Capítulo 7.

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Samuel.

Son las seis de la tarde, los tribunales de la corte suprema de justicia me reciben y se ciernen imponentes sobre mí.

En otros tiempos, el simple hecho de estar aquí me hubiera hecho sentir pequeño e indefenso.

Sin embargo, mis 27 años y mi carrera profesional me han servido para hacerme un nombre con la confianza necesaria para pararme en cualquier lugar sin sentir nada.

Mi personalidad encantadora es el disfraz que necesito para acercarme a las personas y usarlas a mi antojo.

Camino hasta el despacho del magistrado Juan Carlos Restrepo, un zorro viejo en todo sentido, cruzó el umbral y el hombre aparece en su escritorio.

-Juan Carlos, buenas tardes. Me sorprendió su repentino llamado-. Saludo.

-Querido Samuel, siéntate que necesitamos hablar-. Dice con una sonrisa ladeada y la cara arrugada.

-Tengo toda la noche para hacerlo, una copa estaría bien para comenzar-. Comento.

-Me parece buena idea-. Se dirige a la licorera y sirve dos vasos con alcohol ambarino. - Está haciendo un excelente trabajo con la gente de la comuna, ganando territorio a cierto personaje y organización-. Me ofrece un vaso y me dedica una sonrisa cómplice, yo hago lo mismo.

-Si las personas que siguen los ideales del partido de una u otra forma han ido penetrando en esos territorios y están dándome la oportunidad perfecta para cambiar el juego. Pero, cierto personaje es un dolor de huevos, tiene poder y al Estado de su lado-. Argumento.

-¿La hija de los joyeros sigue siendo su pareja?-. Pregunta cambiando de tema.

-Lo tengo controlado, no se preocupe-. A este como que se le olvida que el que maneja los negocios soy yo y no él.

-Esta tipa ya sacó del camino a uno de sus enemigos y nos va a dejar libre el camino de los otros, bien sea porque pierden la cabeza-. Dice con una sonrisa. -O porque nos da la opción de matarlo-. Asiento.

-Si, alguna de las dos situaciones va a suceder primero-. Argumento, sintiendo como se me quema la garganta con lo que voy a decir. -Ya estoy cansado de esa estúpida que parece que no ve más allá de sus narices, es una idiota útil-.

La garganta se me seca y entiendo la fascinación del otro por esa mujer. Es que en realidad es hermosa, sus ojos amarillos hipnotizan y te da la calidez de las llamas del fuego cuando se digna a mirarte.

-Me imagino, tienes que cuidarte para que siga comiendo de tu mano y haga el trabajo necesario en la comuna-. Argumenta y me entran ganas de degollarlo por hablar así de la perfección que decidió alejarse hoy de mí.

-No se preocupe que de una u otra manera la pieza va a moverse a nuestro antojo-. Comento para que se calle, deje de ensuciar el nombre de la puta bruja que me tiene hechizado y hace rato dejó de ser una pieza para mover.

-El cargamento esta vez si pudo pasar, los lugares  de producción que cambias y las fachadas aún no se caen, eso significa que por fin vamos un paso adelante del idiota ese-. Argumento.

-Tuve que pagar una buena mordida para que se movieran los que tenían que moverse y desviar la atención a algo diferente, aunque no se puede cantar victoria el cargamento salió de aquí, eso no significa que lo coronemos al llegar-. El viejo sarnoso tiene razón.

-Tiene razón Juan Carlos, espero que este cargamento si llegue o nos vamos a empezar a quedar en rojos en menos de lo que esperamos-. No quería confirmar que las finanzas del negocio estaban mal, pero no me quedó de otra.

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