𝕮𝖑𝖆𝖗𝖔 𝖉𝖊 𝖑𝖚𝖓𝖆

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Hero

Son las 2 de la mañana y estoy frente a su ventana aventando pequeñas piedras esperando a que me abra, esto solo demuestra lo jodido que estoy. Talvez he venido demasiado tarde y está dormida ya, decido aventar unas piedras más, espero un par de minutos hasta que la cortina se corre y ella se asoma atreves del cristal, tiene el rostro adormilado y precioso, un vivaz semblante de asombro se dibuja en sus facciones como si inconscientemente me dijera que estoy loco por venirle arrebatar el sueño.

―Hero ―se asombra parpadeando un par de veces ―. Que... ¿Qué haces aquí?

―Te dije que vendría ―Me encojo de hombros, como si visitarla de madrugada fuera algo de los más normal.

―Creí que bromeabas.

― ¿Entonces no me vas a invitar a pasar? ―Le regalo una sonrisa arqueando una ceja.

Ella libera un pequeño suspiro.

―Estás loco ―Niega con la cabeza.

― ¿Ese es un no?

―Es un no veo manera ―Murmuro viéndome desde lo alto, algo ansiosa mirando para todas partes, para estar segura que nadie más que ella me ha visto aquí.

Su cuarto está en el segundo piso de su casa, lo cual no resulta un problema realmente ya que me considero un escalador experimentado, el que haya practicado un sinfín de deportes desde los 12 tiene sus ventajas.

―Tomare tu respuesta como un si ―Le informo, mientras empiezo a trepar, me ayudo de un viejo árbol torcido, que para mi suerte una de sus ramas da a su ventana.

Cuando doy el ultimo brinco adentrándome en su habitación, ella me mira ligeramente asombrada, puedo verla con claridad a pesar que tiene la luz de su habitación apagada, debe tener un pacto secreto con la luna, porque está la ilumina con un gran fervor, sus rayos bañan su piel sedosa, mis ojos recorren todo su cuerpo sin preocuparme por ocultarlo, es una vista maravillosa: solo lleva puesta una camisa unas tallas más grandes, algo desgastada con algunos agujeros.

―Linda pijama ―Digo divertido, sin poder apartar la vista de su maravilloso cuerpo.

Ella toma el dobladillo de su camisa y se lo baja a la altura de los muslos.

―Sí, es que no esperaba que un loco hombre mono saltara por mi ventana adentrándose en mi habitación en la madrugada, si lo hubiera sabido créeme no me habría puesto lo más viejo de mi armario, que por cierto es mi prenda favorita, que también por cierto es muy cómoda ―Confiesa cruzándose de brazos.

―Te queda bien, pero no entiendo porque te la bajas, he tocado lo que cubres ―La provoco.

Ella voltea los ojos como de costumbre. Eso solo me incita a seguir molestándola.

―Lo he besado también ―Me acerco tomándola de los brazos, puedo ver como el color rosa de sus mejillas ha aumentado.

―Eres un demente, ¿sabes qué hora es? Son las dos de la mañana, las dos Hero, por si no lo sabias la gente normal duerme a esta hora.

―No soy normal ―Me encojo de hombros ―. ¿Quieres que me vaya?

―Talvez.

― ¿Talvez? No se te escucha muy convencida ―Le sonrió tomándola de la cintura.

Ella suspira de nuevo rodeándome el cuello con los brazos.

―Quisiera tener tu habilidad para que todo me importe una mierda, mira que, si mis padres te encuentran aquí, pasare a la historia como la chica con la muerte más trágica de la historia de la humanidad y sus alrededores.

É𝖝𝖙𝖆𝖘𝖎𝖘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora