéndelo, es por su bien, voy a dar autorización para que pase, vas a terminar con ella, te olvidara, la olvidaras, el sagrado tiempo lo cura todo, son jóvenes, eres atractivo encontraras a alguien más si es que sales de aquí y ella podrá continuar con su vida.

―Con la vida que usted tiene planeada para ella ―La corregí.

―Exacto.

―Debí intuirlo.

―Se lo que es mejor para ella, soy su madre, nunca se lo he dicho, pero es igual a mi cuando era joven, ambas somos testarudas, tan aguerridas, y apasionadas, al fin lo he comprendido, me ha pasado la vida prohibiéndole cosas que pueden hacerle daño, pero cuando más se las prohíbo ella más las desea y va tras ellas, como yo cuando era joven, así que si quiero sacarte de su vida no puedo prohibirle que te vea, eso solo provocara que su capricho hacia ti aumente, la único forma de sacarte de su vida es que tú mismo no decidas formar parte de ella, esto no es una pregunta, ni siquiera te lo estoy pidiendo como un favor, te lo diré fuerte y claro: Aléjate de mi hija.



***

Notita del autor: más capítulos pronto.

É𝖝𝖙𝖆𝖘𝖎𝖘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora