𑁍 𝐏𝐫𝐨𝐥𝐨𝐠𝐨 𑁍

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El choque de hechizos era preciso, un expelliarmus y la maldición asesina provocaban un campo de fuerza, como si fuera una magia magnética que podría provocar miles de desastres en segundos.

Harry Potter no quería eso, no quería matar, pero era eso o que él muriera. Vivir años bajo la negligencia de los Dursley le había hecho desarrollar una parte para sobrevivir y en aquellos momentos, eso era lo que quería hacer. Podía morir, claro que si, podía simplemente dejar que Voldemort tomara el mundo mágico, pero el recuerdo de la foto donde el hijo de Remus, la mirada llena de lágrimas de Luna y a Neville mal herido, ellos eran su motivo para seguir, porque los demás se podían ir muy a la mierda, pero la vida de inocentes y sin ningún tipo de arrogancia, le hacía seguir adelante. Sus ojos verdes observaban a la entidad deforme, quería negarse y dejarle ser, tomar a los inocentes e irse, pero no podía, Dumbledore le había marcado como un cerdo para el matadero y ahora, tenía que cubrir la espalda de los que realmente le importaban.

—¡No te rindas Harry!

El grito de Hermione provocaba que quisiera parar la batalla para decirle que si tanto quería ganar, fuera ella la que le enfrentara, pero no lo hace, no porque se lo quiera guardar, sino porque sabe que si falla, todos lo pagarían.

La angustia se aferraba a su cuerpo, observó más allá de donde la castaña trataba de darle ánimos y las observó, las dos figuras maternas que podía considerar como tales. La profesora McGonagall y la señora Weasley se mantenían juntas, hombro a hombro, sus ojos estaban llenos de angustia, ¿Algunas vez su tía lo miró así? Lo dudaba, lo dudaba mucho, pero por fracciones de momento, juraba ver a su madre a lado de la mayor, con sus cabellos rojos moviéndose levemente y sus ojos destellando de miedo. Sujeto con más fuerza la varita y dejo que su magia se canalizará a través del pedazo de madera, teniendo como fin, a un Voldemort arrodillado.

La mano le temblaba, las ganas de llorar aumentaban y él solo pudo pronunciar el último hechizo.

—Avada Kedabra—

El Rayo verde dio sobre el pecho de su enemigo, las exclamaciones de sorpresa se escucharon por lo alto y cuando iba a caer, los fuertes brazos de Charlie Weasley le sujetaron.

—Se acabó Harry, ganaste —aseguró el de cabellos rojos

Y por primera vez en esos tres años, lloró, lloro como cuando Sirius murió, pero ahora lo hacía no solo por los caídos, sino por la vida que había quitado, la mancha de sangre que él podía apreciar en sus manos.

—Todo acabó —susurro Charlie, mientras trataba de ayudarle

Todo acabó. Se repitió, pero, ¿A qué costo? Cerro los ojos, estaba exhausto, quería simplemente dormir y mientras se fundía en un sueño profundo y Charlie le cargaba, Harry sintió que alguien quería hablar con él.

Madre magia siempre había sido testigo de todo lo que pasaba en su reino, y sintió tristeza, odio y cierto rencor

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Madre magia siempre había sido testigo de todo lo que pasaba en su reino, y sintió tristeza, odio y cierto rencor.

La tristeza que se apoderó de ella, fue el hecho de que sus hijos no podían convivir en paz, parecían disfrutar el hecho de pelear por cosas absurdas y sin sentido. Creían ciegamente en aquellos hombres que se proclamaban las próximas deidades y a ella la rechazaban como si de un virus se tratara.

Su odio y rencor fue hacia los adultos que se atrevieron a jugar con los sentimientos de los niños, ¡Era inaudito! ¡Era horrible y asqueroso! Y lo odiaba aún más porque su niño, uno de sus hijos estaba sufriendo el haber matado a uno de sus hermanos, y era lógico, porque el pobre alma pura se estaba quebrando por la insistencia de las personas, mismas personas que le hacían creer que estaba bien matar por un bien mayor.

—Magia —llaman, logrando que ella los observe —¡Estas llorando

-—No es verdad —¡negó ella, no quería aceptar aquello —Yo no lloro

—Lo estás haciendo querida —dijo otra entidad —Estas llorando

Madre magia no dijo nada más y solo dejó que sus emociones fluyeron.

—Los están matando —susurra con agonía —No se que haré, no se si es bueno dejar más bendiciones

—Si ya no lo deseas, no lo hagas —susurra otra de las entidades

Madre magia observa a sus compañeros y hermanos. La muerte está de pie en el borde, observando las masacres que hay alrededor del mundo mismo, Vita estaba a su lado, llorando y lamentando las vidas que estaban siendo acabadas rápidamente y Tiempo estaba a su lado tratando de calmarla.

—Hermana —llama Muerte —Quiero proponerte algo

—¿Qué es? —susurra en voz baja la entidad de cabellos rubios

—Llévalos a otra dimensión, permite que tengan una vida digna y con personas que los aman —comenta Muerte

—¿Podemos hacer eso? —cuestión Vita

—Claro, pero Magia, tu ya no tendrías control en ellos, pero podrías darles un regalo —comenta Tiempo

Madre magia se queda en silencio. ¿Renunciar a dos de sus hijos? Porque ciertamente si le daba una oportunidad a Harry Potter, se la daría a Tom Riddle.

—No se si pueda —niega madre magia

—Puedes —asegura Tiempo —Escucha, yo estoy conectado a Universo y se que él estará feliz de poner a esas dos almas en un lugar seguro

Magia suspira y observa nuevamente el plano terrenal, donde observa como tratan de mantener en la línea de la vida al pequeño niño Potter.

—Universo los va a cuidar, ¿verdad? —interroga con miedo

—Lo hará, tienes mi palabra —susurra Tiempo

Una última lágrima se derrama de los ojos de madre magia y termina asintiendo, era lo mejor, permitir un final feliz para esas dos almas que han vivido atormentadas por culpa de otros.

—Les deseo la mejor de las suertes —expresó, mientras agachaba la mirada con tristeza —Παιδιά μου, σας εύχομαι καλή τύχη και θα διατηρήσετε τη μαγεία σας.

Una luz salió de su pecho y bajó rápidamente hacia aquellas dos personas que le esperaban.

Era la mejor opción, ellos merecían la misma paz que aquellos que creían haberse salvado.

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𝐋𝐚 𝐍𝐮𝐞𝐯𝐚 𝐕𝐢𝐝𝐚 𝐃𝐞 𝐓𝐨𝐦 𝐑𝐢𝐝𝐝𝐥𝐞 «𝐑.𝐁𝐥𝐚𝐜𝐤»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora