Federico.
La activista dormita entre mis brazos, respira lentamente y observo que las marcas que deje en su cuerpo están tomando forma. Una en su cuello, difícil de ocultar, esbozo una sonrisa de boca cerrada ante mis acciones.
La sabana le cubre el torso y las nalgas, pero sus bellas piernas quedan expuestas y las recorro con las puntas de los dedos deleitándome con la suavidad de su piel, recorro en un patrón sin sentido los lunares y marquitas que las adornan, tiene piernas largas, un poco gruesas en sus muslos, que le proporcionan buenos glúteos.
Llevo mi mano ahí y le apreto las nalgas con poca fuerza, pero esta simple acción la hace soltar un gruñido entre sueños.
Río por lo bajo mientras sigo mi recorrido y a medida que voy quitando la manta me alejo del agarre que tenía entre su cuerpo y el mío. Ella sigue dormida, gruñendo abstraída en sus sueños, a la vez que mi masculinidad va tomando dureza.
Su cuerpo es magnífico, me priva de la realidad, me saca del tiempo y el espacio en el que nos encontramos. Solo quiero acariciar su cuerpo, beber su néctar, bañarla con mi semilla y besarla mientras contemplo sus ojos miel con las pupilas dilatadas que gritan deseo.
Me salgo del entramado de extremidades de un todo, me muevo a un lado de su cuerpo con mis ojos fijos en la deidad que comparte cama conmigo, la sábana ya está alejada de su cuerpo en su totalidad y no hay una pieza que prive mi vista de deleitarse con la figura de la mujer que yace dormida.
Tengo acceso a todas las partes de ella.
Paseo mis dedos por la carne de sus piernas, la encuentro húmeda, a pesar de estar dormida, este descubrimiento inyecta más sangre a mi polla hasta llegar al punto que mi miembro está erecto en todo su esplendor.
Bajo mis labios y le beso la boca, ella entre sueños responde, pero no es consciente en plenitud de lo que hace.
Desciendo mis labios besando, succionando y lamiendo su cuello. Lo recorro centímetro a centímetro embriagándome con el sabor salado de su piel por el sudor de la faena de hace unos instantes, que la dejó noqueada.
Su aroma cítrico es otro plus que me vuelve agua la saliva y en respuesta a mis deseos chupo con ímpetu perpetuando mi boca en la piel sensible de su cuello.
Sigo bajando y encuentro otra marca morada en la zona alta de su pecho, justo en el inicio de sus deliciosos senos, sonrío contra su piel y bajo a los pezones endurecidos que muerdo, escucho otro gruñido en respuesta, me empecino con esa parte de su anatomía, pero ella sigue dormida, mojada y dejándose hacer los que se me antoje.
—Linda, te juro que no soy necrófilo, pero que tu cuerpo reaccione a mis caricias de esta manera me prende de una forma que tu no te imaginas— susurro con voz ronca ante mis acciones y la respuesta de su cuerpo.
Sigo con lo mío, desciendo succionando su abdomen hasta que llego a su intimidad, paso la lengua por sus labios mayores y un jadeo asustado hace que levante la mirada de su entrepierna.
—Maldición— tiene sus ojos encendidos, las pupilas dilatadas y los labios entreabiertos.
—Reviviste justo a tiempo para la acción, preciosa— digo mientras llevo mis dedos a su vagina y abro sus labios encontrando su sexo mojado.
Paso la lengua por mis labios como si estuviera ante un manjar nunca antes deleitado, aunque no despego mi ojos de los suyos.
Le doy un guiño y entierro la cara entre sus entrepiernas chupando su clítoris, un gemido desprevenido le sale de la boca y suelto una carcajada.
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Ministro +21
RandomElla es docente, cursa una maestría en Historia y milita en una organización de izquierda. Ellos, tres hombres con defectos y cero virtudes, no entienden que el fuego y el hielo pueden convivir en un solo ser, resultando fascinante, atractivo para...