Estación de tren

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Hasta que el para siempre se caiga a pedazos


Josephine

A la mañana siguiente me encontré a mí misma completamente desnuda debajo de mis sábanas blancas, con un lugar vacío en la cama, al no ver a Hero a lado mío el miedo se apodero de mi al pensar que talvez todo lo de anoche fue producto de mi imaginación, no era la primera vez que soñaba con Hero de esa manera, sin embargo la cadena de oro que colgaba de mi pecho me aseguraba que no era así, la tome entre mis dedos y empecé a jugar con ella, cerré los ojos para recordar la mejor noche de mi vida.

Cada beso, cada caricia seguía tatuada en mi piel, cada te amo, cada promesa seguía tatuada en mi alma. La vulnerabilidad, el amor, la felicidad, la alegría y pasión se habían mezclado regalándome el momento más especial de mi vida.

Siento un cosquilleo en el estómago, las mejillas me duelen de tanto sonreír, la almohada aún conserva su aroma, al igual que mi piel sus besos, porque borrar algo que provenga de él es realmente difícil. Miro el reloj me doy cuenta que son casi las 7 a.m. me apresuro a levantarme de la cama ya que me queda poco tiempo para arreglarme para ir a la escuela. La ropa de Hero no está, debió irse muy temprano, me asombra un poco que no se haya despedido. Solo tengo un pequeño recuerdo borroso de él besándome en la frente, debió ser en la madrugada antes de irse.

Mientras me estoy lavando los dientes, alguien le quita el seguro a la puerta de mi habitación, me apresuro a averiguar quién es, me doy cuenta que es Nastenka, quien vino a quitarle el seguro que mi madre le pone cada noche antes de irse a dormir.

―Buenos días, tu papá quiere que bajes a desayunar con él ―Me informa.

― ¿Y mi madre?

―Sigue en cama aun, tiene un poco de migraña.

― ¿Ella está bien?

―Si, dijo que te apresurara para que no fueras tarde al colegio, por cierto, tienes un brillo especial en la mirada hoy.

―Tuve una buena noche ―Respondí con una sonrisa en el rostro encogiéndome de hombres ―. En un momento bajo.

Termine de lavarme los dientes, tome uno de mis abrigos y me apresure a bajar las escaleras. Mi padre como cada mañana se encontraba leyendo el periódico, con una taza de café a lado y un cigarrillo entre los dientes, lo del cigarrillo no es muy común ya que mi madre se lo prohíbe, pero hoy aprovecho ya que ella está enferma.

―Las noticias tenían razón Jo, mira está nevando ―Comento mi padre sonriendo. Por alguna razón que desconozco el ama la nieve.

―No me había dado cuenta por las prisas, me levante tarde hoy.

―Como cada mañana ―Aseguro dándole un sorbo a su taza de café.

―Oye papá ¿Sabes que significa que mi mamá no desayune con nosotros?

Él se lo pensó unos segundos.

― ¿Qué está enferma?

―No papá ese es el porqué, yo hablo de las cosas que podemos hacer cuando ella no está durante el desayuno.

―Podemos tomar todo el café que queramos.

―Sí, y podemos comer todo el tocino grasoso que queramos, y también podemos desayunar pastel, eso hombre se llama libertad ―exclame emocionada.

―Ya te lo decía hija hoy es una mañana hermosa, amo a tu madre, pero ella odia todo lo que me gusta.

― ¿Entonces porque te casaste con ella? No lo entiendo, ustedes son tan diferentes.

É𝖝𝖙𝖆𝖘𝖎𝖘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora