Capítulo 33.

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Federico.

Parece que ha pasado una eternidad desde la última vez que estuve aquí. Sin embargo, han sido pocos días.

—Ministro, buenos días. Espero esté mejor de salud— saluda Katherine—.

—Gracias— sigo de largo a la oficina—.

Ella viene tras de mí con la agenda en la mano.

—Llama a Cárdenas y a Villalba a la brevedad— ordeno—. Tráeme un informe completo del esquema de seguridad de mi hermano y opciones de agentes para reforzar su anillo de seguridad antes del mediodía— espeto—. Envía a las centrales las circulares que te envié al correo en la mañana y convoca a una reunión para mañana en la tarde con los generales y coroneles de las 33 centrales más importantes del país.

— Sí, señor. El motivo de la reunión con las centrales.

— Información clasificada y marca como prioridad de urgente— lo que se va a tratar no le incumbe—

—Está bien, ahora mismo me pongo en eso.

Le señaló la salida con la mano.

—Deja pasar a Villalba y Cárdenas de inmediato.

Cierra la puerta y me pongo a revisar los asuntos pendientes. Estos días sin estar al pendiente al cien por ciento de mis asuntos me deja una montaña de pendientes por resolver, entre ellos ir al laboratorio a supervisar las armas químicas.

Recibo un correo de la ingeniera que lleva el proyecto, me dice que han habido avances significativos.

Leo con emoción el reporte y la posible utilización de estos en las fuerzas militares. Más motivos para defender mi posición en la convención.

Dos golpes suenan en mi puerta.

—Adelante.

La puerta se abre y aparece frente a mí la mujer con el pelo azul, tiene su uniforme marrón de pila. Se para firme y lleva la mano a su frente dándome el saludo militar correspondiente.

—Ministro, se reporta la Coronel de la fuerza terrestre, comando 0877 de occidente, Holly Cárdenas.

—Descanse soldado— respondo a su saludo—.

—Gracias.

Lleva el cabello bien recogido en una coleta que no deja ni una hebra suelta. Los lentes reposan en uno de los bolsillos de la chaqueta del uniforme, las botas brillan por el sol que ilumina mi oficina.

—Tome asiento, soldado— asiente y pone su culo en uno de los asientos que están frente a mi escritorio—.

—Gracias señor.

Me mira con sus ojos profundos, sus ojos son tan oscuros que casi no se alcanza a ver su pupila.

—Cárdenas, reporte de los sucesos del jueves pasado— la miro con ojos expectantes—. Aún no he recibido el reporte.

Ella me mira con sorpresa, pero oculta de inmediato.

—Señor, ya se pasó el reporte— responde ella.

—Está mierda— levanto la carpeta que mantiene dentro de ella el repugnante reporte de sucesos que no está bien siquiera bien redactado—. Yo no sé si a ti se te olvidó que los reportes se entregan a los generales o al ministro y deben contener todos los detalles, incluso la cantidad de munición que se gastó, pero no hay nada, solo un montón de quejas respecto a la docente.

Su ceño se frunce y sus emociones quedan en evidencia.

—Federico— ella apoya la mano en el escritorio, lo más cerca que puede. No muevo mis dedos y ella aprovecha para apretar mi mano—. Esa mujer es un jodido problema andante.

Ministro +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora