Federico.
Me mimetizo en la cómoda silla de mi oficina, tomo una respiración profunda y regreso los ojos al informe de la primera jornada del juicio por la custodia y patria potestad de Mariana Thorner Bravo.
El documento consta del acta emitida por el juez sobre los descargos de la parte acusadora, la cual, expone con detalle las diversas razones que llevaron a demandar a la madre de la niña.
Se adjuntan una serie de pruebas que soportan su testimonio y le dan peso jurídico a la acusación.
Las fotos que vienen en el paquete me ponen a Magda escuchando lo que dice su pareja en el juzgado junto con su abogado, a la docente entre los asistentes y a otras personas que van a fungir de testigos.
Para ser un juicio tranquilo, hay bastantes personas en la sala. Y muchos de ellos son reporteros de medios de comunicación conocidos en la ciudad y uno o dos de talla nacionales, es decir, con cobertura en todo el país.
Curioso, muy curioso.
Tocan la puerta y me obligan a sacar los ojos del informe del juicio que se llevó a cabo hace tres días, en una semana será la segunda sesión, ahí la parte acusada podrá exponer sus pruebas y presentar sus testigos para que el jurado obtenga las dos caras de la moneda en el caso.
Insiste en la puerta y no me dejan terminar de leer lo ahí redactado, quiero buscar la posición del juez, porque neutralidad no es la palabra que lo defina, lo sé de primera mano.
—Adelante— respondo—.
La puerta se abre y tras ella aparece mi secretaria.
—Ministro, tiene visita— dice con la mirada clavada en mí—.
—¿Quién es?
—La señora Bravo.
¿Quién putas es?
—¿Quién?— hablo con gesto confundido y repito la pregunta—.
No sé a quién se refiere, las Bravo son tres y en este momento solo me parece hablar con la menor.
—La señora Magda Bravo— aclara Katherine—.
¿Magda? que raro.
—Dame 5 minutos y la haces pasar.
—Como diga señor.
Tomo el folio en mis manos y lo llevo a la caja fuerte tras el librero. Me sirvo un vaso de agua, reviso el teléfono para ver si tengo novedades de mis hombres y espero que pasen los minutos para que Magda entre.
Un golpe firme en la puerta me avisa que llegó. Le abro y la hago seguir a la mitad de la estancia, se la mira confundida y tiene un tic nervioso en su ojo que denota lo estresada que está.
—Fede— me da una sonrisa dubitativa— ¿Cómo estás?
Me acerco y le doy un beso en la mejilla a modo de saludo.
—Magda, qué sorpresa verte aquí— le doy una pequeña sonrisa cuando me separo del todo de ella—.
—Gracias por atenderme sin tener una cita previa— me da una sonrisa pequeña y avergonzada por la forma abrupta de presentar aquí y la entiendo—.
—Estuviste de suerte, no estaba en ninguna junta importante— aclaro—, pero claro que te atendería, siempre que me sea posible— le doy una sonrisa de boca cerrada—.
Ella se dirige a un sofá de la oficina y yo me siento en el que está frente a ella.
—Gracias Fede— me da una mueca que delata cansancio—, verás— carraspea como si se arrepintiera de hacer a lo que vino, me da la impresión de que está dudando—, no quiero que me juzgues de loca— sonríe traviesa y me recuerda a mi amiga adolescente, esa era la sonrisa que nos delataba con Joaquín o Aurelia cada vez que hacíamos alguna pilatuna—. Pero, quiero saber qué pretendes con Dayana.
ESTÁS LEYENDO
Ministro +21
RandomElla es docente, cursa una maestría en Historia y milita en una organización de izquierda. Ellos, tres hombres con defectos y cero virtudes, no entienden que el fuego y el hielo pueden convivir en un solo ser, resultando fascinante, atractivo para...