Capítulo 12.

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Dayana.

Después de una tranquila semana llega el jueves, con los recuerdos que me golpean mientras me levanto de la cama y me preparo para ir a trabajar.

Desde la noche anterior he preparado el material que necesito para empezar las tutorías privadas con el menor de los Valencia.

El coraje por el descuido en la cena del viernes con la madre de Max, no lo puedo pasar por alto. Estoy rogándole a Piaget y a Montessori para que la señora no esté en la casa esta tarde. Sería incómodo verla.

Ani tiene puntos en las manitas por la copa que se le resbaló de las manos rompiéndose en pedazos, ella se asustó y cayó encima de los trozos de cristal causándole heridas en las palmas.

En los demás eventos de esa noche no he querido pensar, porque me volvería realmente loca si le doy importancia a un beso que no significó nada, no movió ni una fibra de mi ser. 《Me lo debo repetir constantemente hasta que me lo crea》.

En un momento perdí la cordura y me dejé llevar por la intensidad de sus labios demandantes sobre los míos, me elevó a la estratosfera evocando experiencias anteriores que derretían mi razonamiento, desencadenando un éxtasis incomparable, pero con alguien diferente a él.

Una conexión que no conseguí con otros.... Supongo, que eso me afectó.

Cuando recuperé el sentido común tomé la mejor decisión que pasó por mi atrofiado cerebro, este se negaba a dar señales de cordura, morderlo como perro rabioso hasta que me soltó y se fue...

—Hola Caramelo—. Saluda mamá.

—Buenos días señora, radiante como todas las mañanas—. Mi saludo siempre va con un halago a mi madre.

Está de más decir que mi familia es lo más importante en mi vida. Son el eje central de mi existencia y los necesito bien para que mi mundo tenga sentido.

—Bien Caramelo, ¿Lista para las asesorías particulares?-. Pregunta.

—Si mami, ya tengo todo preparado para hoy—. Afirmo. —No me esperen para almorzar, el tiempo no me da con los pendientes que tengo.

Asiente.

—Me voy, ten un lindo día—. Me despido depositando un beso en la frente de mi madre.

Ella me envuelve en sus brazos mostrando el cariño que nunca nos ha negado.

—Cuídate hermosa, mami te quiere mucho y siempre te apoya, no lo olvides—. Ella me da un breve beso en la mejilla.

—Chao mami—. Me voy.

Sospecha que estoy buscando un lugar donde irme a vivir sola, 《un apartamento》. Ella miró una de las páginas en mi ordenador que ofrecen apartamentos en alquiler, hace unos días que entro a mi habitación sin avisar. Esa noche papá se fue al hospital a acompañar a Mariana, Magda y Estefan.

Al parecer al padre de mi sobrina se le despertó el instinto sobreprotector en estos días... el instinto de joder a mi hermana mejor dicho, después del accidente en el restaurante se atrevió a amenazarla ¡Tu descuido te va a salir caro, si le paso algo grave a la niña!. Rompo el recuerdo para no destilar veneno tan temprano.

Es que quiero contarle las bolas al cabrón... <<Algún día, le contaré los huevos con una hoja oxidada>>

Saco el auto a la carretera y me sumerjo en la vía durante 20 minutos escuchando el álbum Lágrimas desordenadas de Melendi.

Romanticismo puro y duro, mi gusto oculto en esas frías palabras que siempre disparo para protegerme.

Estaciono encontrándome con uno de mis compañeros del trabajo.

Ministro +21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora